El pasado lunes 29 de septiembre, Rafael Belaunde Llosa se presentó ante la audiencia empresarial de CuentaRegresiva —los almuerzos que organiza CanalB.pe con precandidatos presidenciales—, para exponer su visión del Perú y sus propuestas rumbo al 2026. La expectativa era alta: se esperaba, con la ilusión de siempre, descubrir al outsider disruptivo, al redentor inesperado que, con apellido ilustre y aire distinto, quizá lograra evitarnos el eterno dilema de elegir entre cloro y aceite.
Pero dos horas de discurso bastaron para diluir los entusiasmos, y volver a considerar las otras opciones. Lejos de un inquilino de Palacio de Gobierno, Belaunde Llosa se perfila más bien como un entusiasta candidato a diputado o, con mayor fortuna, presidente corporativo de la CONFIEP. De la Presidencia de la República todavía lo alejan varias décadas, o quizás vidas.
Su historial político tiene un curioso perfume a caviar: en 2001 se sumó al equipo técnico de Popy Olivera y hasta postuló al Congreso bajo esa bandera, con el resultado que ya todos conocemos. En 2020, fue juramentado por Martín Vizcarra como Ministro de Energía y Minas en el gabinete de Pedro Cateriano, cargo breve pero suficiente para obtener una medalla institucional. Y en 2022, junto al propio Cateriano, fundó Libertad Popular, la plataforma desde la que ha decidido anunciar su precandidatura presidencial.
Un recorrido que, más que un camino, parece una colección de estaciones improvisadas, con la esperanza de que alguna lo deje más cerca de Palacio.
En la primera hora de su presentación en CuentaRegresiva, Belaunde expone con abundantes generalidades dos problemas que tiene el país y que escuchamos siempre: la importancia promover un modelo económico que incentive la inversión privada y que incluya a los informales en el sistema y la necesidad de establecer seguridad ciudadana para acabar con las extorsiones y el sicariato. Un menú tan familiar que parecía recitado de memoria, como si se tratara de la introducción a un PowerPoint corporativo más que la síntesis lúcida de un estadista frente a dos tumores crónicos que devoran al país.
En la segunda hora, el precandidato respondió las preguntas que el público desanimado formulaba intentando encontrar algo de brillo en su presentación. Pero el resultado fue más de lo mismo: críticas a los gobiernos de los últimos treinta años, diagnósticos de manual y la eterna omisión de la pregunta esencial que separa al político del opinólogo: ¿y usted, cómo piensa solucionarlo?
Quizá la candidatura de Belaunde sea una de esas tantas que se miraron en el espejo de Pedro Castillo y se dijeron: “si él pudo, ¿por qué yo no?”. La respuesta, aunque incómoda, es sencilla: no necesitamos más aprendices ni aventureros de ocasión. Lo que el país exige —y sigue sin encontrar— es alguien que gobierne, y, sobre todo, que sepa hacer política.
Etiquetas: Amarillo, Belaunde, CanalB, Cateriano, Cuenta Regresiva, Libertad, Libertad Popular, Pedro Cateriano, Rafael Belaunde Llosa, Vizcarra Last modified: 4 de octubre de 2025