Escrito por 09:07 Informes

Pedro Castillo: Impotencia comunista, por Patricio Krateil

Pedro Castillo Terrones, ahora por fin condenado por la Corte Suprema del Perú a 11 años y 5 meses por conspiración para la rebelión tras su fallido intento de golpe de Estado del 7 de diciembre de 2022, representa uno de los episodios más abruptos e improvisados de la presidencia de nuestra tan circense política contemporánea.

La sentencia, que además incluye dos años de inhabilitación para ejercer cargos públicos, confirma judicialmente lo que todos los peruanos vimos en pantalla el 7 de diciembre, pero también lo que con mucha vehemencia veníamos advirtiendo con meses de anticipación. Pedro Castillo no creía en la republica peruana ni sabia como arreglarla y, sobre todo, era un sujeto tan mediocre que, a diferencia de otros golpistas, como Velasco o Benavides, este carecía de toda facultad para imponerse en el cargo. En otras palabras, fue un dictador tan patético y paupérrimo que se libró de la condena de rebelión y por ello solo fue acusado de “conspiración”.

La vigente condena de 11 años es la consecuencia de su poca facultad mental para poder hacer incluso aquello que los comunistas saben hacer por instinto: destruir un Estado de derecho. Hay que comprender que este encarcelamiento no es un triunfo como tal, pues 11 años son solo dos periodos de gobierno, esto es únicamente un momento de reflexión para comprender lo que nos dejará siempre el votar por esperpentos partido políticos, visiones arcaicas sin un ápice de coherencia profesional como planes de gobierno e improvisaciones radicalizadas disfrazadas de candidatos presidenciales.

¿Cómo inicio todo?

Su llegada al poder en 2021 no provino de una trayectoria política orgánica ni de méritos administrativos, sino de un contexto de hartazgo social que permitió que un maestro rural sin formación y experiencia en gestión fuera catapultado al centro del poder estatal.

Castillo no provenía de ninguna escuela política consolidada. Era maestro de primaria en Chota, Cajamarca, dirigente sindical e integrante de rondas campesinas. Su salto a la notoriedad nacional se dio recién en 2017. Año que encabezó como buen líder sindical la huelga magisterial que paralizó el país, fracturó al gremio y debilitó la meritocracia docente.

Fue Perú Libre, partido de corte marxista-leninista dirigido por Vladimir Cerrón, quien lo invitó a postular. Un rostro de origen rural y además conocido dentro de los sindicatos parecía ser el perfecto perfil para la encarnar la dialéctica clásica marxista de “proletarios vs capitalistas” o “campesinos vs citadinos”.  

La campaña presidencial de Pedro Castillo con Perú Libre fue marcada por tensiones internas, e improvisación que reflejaban la contradicción entre un partido ideológico y un candidato improvisado. Cerrón y su círculo buscaban mantener el control de la estrategia, los mensajes y las alianzas. Querían un plan de gobierno claramente comunista con propuestas del siglo pasado como estatizar los medios de producción, controlar los precios, promover políticas centralistas y sobre todo impulsar una Asamblea Constituyente para acabar con el capítulo económico de nuestra constitución.

Castillo, por su parte, actuaba de manera improvisada. Parecía tener algún desfaz mental, carente de gracia y de sinapsis cerebral, confiando más en su carisma y cercanía con los votantes rurales que en la coherencia con la hoja de ruta del partido de Cerrón. Esta disparidad naturalmente generó conflictos internos.

Lamentablemente pese a tener al comunismo regional atrás y él ser un iletrado ante los ojos de cualquiera, el odio a Keiko Fujimori lo hizo vencedor en la segunda vuelta.

Durante su gobierno, esa improvisación y afiliación a las doctrinas marxistas de su partido abrió la puerta a personajes vinculados a Sendero Luminoso como el condenado narco comunista Guillermo Bermejo o el terrorista setentista, Héctor Béjar. Por supuesto, también plagó al Estado de familiares implicados en escándalos e investigaciones fiscales. Parecía que solo conocía o filos terroristas (y algunos sí terroristas) o corruptos investigados.

Si bien es cierto que no existen evidencias del todo esclarecidas de que Castillo integrara mafias antes de ser presidente, su administración sí se convirtió en un espacio permeable a intereses corruptos, a redes paralelas de poder y a manejos opacos que deterioraron la institucionalidad lo que le fue costando poco a poco la credibilidad.

Frente a su creciente debilidad política y a un Congreso dispuesto a removerlo pronto, Castillo optó por una salida desesperada y digna de un cobarde. Fue ahí que anunció la disolución del Congreso, la intervención del Poder Judicial y el establecimiento de un gobierno de excepción. Un golpe de Estado con todas sus letras. Sin embargo, gracias nuevamente al rechazo de nuestras Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que el profesor vandálico terminó detenido de forma inmediata y con ello acabado su golpe.

Tanto su ascenso como su caída revelan quien fue Pedro Castillo: un personaje diminuto, arrastrado por la marea del descontento social e inflado por algunos trasnochados radicales, que llegó al poder no por mérito ni talento, sino por casualidad histórica, y que se desplomó no por los aciertos de sus contrincantes, sino por su propia incapacidad e ineptitud.

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Etiquetas: , , , , , , Last modified: 30 de noviembre de 2025
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