Buses en llamas, niños en el olvido, extorsión, crimen y negación, protestas, paros, corrupción, ineptitud, forestas plagadas de fuego y declaraciones vergonzosas ¿que semanita hemos vivido no?
Estos últimos días han evidenciado una situación insostenible. El gobierno de Dina Boluarte no está a la altura pero de nadie. Probablemente el gobierno más incapaz, junto con el de Pedro Castillo. Cuanto daño nos han hecho las últimas elecciones. Y aún así, parece que la gente no abre los ojos.
Nos estamos desbordando. El desgobierno actual ha generado que el caos y la confusión se apodere de las calles. Y una vez que se desata la locura, la actual jefa de Estado no tiene idea alguna de cómo frenar la situación.
No es novedad que nuestros niveles de seguridad estén hasta el suelo. Es un tema que se viene advirtiendo desde hace mucho, varios gobiernos atrás, sin embargo, nadie ha sabido frenar la situación. A parte de los crímenes que vemos en las noticias en el día a día, hay muchos otros que se computan diariamente y que no se llevan los reflectores de la prensa, hasta que se vuelven sangrientos. Uno de ellos es la extorsión. Las diferentes mafias que existen en nuestro país, oriundas de nuestras tierras así como de otras ajenas, no permiten que el peruano salga adelante. Salvo ciertas privilegiadas zonas de la capital -y eso- para progresar, salir adelante o incluso vivir, se deben pagar las extorsiones de las mafias. Ese no es un tema nuevo. Y si lo sabe el ciudadano común y corriente, es evidente que deberían saberlo las autoridades, sin embargo, muchos prefieren hacerse de la vista gorda como el general Arriola, para quien no estamos tan mal porque otros países están peor. Grave su lógica.
Dentro de este gobierno izquierdista, así como de los anteriores, también de izquierda, ha querido entender que nuestro problema principal como nación es la delincuencia. Se llenan la boca con palabras a favor del campesino o del trabajador, pero luego lo dejan olvidado a la deriva dentro de la boca del lobo. Hasta que llega un momento, como esta semana, donde la víctima decide tomar las riendas del asunto, porque claro, el gobierno le da la espalda. Buscan, dentro de sus formas, justicia a mano propia.Lo que lamentablemente, conlleva a que los actos de los criminales tambien escalen al punto, que incendien buses a plena luz del día.
Mientras tanto, Dina Boluarte nos demuestra que no tiene ni la menor idea de como hacer su trabajo, al cual llegó de mera casualidad, casi como un “designated survivor”. Ejemplo de ello no solo es su ineficiencia para combatir la delincuencia, sino su proactividad para enfrentar situaciones inminentes.
Todos sabíamos que el jueves 27 de septiembre habría el paro de transportistas. Cada quien tomó sus previsiones como puede. Lo inaudito, otra vez, es la inacción del gobierno. Es objetivamente imperdonable, que sabiendo de como estaba la situación, el MINEDU haya decidido suspender las clases presenciales, el mismo jueves a las 6:50 am. Es inconcebible la indiferencia del gobierno a su juventud. ¿Niños ya vestidos camino a la escuela o en su paradero y al Estado recién se le ocurre avisar que no vayan a la escuela? Imperdonable. Y luego dicen que se preocupan por la juventud. Un claro reflejo de que nuestra mandamás no está siquiera segura de sus propias decisiones.
Mientras tanto, ¿Algo se solucionó? No. ¿Algo mejorará para los ciudadanos? No. ¿Y así debemos esperar hasta el 2026? No hay acción ni respuestas. Boluarte solo se esconde cual avestruz en su casa, resguardada por dos camiones de la policía. Preocupándose únicamente de su jefe Cerrón y de que no se le capture. La gente necesita seguridad y este gobierno no la sabe proporcionar.