Escrito por 08:18 Opinión

Masacre a la orilla del mar, por Alfredo Gildemeister

Hace unos días, me llamó la atención una noticia reportada por el fotógrafo Moisés Prieto Álvarez, conocido en sus redes sociales como Prial Photography, el cual reportó la aparición de un ‘Tiburón Megaboca’ varado en la playa de Negritos, en Talara. Efectivamente, la noticia decía: “Hallan ‘tiburón megaboca´ varado en playa Negritos y termina depredado por pobladores”. Se informaba que esta era una especie rara de tiburón que un buen día apareció varado en la playa Zorritos. Denunciaba que mientras la gente se acercaba y observaba al tremendo pez, ninguna autoridad se apersonó para contemplar al escualo.

De allí que los ciudadanos que contemplaban al pez medio agonizando varado en la orilla, simplemente optaron todos por filetearlo en trozos y llevárselo para cocinarlo o prepararse un buen filete. Lo más probable es que dichos ciudadanos no tuvieran la menor idea de que se trataba de una de las especies más raras del mundo, escasamente registrada en la costa peruana y de enorme valor científico por la información que aporta sobre la vida en aguas profundas. Pero como ya indicara, ninguna autoridad llegó a tiempo para resguardar el ejemplar. Ni la Capitanía de Puerto, ni el Serenazgo, ni especialistas en fauna marina ni nadie acudió al lugar. ¡A lo mejor si el mar varaba una sirena, las autoridades se animaban!

Esta noticia me hizo recordar lo sucedido hace unos años en una playa del sur de Lima mientras me encontraba jugando en la arena con mis hijos. Nos encontrábamos una soleada mañana cerca de la orilla y hacíamos un gran hueco con su correspondiente cerro de arena, cuando uno de mis hijos me dice: «Papá, mira esa cosa negra enorme que está saltando en el mar». Cuando miré hacia donde me señalaba, pude efectivamente ver una cosa negra casi monstruosa a unos veinte metros de la orilla, que saltaba, caía, chapoteaba en el mar, salía y volvía a caer. No acertaba a saber de qué se trataba. Una ballena no parecía, sería demasiado grande, un bufeo menos pues se trataba de un gran animal. Luego, me percaté de que un pescador a unos metros de donde me encontraba jalaba un grueso cordel, esforzándose inútilmente pues el enorme animal —que hasta ese momento no sabía qué cosa era— era mucho más fuerte y lo vencía al pescador. Aparecieron dos pescadores mas que ayudaron al primero. Entre los tres tiraban del grueso cordel con lo cual empezaron a acercar poco a poco al enorme animal hacia la orilla. Fue en ese momento que con asombro mis hijos y yo nos quedamos con la boca abierta contemplando esta lucha o cacería entre tres pescadores y una enorme bestia marina. La lucha y el forcejeo continuó durante una media hora hasta que al fina pudimos contemplar al enorme animal e identificarlo. ¡No lo podíamos creer! Se trataba de una enorme mantarraya con el lomo de un color negro azabache, con la panza blanca, que se debatía en una lucha a muerte por zafarse de los anzuelos que había mordido y que, con la ayuda del cordel y los tres pescadores, era jalado hacia la playa. Al parecer, según me indicó uno de los pescadores, la enorme mantarraya se había enganchado en el cordel de uno de sus compañeros, mientras pescaba.

Me acerqué más a los pescadores para poder ver qué estaban haciendo y qué pretendían hacer. Muchos niños con sus madres se acercaron también a curiosear. La enorme mantarraya ya estaba en la orilla, aleteando como loca. Nadie se le acercaba pues era enorme. Sus alas o aletas eran enormes -unos tres metros de punta a punta- y el animal se defendía con todo. Finalmente, uno de los pescadores se le acercó audazmente y con un enorme cuchillo de cocina, rápidamente se lo clavó en medio de lo que parecía ser la cabeza, con lo que después de un estertor que duró algunos minutos, el animal murió. Todos los presentes que mirábamos esto nos quedamos helados mirando esta masacre.

Pero, ahí no terminó todo. Serían como las once de la mañana cuando los pescadores, cada uno con un enorme cuchillo, comenzaron a filetear y cortar a la mantarraya en trozos comenzando por su larga cola. Obviamente la orilla del mar y esa parte de la playa quedó totalmente bañada por la sangre del animal que salía a raudales por las heridas de su cuerpo. La orilla parecía literalmente una carnicería. Y tal como sucediera con la noticia del tiburón megaboca en Negritos, ninguna autoridad se apersonó. Y, repito, tal como sucedió con la noticia del tiburón megaboca, los pescadores y algunos más estuvieron todo el día fileteando a la enorme mantarraya llevándose los enormes trozos de carne a una camioneta que por ahí tenían estacionada. A las cinco de la tarde, no quedaba literalmente nada de la enorme mantarraya, solo un inmenso charco de sangre y agua de mar sobre la arena enrojecida.

Así como esta enorme mantarraya, ¿Cuántas veces seguramente nos hemos encontrado cuando vamos a una playa, algún pelícano, gaviota, peces diversos, lobo de mar y hasta un delfín o bufeo varado vivo o herido en la orilla del mar? Como muy bien escribiera Moisés Prieto Álvarez: “Nos encanta hablar de que queremos mejores playas, mejores ecosistemas, más turismo, más desarrollo… pero cuando aparece un animal único, la respuesta es ignorancia, burla y desinformación. Así no se progresa. La naturaleza no necesita más discursos, necesita que la gente deje de actuar como si todo lo que aparece en la playa fuera ‘carne gratis’”.

Efectivamente, a las puertas de una nueva temporada de verano, las autoridades deben informar y especialmente educar a los veraneantes para situaciones como las arriba narradas. Es normal que el mar muchas veces arroje peces o animales mas grandes heridos o que se encuentren aves marinas en las playas que necesiten ayuda y que, en lugar de maltratarlas e inclusive matarlas, se debe actuar de inmediato para salvarlas pues forman parte de nuestra fauna marina de nuestra patria, y salvaguardan el medio ambiente marino. Lamentablemente, como bien señala Prieto Álvarez, “el hecho evidencia la falta de educación ambiental y la ausencia de protocolos para atender este tipo de descubrimientos. Un ejemplar como este debería ser documentado y analizado, no destruido”. De nosotros depende cuidar y salvaguardar nuestro rico e inmenso mar de Grau, así como nuestra fauna marina. No la maltratemos ni la destruyamos. Cuidemos nuestras riquezas.

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Etiquetas: , , , , , , Last modified: 30 de noviembre de 2025
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