Escrito por 08:30 Editorial

Momentos Estelares

“A veces, y estos son los momentos más asombrosos en la historia universal, el hilo de la fatalidad cae durante una fracción de segundo en unas manos por completo incompetentes. Ante el embate de la responsabilidad, que les introduce de lleno en el heroico juego de fuerzas cósmicas, tales hombres, más que afortunados, se sienten estremecidos, y casi siempre dejan que el destino que se las ha caído encima se les escape entre las manos” – Stefan Zweig.

El Perú tiene un nuevo presidente. En horas de la madrugada, juramentó el octavo mandatario en solo diez años. Y de forma inédita, esta vez el que asume el cargo más alto de la República, es el hombre más accidentado que ha visto la política nacional de los últimos tiempos: el accesitario José Jerí.

No es una exageración afirmar que Jerí llegó al poder a trompicones. Él no fue elegido como uno de los 130 congresistas en la elección de abril de 2021. Sin embargo, ante la censura de Martín Vizcarra, le tocó asumir el espacio vacío que quedaba en el hemiciclo. Fue así como se convirtió, de forma inesperada en parlamentario.

En junio de 2025, se formalizaron dos listas para la mesa directiva de 2025-2026: de un lado José Cueto y del otro José Jerí. Hasta el penúltimo día, Cueto tenía la votación cerrada. El apoyo era amplio y mayoritario. Sin embargo, un revés de último minuto, de un equilibrio alterado por las tensiones entre el fujimorismo, la izquierda y el Ejecutivo, llevó a que se presente una tercera lista, con Carlos Zeballos a la cabeza, que terminó por fraccionar los votos horas antes de la elección. En conclusión, José Jerí alcanza la presidencia del Congreso, no por la fuerza de una candidatura arrolladora, sino por el efecto colateral de una ruptura ajena.

Ayer, hasta las 11:30 de la noche, nadie contemplaba que José Jerí se convirtiera en el nuevo presidente del Congreso. Sin embargo, un último cálculo —y una negociación de última hora entre el fujimorismo y Alianza para el Progreso— terminó por darle una vuelta inesperada al desenlace.

El ascenso de José Jerí confirma, una vez más, que en el Perú la política no siempre responde a la lógica del mérito o la estrategia, sino al azar de las circunstancias. Los acuerdos se deshacen, los bloques se fracturan y el poder, finalmente, cae en manos de quien menos parecía destinado a tenerlo. En este escenario imprevisible, los grandes movimientos de la historia nacional no se producen por cálculo, sino por accidente.

Y quizá ahí radica la tragedia y la ironía de nuestra democracia: en que seguimos siendo un país gobernado por lo fortuito, donde los liderazgos no emergen de la convicción ni de la visión, sino del vacío que dejan otros. Como en las páginas de Zweig, el hilo del destino cayó una vez más en unas manos temblorosas. El tiempo dirá si Jerí logra sostenerlo… o si, como tantas veces, el poder volverá a escapársenos entre los dedos.

Last modified: 10 de octubre de 2025
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