Aún estamos a un poco menos de dos años para las elecciones generales y nos encontramos con una serie de nuevos partidos políticos, lo cual nos hace pensar que llegaremos a más de 40 partidos para las elecciones generales, lo que será el festín y regocijo de los teóricos de las reformas políticas propiciadas por Vizcarra. Ahora bien, más allá de la gran cantidad de partidos, vamos encontrando empresarios, exautoridades públicas, académicos y hasta cómicos que desean ser presidentes de nuestro Perú, lo cual está en todo su derecho, pero demuestra, una vez más, que para ser político no existe ningún requisito, ninguna formación general ni específica. Entonces, ¿qué podemos esperar?
“Aventureros de la política” en algunos casos entran a la arena política porque simplemente tienen recursos económicos, pueden comprar hasta un partido, y con ello sentirse importantes, y en el mejor de los casos tienen un espacio donde pueden hablar constantemente y satisfacer sus egos. Otros, porque viajan mucho por las regiones y comen hasta en los mercados, haciéndonos creer que su afinidad con la población es real. Y algunos, en la medida que hacen más videos o TikToks, y son tendencia, creen que están haciendo política. Seguramente muchas de las acciones que realizan son parte de lo que se ha convertido la política, y al parecer la población nos vamos acostumbrando a este tipo de políticos, que basta con mirarlos con un poco de profundidad y encontraremos un gran vacío, pero quizá son carismáticos, y eso es lo que vende o lo que nos dejamos vender.
Aún estamos a muchos meses de las elecciones, pero al parecer por momentos se ha adelantado la campaña, olvidándonos de que tenemos al frente un gobierno de izquierda que sigue haciendo su trabajo, y donde la derecha mercantilista sigue pactando por “la gobernabilidad”. Dicha gobernabilidad no va a ser posible si no hacemos las reformas que se deben hacer, si no atraemos talento a la política; no solo gente carismática, sino personas formadas, sólidas académica y moralmente. Parece iluso, sí, pero no encuentro otro camino para poner fin a este espectáculo en el que se ha convertido la política.