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Occidente y el sentido

A raíz de la crisis migratoria que vive Europa —particularmente con musulmanes— se hace cada vez más enérgico el debate sobre si el islam, o incluso el musulmán como sujeto, puede integrarse plenamente en Occidente. Detrás de esa discusión late la pregunta: ¿qué es realmente una nación y cuáles son sus límites?

Ante este tipo de cuestiones surge, desde el lado más conservador y patriótico, la idea de nación como algo objetivo. Por ejemplo, escuchamos a Santiago Abascal, de Vox, hablar de España como algo propio y concreto. En cambio, desde la otra orilla, personajes como el activista Gonzalo Fanjul critican con dureza a los nacionalistas conservadores, lanzando la pregunta que parece sencilla, pero nadie logra responder: ¿qué es realmente España?

Y aquí viene lo interesante que nadie responde con precisión. Algunos esquivan la pregunta, otros la disfrazan con discursos rimbombantes, pero al final nadie logra definir nada. El concepto de qué es España —como también qué es Perú, Estados Unidos y demás países— no resulta tan concreto como se suele creer. ¿Qué es lo que hace que una nación sea esa nación?

Quizás esto ocurra porque, en el fondo, esa pregunta no tiene una respuesta exacta. El concepto España, para seguir con el ejemplo, cumple una función filosófica similar a la del amor en el pensamiento de Slavoj Žižek. Para el filósofo esloveno, el amor no se explica, solo se siente y si es que se logra explicar es porque ya dejo de serlo. Y lo mismo ocurre con ideas tan profundas como la patria. Cuando intentamos encerrarlas en palabras, simplemente se escapan.

España, Perú o cualquier otro país no se entienden solo con la razón. La patria no nace del razonamiento, sino del vínculo. Intentar definirla es como pretender explicar un sentimiento, fallaremos casi siempre.

Y de esta forma lo entendieron los pensadores tradicionalistas. Para ellos, la esencia de una nación o civilización es sagrada y, por tanto, no puede reducirse a fórmulas racionalistas, políticas o económicas. René Guénon, el filósofo tradicionalista francés, sostuvo que -para seguir con los ejemplos- lo que hoy llamamos “España”, “Perú” o cualquier otro país, son solo “manifestaciones contingentes de una forma espiritual primordial”, las cuales son imposibles de capturar con categorías modernas.

Dicho de manera más simple, los significantes de “España” o “Perú” son expresiones temporales de una forma espiritual eterna. Esa “forma espiritual” sería la sabiduría de todos los siglos que da origen a todas las tradiciones auténticas de esa “España” o “Perú”. Pero el pensamiento moderno, obsesionado con lo económico y lo político, no puede entenderlo. Lo sagrado no se explica, únicamente se vive diría Guénon.

Y lo dicho por el francés sorprendentemente calza con lo expresado por el esloveno Zizek que, desde otro extremo del pensamiento, el de un hegeliano izquierdista, llega a una conclusión parecida. Lo indecible —aquello que no puede ponerse en palabras— no es una carencia, sino una señal de autenticidad. Lo verdaderamente real, amado o sagrado, no cabe en el lenguaje porque lo desborda.

Por tanto, aunque Žižek y Guénon provienen de momentos históricos diferentes y de corrientes contrariadas filosóficamente, en este punto coinciden, de un modo u otro. Muchas de las cosas realmente importantes y que nos movilizan como personas, no pueden ser expresadas en palabras, pero ciertamente no por ello dejan de ser algo.

Por eso mismo es que nunca se deben relativizar dichos conceptos, pues eso sería usar el lenguaje para resignificar algo previo que el lenguaje no ha podido darle sentido ni lo hará. En todo caso, lo que se podría hacer es una breve pausa conceptual y comprenderlo desde un ángulo no gramatical. 

Por eso, la pregunta de Fanjul —“¿Qué es España?”— puede parecer aguda, pero parte de un error que es intentar racionalizar lo que no puede ser racionalizado. Esta puede ser una técnica sutil para pretender ganar el debate dejando al oponente sin respuesta, pero al final es igual de absurdo como pretender armar un cubo de Rubik con poemas o escribir un poema usando trigonometría.

El poeta, Miguel de Unamuno, creo lo resumió mejor que nadie: “La patria es un sentimiento, no una idea; se lleva en el corazón, no en los labios”.

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Etiquetas: , , , , , , , Last modified: 13 de octubre de 2025
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