Escrito por 06:57 Opinión

Visión estratégica China sobre América Latina, por Berit Knudsen

El Tercer Documento de Política hacia América Latina y el Caribe, publicado por China en diciembre, no es una coincidencia ni un gesto protocolar. Llega poco después de la presentación de la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de la administración de Donald Trump. Las dos potencias, en competencia por el rumbo del siglo XXI, ven en América Latina el escenario donde desplegar el conflicto. Ambos países expresan sus proyectos para moldear el futuro de la región y la arquitectura del poder global.

El primer documento sobre politicas para latinoamerica de 2008nació en tiempos en los que china era un actor emergente y su prioridad era abrir puertas al comercio, inversión básica, energía y cooperación, sin fricciones políticas. El tono fue prudente, enfatizando el “beneficio mutuo”, evitando cualquier estética sobre liderazgo global.

El documento de 2016 mostró la madurez china expandiéndo la Iniciativa de la Franja y la Ruta. América Latina entraba en un ciclo de crisis fiscal y Pekín apostó por financiamiento masivo, infraestructura, telecomunicaciones y energía. El texto se centró en cómo convertir a China en socio estructural sin compromisos políticos directos.

En 2025, el documento presenta una hoja de ruta como potencia. Busca moldear su presencia regional con conceptos-marco de solidaridad, civilizacion y “futuro compartido” como núcleo estratégico. Explica cómo proyectar un orden con caracteristicas chinas.

Mientras Washington usa el lenguaje del poder, seguridad hemisférica, amenazas transnacionales, protección territorial; Pekín habla de desarrollo sin mencionar la competencia geopolítica. Su invitación hacia un “futuro compartido” y estética amable no altera la sustancia: no pretende participar en la región, busca integrarla a su esfera de influencia tecnológica, logística y normativa bajo sus estándares.

El texto chino revela cinco programas, solidaridad, desarrollo, civilización, paz y pueblos, contenedores ideológicos para una estrategia que gira en torno a tecnología: infraestructura digital, 5G, cables submarinos, centros de datos, ciberseguridad, cadenas de suministro, litio, inteligencia artificial.

Su narrativa civilizatoria rechaza el universalismo occidental, relativiza las normas liberales, planteando múltiples modernidades posibles. Bajo ese lenguaje, China propone a América Latina una comunidad sin exigencias democráticas, transparencia ni gobernanza, ausencias tan elocuentes como lo que se dice. Las omisiones no son accidentales: los derechos humanos, elecciones libres, prensa independiente son excluidos. La cooperación china sin condiciones, pero sin salvaguardas, en una región con instituciones frágiles, es una invitación al autoritarismo.

En países con intensa presencia china, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Argentina, la captura de élites, falta de reformas productivas y degradación institucional convivieron con el estancamiento en desarrollo humano y retroceso democrático. La cooperación sin intervenciones avala la concentración de poder sin interferencias.

Frente a esta estrategia de largo plazo, la NSS de Estados Unidos reconoce que la seguridad norteamericana depende de la seguridad latinoamericana, que ninguna frontera es impermeable y que el crimen organizado no distingue soberanías. Washington entiende que su ausencia permitió a China llenar los vacíos en una región polarizada, insegura, des institucionalizada e integrada a las cadenas chinas.

Ambos documentos, leídos en espejo, muestran el laberinto estratégico que enfrenta América Latina. Estados Unidos intenta frenar la expansión de un rival que avanza sin bases militares ni alianzas formales, pero con infraestructura crítica y dependencia tecnológica. China promete desarrollo mientras instala plataformas digitales, puertos, corredores logísticos y esquemas financieros que consolidan su presencia estructural. Uno exige estándares democráticos; el otro evita mencionarlos. Uno está dispuesto a confrontar; el otro busca seducir.

La región no necesita elegir bandos, América Latina debe comprender que esta competencia puede ser una oportunidad para atraer inversión, modernizar infraestructura y acceder a tecnología, pero fortaleciendo instituciones, defendiendo la transparencia y evitando la dependencia asimétrica. El riesgo es quedar atrapados entre potencias que compiten por influir en nuestro destino, mientras las democracias se erosionan y la inseguridad es el precio de la ingenuidad.

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Etiquetas: , , , , Last modified: 14 de diciembre de 2025
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