¡Salvemos a la justicia!
En el Perú, cualquier ciudadano puede perderlo todo en un día: su libertad, su patrimonio, su reputación. Y no necesariamente porque haya cometido un delito, sino porque el sistema judicial —el que debería impartir justicia— ha sido transformado en un instrumento de poder, un mecanismo de coerción política y de impunidad...