OpiniónViernes, 9 de junio de 2023
El Buenismo Progresista, por Pancho de Piérola

Terrible tragedia la que ha ocurrido esta semana en Francia. Un degenerado atacó a media docena de niños a cuchillazos en la localidad de Annecy. Este criminal tenía una característica que ha abierto el debate nuevamente: era un refugiado de Siria.

Desde ya hace algunos años, Europa (y el mundo en general) está siendo víctima de una hegemonía cultural. Un movimiento donde los sentimientos priman por sobre la razón. Una ideología que borra el crimen y la infracción en nombre de la justicia social. Una pandemia llamada progresismo.

Solo esta misma semana, en Francia, un marroquí de 30 años está siendo juzgado en Montpelier, por atacar a una mujer de 50 años con un cuchillo. Un argelino fue condenado a un año de prisión por una agresión sexual en Vaulx-en-Velin. Un tunecino trató de huir del país después de que su pareja fuera encontrada muerta. Un futbolista argelino intentó estrangular a una joven menor de edad. Todos tenían una característica común: estaban en Francia con condición de refugiados.

Las fronteras existen por algo, para salvaguardar la soberanía nacional y para proteger a los ciudadanos. Que entren todos los extranjeros que quieran, pero que cumplan los requisitos. Estas fronteras dejan de importar en nombre del buenismo progre, donde si existe la necesidad, se le debe conceder todos los deseos y caprichos a quien lo desee.

En el siglo XX, hubo una masiva migración, hacia Europa y hacia EE. UU. Las personas dejaban atrás sus casas para ir a buscar nuevas oportunidades. Hoy, estos refugiados llegan a países “modernos” porque saben que les darán comida, casa y hasta pensión. Llegan como la novedad que infla los pechos de moral auto percibida a esa población de izquierda intelectual.

En California, tal vez el Estado más progresista del EEUU, el senado estatal ha aprobado una ley para entregar US$300 dólares semanales a los inmigrantes ilegales desempleados. Dinero de los contribuyentes a las manos de individuos que burlaron las leyes para ingresar a un país.

Joe Biden se hace de la vista gorda con los más de 10 mil inmigrantes ilegales que cruzan la frontera. Las autoridades no se atreven a decir una palabra porque criticar la inmigración ilegal es xenofóbico, racista y clasista. Criticar una acción criminal convierte a uno en el villano de la película.

¿Suena familiar esta narrativa? Criticar a un criminal extranjero e indocumentado de esos que entraron por la puerta grande con Vizcarra y Sagasti es un acto de discriminación. Este cáncer ideológico se está propagando por todo el mundo. ¡Qué vuelva la cordura!

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