EditorialDomingo, 12 de febrero de 2023
Un año de guerra

El 24 de febrero se cumplirá un año desde que Vladimir Putin, Presidente de la Federación Rusa, diera la orden militar de invadir Ucrania. Una guerra europea es un evento que afecta sobremanera la fragil estabilidad mundial y, por esto, este domingo dedicaremos este espacio a reflexionar sobre los escenarios que podrían presentarse en este conflicto. Para poder escribir esta nota en El Reporte conversamos con dos expertos en inteligencia militar de los Estados Unidos que han formado parte de la comunidad de inteligencia de ese país. Ambos nos pidieron que mantengamos sus nombres en reserva y así lo haremos; sin embargo, los párrafos siguientes son producto -en gran medida- de estas charlas.

Vladimir Putin es autócrata. Esta es una verdad de perogrullo pero es relevante empezar mencionándola. Esta situación de poder casi ilimitado dentro del aparto de gobierno ruso hace que el proceso de toma de decisiones sea bastante más sencillo de analizar, pues no hay los pesos y contrapesos que en una democracia suelen hacer las labores de inteligencia más complejas. A esto se suma que no hay libertad de prensa en Rusia. Así las cosas, los actores que pueden incidir en la toma de decisiones son muy pocos y todos cercanos a Putin. Dicho esto, Putin puede decidir en una de las siguientes tres direcciones: hacer más, hacer menos o hacer algo distinto. En lo sucesivo revisaremos los tres casos.

Hacer más -desde una óptica rusa- implicaría aumentar la presión nuevamente en los puntos de fricción y avanzar sobre el terreno perdido. Esto se traduciría en la ya vista concentración de tropas al lado ruso de la frontera para lanzar maniobras de infantería para penetrar otra vez el territorio ucraniano. Si este el camino es probable que la penetración venga acompañada de un nuevo incremento en los bombardeos. La alternativa tiene riesgos: Moscú ya no cuenta con el factor sorpresa y ha quedado claro que Kiev se defenderá hasta las últimas consecuencias con un ejército que ha probado ser solvente y que está repotenciado con armas provistas por los Estados Unidos y la OTAN.

La alternativa de hacer menos supondría mantener el puente terreste que conecta las regiones de Donbás y Crimea, y fortificar la ciudad portuaria de Mariupol. Esto vendría acompañado de bombardeos esporádicos en la frontera y demandaría la cancelación de cualquier incremento en la cantidad de tropas enviadas a Ucrania con la finalidad de anexar territorios. Todo esto indicaría una transición hacia una guerra prolongada y los riesgos para Rusia que esto implica (que son básicamente tener que soportar el asedio ucraniano en terreno hostil sin una conclusión clara del conflicto a la vista). Rusia tendría que buscar que Ucrania se siente a negociar para encontrar concesiones y un fin a la guerra.

Finalmente, hacer algo diferente para Rusia sería romper con el esquema que hasta ahora ha seguido desde el inicio de la invasión. Por ejemplo, podría Rusia reemplazar las maniobras de penetración por el uso de armas nucleares tácticas (que no son ‘bombas atómicas’ como las de Hiroshima y Nagasaki; ni mucho menos bombas de hidrógeno) con las consecuencias que esto supondría. Otra alternativa sería que Rusia incremente la presión atacando a alguno de los países que ha entregado armas a Ucrania con el escalamiento que una movida así tendría. Aquí no debe dejar de mencionarse la alternativa de que Rusia se rinda, por más improbable que esta sea. Allí está el abanico.

Habiendo planteado todas las alternativas posibles, toca cerrar intentando decir qué es lo más probable. De acuerdo con las dos fuentes consultadas, esto es que Rusia haga más. Hacer menos tendría poco sentido estratégico ya que implicaría colocarse en una situación tácticamente desventajosa -tanto en lo militar, como en lo político-. Hacer algo distinto tendría consecuencias que Moscú sabe que no podría afrontar. Además, para el frente doméstico hacer cualquier cosa que no sea empujar hasta una victoria en términos rusos sería devastador para Vladimir Putin. Estas tres alternativas y sus maneras de llevarse a la práctica son también las que tiene Ucrania. El domingo que viene voltearemos la mesa.

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