Este sábado 28 de junio, el centro de Lima volvió a teñirse con los colores del arcoíris en una nueva edición de la Marcha del Orgullo. Miles de personas, acompañadas por colectivos, organizaciones extranjeras y marcas comerciales, tomaron las calles bajo consignas que exigen “mayor visibilidad” y “nuevos derechos” para la comunidad LGBT —a pesar de que, en la práctica, ya gozan de representación plena en medios, instituciones públicas y espacios culturales. Lo que para algunos es una fiesta de inclusión, para otros es el reflejo de una tendencia preocupante: el uso del aparato estatal y del espacio público para reforzar una agenda ideológica que se aleja de las verdaderas urgencias del país.