Se comenta que la elección de Rafael López Aliaga (RLA) como alcalde de Lima es una victoria de la oposición. También se dice que del éxito de su gestión dependerá la viabilidad política de la oposición como alternativa nacional. Ambas proposiciones contienen verdades, pero también bemoles.
El estado de descomposición estatal, empresarial y moral del país, como consecuencia del gobierno de Pedro Castillo, implica que la elección de RLA sea una suerte de éxtasis derechista en medio de un ambiente de constante pérdida y desesperación. Se perdió el país, pero no Lima. Y ello quiere representar Porky, el fulgor anticastillista. Pero su elección no cambia nada en lo que se refiere a las estructuras de poder nacional. El gobierno continuará sus planes sin importar lo que haga o vocifere el líder de Renovación Popular desde el sillón edil. Incluso, lo pueden utilizar para sus fines. Hay ejemplos.
Evo y la Media Luna
La construcción de la autocracia del MAS y Evo Morales en Bolivia sorteó la oposición de las regiones ricas del país. De hecho, Morales los arrinconó sin un esfuerzo tan sacrificado. La parte oriental de Bolivia se compone por los departamentos de Tarija, Beni, Pando y Santa Cruz. Esta macrorregión es conocida como la Media Luna. Es una zona económicamente productiva, que contiene cerca de un tercio de la población del país y casi la mitad del PBI (parecido a Lima en ambos casos). Como es la zona más próspera con más población blanca, el discurso de izquierdista e indigenista del MAS era más renuente a captar adeptos y sus formas antidemocráticas asustaban más que en el resto del país (como Lima con Castillo).
Evo aprovechó la polarización geográfica e ideológica. La retórica nacionalista y emprendedora de la Media Luna fue confrontada con el socialismo del siglo XXI, el sindicalismo y el indigenismo. Fue el perfecto caldo de cultivo para el discurso populista divisionista: los de la Media Luna eran los ricos y racistas que querían mantener las estructuras de dominación. Los del MAS, al contrario, querían liberar a los indígenas y redistribuir la riqueza y los recursos naturales. Construyeron una autocracia en parte gracias al gran chivo expiatorio que generaron en la región rica de Bolivia.
Esto, por supuesto, se puede recrear fácilmente con un discurso radical pronunciado por un alcalde multimillonario y blanco en Lima. Va en favor de la división Lima-provincias, la cual desde un punto de vista técnico puede resultar un sinsentido, pero si uno pregunta en regiones es una división social que es en realidad una grieta o herida demasiado profunda.
De esta manera, un Porky beligerante contra el gobierno puede terminar siéndole funcional a la estrategia de control del país y de comunicaciones de Castillo. La verdad es que nunca han buscado demasiados adeptos en Lima. Y no solo porque no les interesa, sino porque saben que es un terreno tosco para ellos. Les sale más a cuenta confrontar.
La victoria de la oposición en Lima era esperable por diversos motivos estructurales, por lo tanto, podría resultar pírrica. Ojalá López Aliaga, con los exabruptos a los que nos tiene acostumbrados, no le termine siendo funcional al gobierno, como lo ha sido en reiteradas veces Maricarmen Alva, por ejemplo.
Los enemigos internos son demasiado poderosos
Jorge Muñoz y Miguel Romero, críticas aparte, han sido alcaldes de Lima sin brillo mediático, para bien o para mal. Porky desde una posición de autoridad abre un espacio en el que el poder mediático caviar vuelve al rol opositor. Así, por una parte, tendrá una oposición nacional en el gobierno y una interna en Lima bajo las estructuras de poder caviar. Sus posiciones conservadoras, sus yerros como gestor (es imposible que no tenga ninguno), todo lo que haga, estará bajo la lupa de lo más recalcitrante del establishment izquierdista limeño.
En unos meses no sería tan descabellado que comiencen a desempolvar sus famosas zapatillas y comiencen proliferar marchas en contra de Porky. Podríamos entrar en un escenario en el que habría más convocatorias en contra del alcalde de Lima (acuérdense de las marchas anticastañeda) que contra el gobierno de Castillo.
Asimismo, el hecho de que RLA sea un generador constante de noticias desvía la atención del gobierno, lo cual será utilizado por los caviares. Así realice una obra bien hecha, no faltarán los “estudios técnicos” de las ONG’s, de los expertos citados en las páginas editoriales y demás, que destruirán hasta el más mínimo avance. Así gobierne bien, o más o menos bien, será usado en su contra y en contra de toda la oposición.
De hecho, la oposición dejará de ser oposición. Será el gobierno metropolitano, por lo cual sus yerros se compararán instantáneamente con los de Castillo, relativizando los del segundo. Ya no solo “Keiko hubiese sido peor”, sino que habrá una constatación: “Porky es peor que Castillo”. Un nuevo y grueso chivo expiatorio para el gobierno.
¿Y el escenario nacional en general?
Que Porky sea alcalde de Lima no detiene absolutamente nada en el manejo general sobre el Ejecutivo. Los ministros seguirán cambiando; la manipulación sobre la PNP, las FF.AA. y los aparatos de inteligencia continuará; la corrupción proliferará; el “Gallo” Zamora seguirá paseando feliz; los decretos antiempresa no se derogarán y un larguísimo etcétera… Parar estas acciones siguen dependiendo del Congreso, no del alcalde de Lima.
Los problemas estructurales de la captura del poder por parte de Castillo y sus secuaces no se van a detener. Y, como sostenemos, RLA puede terminarles siendo funcional. Entonces, ¿qué debe hacer Porky y la oposición en general?
El nuevo burgomaestre debe gobernar y representar Lima. Nadie le pide que traicione la identidad con la que fue electo, por el contrario, la debe mantener. Se debe conservar el rol opositor con palabras, con cemento y con progreso, pero, sobre todo, con inteligencia. Tiene que elegir sus batallas: no puede luchar contra el gobierno, los caviares, el foro de Sao Paulo, Odebrecht, la ideología de género, las mafias de los peajes, entre otros enemigos. Elija uno, señor alcalde, y gánele. Un partido a la vez.
La victoria de López Aliaga y los bajos niveles de representatividad que han generado los candidatos del gobierno en regiones, en conjunto con la elección del general Williams en la presidencia del Congreso, reconfiguran la oposición. Y se debe establecer un plan de acción en conjunto, no se debe esperar más la revelación del dominical o la próxima prisión preventiva que auspicie la Fiscalía. NO. El trabajo en conjunto se debe recuperar. Las peleas internas en el Congreso entre Fuerza Popular y Renovación fueron superadas de cara a la elección y bajo el mandato de Williams (Avanza País) se debe reconstruir el bloque opositor. Juntos, negociando como bloque, con un gobierno más débil y arrinconado, con una ciudadanía que muestra su rechazo, se puede conseguir esos 10 o 15 votos que faltan para inhabilitar a Boluarte y vacar a Castillo, la tan ansiada transición. Sin embargo, repetimos, el alcalde de Lima no vaca al gobierno.
La viabilidad política de la oposición está en juego con la futura gestión de López Aliaga. Por eso el populismo debe desaparecer de las formas del nuevo alcalde y debe aparecer un estadista. Pero no solo en él, sino en toda la oposición. Es momento ya de aprender de los errores, dejar el populismo, darles soluciones a los ciudadanos y desentrampar la crisis política sacando a los delincuentes del Ejecutivo, sino los más profundos temores de los anticastillistas se cristalizarán, mientras tienen un alcalde que, más o menos, les gusta.