niciamos el último trimestre del año, donde parece que todo anda medianamente bien. En la región, se espera que, en Ecuador, el empresario Daniel Noboa obtenga la victoria. Esto representaría para nuestro país vecino evitar que caiga en manos del correísmo. En el caso de Argentina, aún no se ha dicho nada con certeza, pero todo indica que el candidato de la libertad, Javier Milei, pasará a la segunda vuelta, o tal vez haya una sorpresa y gane en la primera vuelta. Sería, en definitiva, un voto de protesta del pueblo argentino contra el sistema y el actual oficialismo.
Ahora bien, si analizamos un poco más, en el caso de Ecuador, este voto tiene un porcentaje considerable de miedo a que vuelva el correísmo. En el caso de Argentina, es, como mencioné antes, un voto de protesta. ¿Pero qué tienen en común ambas candidaturas? Ambos candidatos no son “políticos tradicionales” y, además, no provienen de partidos “tradicionales”. Por lo tanto, me pregunto: ¿No será que estos “partidos tradicionales” han perdido la capacidad de convencer a la población al no responder a las necesidades reales, y por eso están perdiendo terreno? ¿Dónde están estos nuevos cuadros de estos partidos? ¿O es un reflejo de que nuestras democracias siguen siendo débiles?
Mientras esto ocurre en la región, en nuestro país, continúan inscribiéndose partidos políticos. Podríamos llegar al 2026 con más de 30 partidos políticos. ¿Es esta la gran reforma política? ¿No es un síntoma que demuestra que nuestro sistema político tiene un gran problema? Ahora es el momento de realizar las reformas necesarias desde el parlamento. Es el momento en que los líderes de diferentes partidos políticos que comparten principios ideológicos puedan conversar y llegar a acuerdos para el 2026. Es tiempo de formar nuevos cuadros y atraer talento a la política. Es fundamental que construyamos alianzas y sinergias con las regiones, ya que es importante recordar que Lima ya no elige presidentes. ¿Podemos esperar un milagro?