OpiniónMartes, 27 de febrero de 2024
Judicatura en ruinas, por Fernando Rospigliosi
Fernando Rospigliosi
Congresista de la República.

La manipulación que realizó la coalición vizcarrista del sistema judicial desde el 2018, les permitió éxitos importantes, como destruir o arrinconar –“cercar” en su propio lenguaje- a sus adversarios políticos y proteger a sus aliados, no importa cuán corruptos fueran, como el propio Lagarto, y Susana Villarán y sus indemnes cómplices.
También ampararon -con su marioneta, Zoraida Ávalos-, hasta donde pudieron, a Pedro Castillo y su gavilla de facinerosos pues, aunque no era de su completo agrado, les permitió seguir disfrutando de parcelas de poder y recursos. Sin duda, lo consideraban preferible a Keiko Fujimori o Rafael López Aliaga.

Las consecuencias de esa perniciosa manipulación del sistema judicial se evidencian ahora. El Ministerio Público, con un poder inmenso e inmerecido después de la puesta en vigencia del nuevo Código Procesal Penal (CPP) -promovido, por supuesto, por los caviares- está en escombros, politizado, con feroces y públicas disputas internas, reclutando muchas veces a magistrados mediocres, ineptos, arrogantes y no infrecuentemente, corruptos.
La Junta Nacional de Justicia (JNJ), creada por una comisión de notables caviares en menos de dos semanas, e impuesta por el entonces todopoderoso Martín Vizcarra a un Congreso atemorizado, ha resultado, como era de esperarse, un fracaso completo.

Es un organismo politizado y prevaricador, que ha pisoteado la ley y la Constitución con toda impunidad y desfachatez (ver “Violar la Constitución no es falta grave”, Expreso, 25/9/23), que obedeció sin chistar la consigna caviar de liquidar irregularmente a Patricia Benavides y que ahora chapotea en el fango de varias acusaciones inesperadas del propio individuo al que utilizaron para su propósito.

Los resultados están a la vista. El más importante caso de la última década, Lava Jato, es un fiasco completo, como ahora reconocen incluso los que lo utilizaron perversamente para perseguir a sus adversarios. Los más beneficiados fueron los grandes corruptores, que salieron campantes con sus fortunas mal habidas casi intactas.

La calidad de los magistrados no ha mejorado en absoluto, a pesar de que los sueldos son comparativamente altos y los presupuestos mayores. Los procesos siguen siendo absurdamente lentos.

Uno de los motivos por los que la delincuencia ha crecido desmesuradamente en los últimos años, es el CPP, “garantista” para los delincuentes y aplicado por jueces y fiscales educados en el odio a las fuerzas del orden por los caviares.

En suma, por donde se le mire, la “reforma del sistema de justicia” de la coalición vizcarrista, planteada y aplicada por los caviares, solo ha servido a sus protervos intereses políticos, ha quebrado la frágil institucionalidad y ha favorecido el crecimiento de una delincuencia cada vez más violenta.

Ahora en el Congreso hay varias propuestas para intentar cambiar este sistema podrido. Los caviares, naturalmente, se oponen y tratan de conservar las áreas de poder que han ocupado. Se aferran a las posiciones que les han permitido atropellar a sus adversarios.

Es indispensable realizar las transformaciones más urgentes.

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