OpiniónDomingo, 2 de febrero de 2025
La lucha por la supremacía mundial, por José Antonio Torres Iriarte
José Antonio Torres Iriarte
Abogado y analista político

Los Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, se ha propuesto afianzar su hegemonía e influencia mundial internacional, apoyándose en el liderazgo de un presidente que alcanzó una amplia victoria en los comicios de noviembre pasado. Donald Trump pretende en plazos breves marcar la agenda internacional y revertir las políticas de la administración Biden, signadas por políticas laxas en materia migratoria y comercial.

Biden fue elegido en el 2020 en un escenario político marcado por la pandemia ocasionada por el covid 19. Es claro que Biden y su entorno más próximo, no promovieron políticas de paz y tuvieron poco interés en evitar escenarios de guerra internacional. El papel de la OTAN debe ser analizado, desde la óptica de una alianza militar que ha excedido los propósitos que animaron su formación en el período de post guerra. La construcción de la Unión Europea consolidó las bases del Estado de Bienestar, aumentando el gasto social, contando con el financiamiento norteamericano para atender los gastos del sector defensa.

La invasión de Rusia a Ucrania pusó al descubierto las debilidades de la Unión Europea en materia de seguridad e hizó notar la dependencia europea en materia de energía. La reunificación alemana virtualmente se logró, como parte de un acuerdo con los líderes de la disuelta URSS, sin mayor zozobra y sin derramamiento de sangre. Alemania fue gobernada después de la reunificación por socialdemócratas en varios períodos o por democristianos como Angela Merkel que gozó de prestigio internacional. Durante la larga gestión de Merkel, aumentó la dependencia energética de Alemania, respecto a Rusia.

Vladimir Putin supó esperar lo necesario, para en febrero 2022 tomar la decisión de invadir Ucrania. El líder ruso parece estar decididó a recuperar los territorios que fueron parte de la URSS. No se resigna a ser un país intranscendente en el escenario mundial. Rusia muestra algunas fortalezas, pero no puede ocultar debilidades manifiestas, como es su reducida población, su atraso en materia de innovación tecnológica y haber sido superada por la República Popular China en las últimas décadas.

La URSS alentó durante décadas, procesos revolucionarios en diversas partes del mundo. La Tercera Internacional financió a los partidos comunistas pro soviéticos en América Latina. En el Perú, el PCP siendo minoritario, jugó un papel decisivo en los años de la guerrilla guevarista de la década de los sesenta y durante la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado. La URSS encontró en Fidel Castro un aliado incondicional.

Las relaciones entre la URSS y la República Popular China de Mao Tse Tung, se tornaron tensas no sólo por diferencias ideológicas, sino por disputas territoriales. La histórica visita del presidente Nixon y el Secretario de Estado Henry Kissinger en 1972, en mi concepto cambió el curso de la historia. Estados Unidos en un escenario de Guerra Fría, evitó la alianza entre la URSS y la República China liderada por Mao Tse Tung. Las reformas económicas impulsadas luego de la muerte de Mao ocurrida en 1976, demostraron cómo el desarrollo de las fuerzas del capitalismo en pocas décadas, han permitido que un país agrario, rezagado en materia industrial y tecnológica, dió un salto de tal magnitud que le ha permitido convertirse en la segunda economía del mundo. La República Popular China no es una democracia, no realiza elecciones, ni acepta la libertad de expresión, no permite que los trabajadores se organicen en sindicatos, siendo actualmente el "gran taller del mundo.

Donald Trump y su administración tienen una mirada global y no están dispuestos a ceder ante el avance de China, en parte importante de los países del Africa y en América Latina. Estados Unidos no pretende seguir entregando ingentes recursos a la OTAN, tampoco pretende multiplicar los escenarios de guerra en el mundo. El "efecto Trump" se hizo notar incluso antés del 20 de enero. La crisis del Medio Oriente, la invasión de Rusia y Ucrania, parecen ser prioridades.

Estados Unidos sigue siendo la primera economía del mundo, con un PBI muy superior al de la RPChina, con una población de alrededor de 350 millones de habitantes y un ingreso personal significativanente mayor que el registrado en China. Estados Unidos pretende que numerosas empresas norteamericanas establecidas en China y otras partes del mundo, se establezcan nuevamente en su territorio. Donald Trump se ha propuesto honrar sus promesas de campaña y ser leal con sus electores. La derrota sufrida por el partido Demócrata, a pesar de los gastoa cuantiosos de campaña, han sido una señal de que el electorado norteamericano espera un cambio de rumbo.

Estados Unidos está en la potestad de definir su política migratoria en ejercicio de su soberanía, lo que no debe ser contrario al respeto y trato digno a las personas. El Perú del mismo modo, está en la potestad de establecer su política migratoria, más aún en tiempos en los que hemos recibido a un número significativo de migrantes, sobre todo de nacionalidad venezolana.

No podemos negar, que para un sin número de connacionales, sigue siendo Estados Unidos un país de destino y una opción preferencial, en el caso de optar por migrar.

México a pesar de la suscripción del TLC con Canadá y México en 1994, sus sucesivos gobiernos no han conseguido desincentivar la migración hacía su vecino del norte. La economía mexicana está marcada por la existencia de los carteles de la droga, que han erosionado la seguridad nacional y logrado influenciar en la política mexicana. El gobierno de Claudia Sheimbaun, que sigue la política exterior trazada por su mentor político, López Obrador, no pretende enemistarse con la administración de Trump.

Si Gustavo Petro (hace unos días) trató de demostrar su vocación antimperialista de manera demagógica e irresponsable, estoy seguro que el gobierno de México optara por la sensatez. No olvidemos que de manera permanente, durante los gobiernos de Clinton, Bush, Obama y Biden se han realizado deportaciones de manera sostenida. Las cifras de deportados, durante el último año del gobierno de Joe Biden superaron el total de deportados durante los cuatro años de la primera administración de Donald Trump. Cuando los hechos se tergiversan, se cae en la mentira y la distorsión de la realidad. Donald Trump se expresa de forma grandilocuente, descartando el uso del llamado lenguaje "políticamente correcto" tan empleado por progresistas, globalistas y miembros del partido Demócrata.

Estados Unidos sigue siendo un país imperialista, Rusia está lejos de tener el peso y poderío que tuvo la URSS, por su parte la Unión Europea muestra la decadencia de Occidente, siendo la República Popular China, la segunda economía del mundo, que no puede ocultar su vocación imperialista.

Por otro lado, Donald Trump está dispuesto a enfrentarse a la "cultura woke", al progresismo y globalismo avasallador, siendo muy crítico de la Agenda 2030 o la recién aprobada Agenda 2045 de Naciones Unidas.

América Latina debe buscar su propio destino, afianzando procesos de integración realistas. Crear riqueza, crecer económicamente, reducir la pobreza y poner fin a las tiranías, son tareas urgentes. En un mundo cambiante, debemos buscar nuestra propia identidad, sin alardes, ni discursos demagógicos, descartando de plano cualquier sometimiento a potencia extranjera alguna.

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