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Autopsia del octubrazo

El país cerrará octubre con una sensación de ajuste. Todo gracias a un colapso exprés, casi maratónico, que deja a la izquierda, al parecer, sin narrativas de repuesto y al borde del coma. Los casos son capítulos de una misma parábola: un congresista condenado por terrorismo, una parlamentaria que convierte su despacho en servicio doméstico, una generación de manifestantes anestesiada por su propio fuego cruzado, la absolución judicial que sepultó uno de los mitos más prolongados del progresismo y la neutralización de la aspiración presidencial del máximo caviar. Una función impecable, un espectáculo digno de una tragedia griega.

Uno de los principales protagonistas es Guillermo Bermejo, congresista de Perú Democrático, quien fue condenado a quince años de prisión por vínculos con los Quispe Palomino, remanentes de Sendero Luminoso, en el VRAEM. Lo que durante años vendió como lucha social fue, en el fondo, un viejo fetichismo ideológico: el culto a la violencia como romanticismo político. Su final es coherente: cuando uno juega a la insurgencia, tarde o temprano le llega la ley y la justicia.

También tenemos al camaleónico de Martín Vizcarra: el arquitecto de la degradación de los últimos años. El Jurado Nacional de Elecciones le acaba de poner un candado a su sobreactuación. Ha confirmado que su candidatura presidencial es inviable. Es decir, el personaje que apeló a la moralina, al arte del encadilamiento y ahora último a la cultura stream acaba de quedarse, al menos por ahora, si es que no hay un giro tragicómico, sin escenario. Esta ratificación igual parece surreal tomando en cuenta que hablamos de un personaje inhabilitado para ocupar un cargo público. Sutilezas estridentes de nuestra fragilidad democrática.

Por otro lado, el Tribunal Constitucional aportó la nota institucional a esta crisis medular de nuestra izquierda. Al cerrar el caso Cocteles, se han desarmado diez años de cruzada judicial y de culto al antifujimorismo como religión civil. Los fiscales rockstars José Domingo Pérez y Rafael Vela habían convertido la justicia en su mesa de partes y a Keiko Fujimori en una hereje oficial. El fallo los devolvió a la realidad: no hay épica en los procesos mal llevados. El progresismo judicial perdió su fuente de energía moral. Y sin enemigo, toda maniobra inquisidora se vuelve un monólogo plano y destinado al olvido.

Aquí también entra a tallar la llamada Generación Z, a la que le llegó la fecha de expiración prematuramente tras no haber encontrado el atajo para su Merinazo 2.0. Se les acabó el entusiasmo. Y no por falta de hashtag, sino por exceso de dueños: colectivos que pelean por la ruta, la vocería y la caja; asambleas que duran más que las marchas; “comités de seguridad” que se creen comité central; ONG que piden KPI antes que agenda. En cristiano, fracturas por el control de las protestas, egos en guerra abierta y sospechas de financiamiento cruzado. Puros lives, puro spreadsheets.  Fallaron en su intento de ser el relevo generacional.

Y cuando parecía que no quedaban más símbolos, apareció Lucinda Vásquez, congresista de Juntos por el Perú-Bloque magisterial-Voces del pueblo, denunciada por usar a sus asesores como asistentes personales. Les pedía preparar su desayuno y cortarle las uñas en horario de trabajo. Feminismo performativo y poder doméstico: el progresismo llevado al absurdo. Vásquez respondió que era víctima de una campaña. Lo que no notó es que ella solita fue su propia contracampaña.

Y así cerramos octubre, el mes del terror, con una izquierda hablando sola contra la pared. Bermejo pagó por su anacronismo; Vizcarra, por su soberbia; los fiscales, por su dogma; los jóvenes, por su ingenuidad; y Vásquez, por su vulgaridad. Ninguno fue perseguido: todos se expusieron, todos se pintaron de cuerpo entero.

Desde ya, me concedo el placer de ser la pirotecnia verbal de una izquierda que se viene inmolando a sí misma. Con una disciplina casi heroica. No hubo conspiración, ni persecución, ni complot imperialista. Simplemente llevaron sus manías y sus vicios al extremo y así van quedando, muy voluntariosos, al filo de la autodestrucción. Está siendo una interpretación eficiente del despropósito. Gracias totales.

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Etiquetas: , , , , , , , , , , , Last modified: 28 de octubre de 2025
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