Escrito por 16:37 Opinión

La zona VIP de la toma de Lima, por Franco Consoli

¿Cuántas más “Tomas de Lima” necesitan los caviares y extremistas de
izquierda para entender que no cuentan con un apoyo masivo? ¿Cuántas
veces más inflarán sus fracasos para intentar aparentar éxitos inexistentes?
La caviarada peruana sigue promoviendo la denominada “Toma de Lima” del 19 de
julio como un gran éxito, exagerando cada vez más los números de asistencia para
crear una realidad que nunca existió. Glorifican “la tercera Toma” como si hubiera
levantado al pueblo peruano en defensa de la democracia, cuando en realidad fue la
más modesta de las tres y distópica en su representación del sentir popular.


Además, este fallido intento de tomar Lima demostró que dentro de la misma
convocatoria coexistían dos agendas completamente diferentes. Por un lado, los movilizadores originales, es decir, aquellos que organizaron la marcha y promovieron la protesta, principalmente izquierdistas radicales antisistema y sus seguidores, junto a la élite socialista limeña, es decir, los caviares.

Este grupo, influenciado en gran medida por agitadores como Iber Maraví, vocero de
Pedro Castillo, Yachay Wasy y miembros del Movadef, buscaba generar algún impacto
social, enarbolando consignas en favor de la liberación y reposición del “prosur”. Sin
embargo, fueron completamente relegados y minimizados por su contraparte
“socialdemócrata” limeña.

Para la izquierda marxista, el 19 de julio era una fecha para salir a combatir por sus
ideales, por más cuestionables y equivocados que puedan ser, buscando levantar la
insurgencia dentro del país. Pero para la caviarada limeña, más figuretti que Urresti en
sus tiempos como ministro, estaba más preocupada por el espectáculo, la marcha,
para ellos, fue poco más que un desfile.

Los caviares se encontraban de fiesta, sonrientes y tomándose selfies entre sí,
comportándose como si fuera un reencuentro de promoción. Pasaron la jornada bajo
el enfoque de las cámaras, figuras como Verónika Mendoza, Sigrid Bazán, Gino Costa y
Rosa María Palacios disfrutaban de la atención mediática. Posteriormente, algunos de
ellos se dieron el lujo de disfrutar unas cervezas tras la extensa caminata, mientras que
sus compañeros de provincia tenían que emprender un largo viaje de regreso a casa.
Sin embargo, no debemos creer que los caviares marcharon al lado de los pro-Castillo,
los sindicatos provinciales, los del SUTEP o aquellos que esperan que Rusia los salve.
Siquiera con los defensores de la Wifala. Todos estos gremios, ajenos a los estándares
caviares limeños, marchaban en un segundo plano, mientras que los caviares se
mantuvieron en su zona VIP de la marcha, evitando la cercanía de esos izquierdistas
desagradables. Es cierto que, en ocasiones, se acercaron a algún grupo moderado para
tomarse una foto, pero una vez que las cámaras desaparecían, los relegaban
nuevamente a un segundo plano.


Para aparentar que la marcha fue mucho más de lo que realmente fue, Marco Sifuentes
de La Encerrona felicitaba a todos los participantes de la toma de Lima, incluyéndose a
sí mismo, aunque su contribución fue desde el sillón de su sala en España.


La realidad es que, dentro de la toma de Lima, si bien los grupos marcharon hacia un
mismo lugar, no lo hicieron de manera unida. Se visibilizó únicamente al grupo
hipócritamente clasista que se vanagloria de una falsa superioridad moral, que salió a
la calle para ser grabados y aplaudidos, alejando a los extremistas para evitar que
arruinaran su momento bajo los reflectores. Que con su clasismo marcharon “de
lejitos” con los que sí venían a tomar -ridículamente- la capital.


Otra vez los caviares arruinando la noche del extremo zurdo, apropiándose de la
marcha y haciéndose pasar por héroes, salvadores de la patria o demócratas de
antaño. Cuando son solo un grupo de resentidos sociales, figurettis, que no les
importa la democracia ni el bienestar del país, sino el propio.

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Last modified: 4 de noviembre de 2025
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