Escrito por 07:29 Opinión

Empantanados, por Víctor Andrés Belaunde Gutiérrez

La guerra en Ucrania parece estar en un punto muerto. Rusia fracasó en su incursión inicial. No puede someter a los ucranianos, quienes, a su vez, tampoco podrían repeler definitivamente a su invasor. Se produce un estancamiento, como el de la Primera Guerra Mundial en el que ningún bando podía vencer al otro y ambos esperan que su enemigo colapse primero. Ese empantanamiento no solamente es militar. También es político. Se complica con el paso de las semanas, observándose indicios preocupantes sobre la confrontación en marcha.

Los enfrentamientos geopolíticos exigen destreza de los involucrados, discernir lo accesorio y secundario de lo vital y prioritario. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt comprendió que la amenaza existencial para su país era Hitler y la Alemania Nazi, cuya derrota debía priorizarse sobre todo lo demás, desde la lucha contra la segregación racial (postergada una generación) hasta la campaña militar en el Pacífico contra Japón, que se consideró secundaria en relación al frente europeo.

Hoy no existe claridad estratégica. La obsesión demócrata por revivir el acuerdo nuclear iraní aleja a los países del Golfo Pérsico de EE.UU., aliados tradicionales, para quienes los Ayatolas iraníes representan una amenaza tal que han fumado la pipa de la paz con Israel. Versiones periodísticas indican que en los Emiratos Árabes Unidos no le contestaban el teléfono a Biden. Arabia Saudita hace poco por bajar el precio del petróleo, habiendo intervenido cuando le convenía políticamente. En el ámbito doméstico americano, el gobierno demócrata insiste en políticas contra la explotación de hidrocarburos, favoreciendo a sus enemigos declarados en Moscú, Teherán y Caracas.

Respecto de China, la situación es compleja. Existe un debate al más alto nivel sobre su postura frente al conflicto, en un país tradicionalmente alérgico al aventurismo militar. No desean cargar con los pasivos de guerras de conquista ajenas, pero, a la vez, les resulta muy atractiva la actual vulnerabilidad rusa. También les seduce que los EE.UU. destinen más recursos a Europa, lo que presiona a los países asiáticos para alinearse a su favor.

También debe analizarse la percepción sobre las sanciones impuestas a Rusia, incluyendo la de China -les molesta las amenazas a sus empresas- y sobre la facilidad con la que puede expulsarse a un país del sistema financiero internacional y congelar sus reservas. Así mismo, las pretensiones de cierta izquierda de internacionalizar la Amazonía, que alarman al Brasil -y también deberían preocupar al Perú-, deben ser tomadas en cuenta. Hay muchos otros ejemplos de políticas (algunas indispensables e inevitables) que conspiran contra la formación de un frente unido, algo presente en los cálculos de Putin.

Para derrotar al nazismo, EE.UU. e Inglaterra se aliaron hasta con el diablo mismo (la ex URSS) y aglutinaron al resto del mundo. Derrotar el neoimperialismo ruso, más allá del destino particular de Putin, exige un esfuerzo parecido. ¿Habrán estadistas capaces de organizar esta lucha?

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Last modified: 30 de octubre de 2025
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