Escrito por 13:09 Opinión

Una lenta agonía, por Fabrizio Tejada

El sistema previsional peruano está pasando por su mayor crisis desde su reforma total en 1994. Las AFP han tenido que afrontar, hasta el día de hoy, desembolsos de más de S/65,000 millones, equivalente a un 8% del PBI. Sin embargo, esta crisis solo puede ser explicada y comprendida desde la mayor baja de la producción nacional en 130 años, donde los peruanos tuvimos que enfrentar pagos de nuestras deudas, al no poder trabajar normalmente por las medidas decretadas con respecto a la emergencia sanitaria.

Este dinero -que la gente trató como “caído del cielo”- ha servido para que muchos, además, puedan iniciar un nuevo negocio, o simplemente ahorrarlo o gastarlo como creyeron conveniente. Hay dos hechos que saltan a la vista: en primer lugar, que los peruanos no tienen confianza en las AFP; en segundo lugar, que la gente ve como inútil el mero acto de ahorrar en una institución financiera.

El sistema con cuenta individual de capitalización trabaja bajo una premisa: todos tendrán una jubilación generosa si el ingreso de las personas crece junto a la economía -lo que lleva a que se destine más dinero a la cuenta de capitalización individual- y si el resultado de las inversiones de las Administradoras genera una rentabilidad que capitaliza los fondos ahorrados. Sin embargo, desde hace 5 años los ingresos de los peruanos se han estancado, y el retorno de la BVL (donde cerca de la mitad de los fondos de pensiones están ahorrados) no ha sido suficiente para que los peruanos puedan vislumbrar una jubilación digna. El poco optimismo que tienen los peruanos sobre la economía nacional impacta directamente en la poca confianza en las AFP.

Como muestran las cifras, el ahorro bruto representa el 18% del PBI, cifra por debajo de países de la región como Panamá (26%), Ecuador (25%), México (24%) y Paraguay (23%), por lo que podemos deducir, en rasgos generales, que no somos propensos a ahorrar -al menos en el sistema bancario-. Al vivir en un país donde abunda la incertidumbre, solo consideramos dos alternativas: o gastar el dinero, o invertirlo en un negocio o idea que la ganancia sea mayor a la incertidumbre.

Las AFP no han hecho una labor eficaz en promover los beneficios de su propia existencia, prefiriendo que sus promotores se queden en los debates técnicos y proponiendo tibias reformas reaccionarias. Lo que alguna vez fue un modelo de éxito, ya está en sus últimos días en su país creador -Chile- y profundiza una agonía en el nuestro.

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Last modified: 30 de octubre de 2025
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