Las huestes de los Quispe Palomino, del Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), mataron por lo menos a 16 ciudadanos en San Miguel del Ene, Junín. Volvió el terror. Volvió el asesinato a los pobres, a los humildes, a los olvidados; como la mayoría de quienes murieron en manos del sanguinario grupo terrorista Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP – SL). El 80% de las víctimas del terrorismo vivía en el campo, a pesar de que sólo 30% de la población vivía ahí.
La izquierda peruana, en una actitud persistente de inmoralidad, pide no politizar a los muertos cuando hace sólo unos meses politizaron a los muertos en las marchas contra Merino, llamándolos “héroes de la democracia”. Hablaron y lloraron en su nombre con el objetivo de precipitar la caída de Merino. ¿Esperaron a revisar las investigaciones para llegar a conclusiones? ¿Pidieron “investigaciones serias para esclarecer lo sucedido”? No. Porque esos muertos sí les servían políticamente.
A quienes acribillan a sus enemigos mientras duermen. Quisieron que se respete los Derechos Humanos de quienes nunca los respetaron. Que se trate con piedad a quienes no la tuvieron con nadie.
Hoy la izquierda peruana nos pide que hagamos como si no hubiera pasado nada. Nos piden lo que ellos no hicieron. Pero esto no es ninguna novedad. La izquierda peruana siempre ha pedido que el Estado haga lo que los terroristas no hicieron. Siempre quisieron que se trate con “debido proceso” a quien opera tirando la piedra y escondiendo la mano. A quienes acribillan a sus enemigos mientras duermen. Quisieron que se respete los Derechos Humanos de quienes nunca los respetaron. Que se trate con piedad a quienes no la tuvieron con nadie.
La izquierda odia a Alberto Fujimori. Y hay motivos. Fujimori siempre estará presente como parte de un triste episodio de nuestra historia. Pero es la izquierda quien ha creado sistemáticamente este clima de tabú. Donde casi que tenemos que pedir perdón por aplaudir en público a los mártires y a los héroes que murieron representando a las Fuerzas Armadas (FFAA) y a la Policía Nacional del Perú (PNP). Yo no he venido ni a pedir por favor, ni a pedir permiso, para decir que el PCP-SL es el responsable moral de TODAS las muertes: las perpetradas por ellos y por las fuerzas del orden. Honor y gloria a las FFAA y a la PNP.
Si hubiera sido una verdadera “guerra popular”, la Cantuta y Barrios Altos nunca hubiesen sucedido. Porque la inmensa mayoría de excesos de las FFAA se produjeron por la cobardía de estos miserables, de ocultarse tras los pobres, de atacar en las sombras y de no usar uniformes. De actuar como Al Qaeda y no como una guerrilla tradicional. Odiar a Fujimori al mismo nivel que a Abimael Guzmán es pensar igual que un senderista. Pensar que el Estado tiene que pelear con reglas de la guerra convencional, mientras el PCP-SL mata a machetazos a sus compañeros mientras duermen, es inaceptable.
Fujimori es malo porque violó derechos humanos. Pero si la izquierda lo odiara por eso, no pondrían congresistas asociados a las fachadas del PCP-SL y con vínculos con el MPCP. Fujimori es malo por la corrupción. Pero si la izquierda lo odiara por eso, no apoyarían al condenado y mafioso de Vladimir Cerrón. Fujimori es malo porque fue un dictador. Pero si la izquierda lo odiara por eso, no reivindicarían a Velasco, ni aplaudirían a Martín Vizcarra, y ni votarían por Pedro Castillo con su evidente desprecio por las instituciones democráticas.
¿Entonces qué odia en verdad la izquierda de Fujimori? Que hizo una constitución sólida, con principios que cualquier país que apunte a ser civilizado volvería a elegir. Que venció al terrorismo que no era más que una “versión radical” de la misma lucha de clases que ellos mismos promueven hoy. Que simboliza cómo es que la izquierda aburguesada y el terrorismo senderista le dieron la espalda al pueblo. Un pueblo que a súplicas pidió que quien sea, por más que cerrara el congreso, por más que cometiera ejecuciones extrajudiciales, por más que fuese corrupto; remedie el flagelo que estos padecían. La sociedad peruana nunca hubiera aplaudido a Alberto Fujimori si no fuese por Sendero Luminoso. Asuman eso también, no sean cobardes.
 
				 
				