Escrito por 20:31 Opinión

La derecha bruta y achorada: un insulto que envejeció mal

Desde hace casi dos décadas, un sector del progresismo peruano repite con sorna una frase que pretende sintetizar todo lo que detesta: “la derecha bruta y achorada”. Fue un hallazgo comunicacional —ingenioso, sí— pero vacío de contenido. Como todo eslogan político, nació para simplificar, no para explicar; para herir, no para iluminar.

El término prosperó en un país donde “achorado” significa agresivo y vulgar, y “bruto” se asocia con ignorancia. La combinación servía para pintar a la derecha como una tribu de empresarios prepotentes, incapaces de sensibilidad social. Funcionó un tiempo, sobre todo cuando la izquierda controlaba el relato moral del país. Pero hoy la frase suena gastada, como una consigna repetida por inercia.

Porque, seamos claros: la derecha peruana puede tener errores, pero “bruta” no es. La economía moderna del Perú —su apertura comercial, su estabilidad y su movilidad social— fue construida por quienes defendieron el mérito, la libertad y la institucionalidad. Es esa “derecha”, con todos sus defectos, la que permitió que millones salieran de la pobreza. Y si defender la propiedad, el orden y la libertad individual es ser “achorado”, entonces que nos digan achorados con orgullo.

La ironía es que hoy el comportamiento “bruto y achorado” se encuentra en otro lado. La izquierda radical es la que grita en las calles, destruye propiedad, insulta a la policía y romantiza la violencia en nombre del pueblo. Si aplicamos la lógica de Tafur, habría que admitir que la “izquierda bruta y achorada” no solo existe, sino que actúa con frecuencia. Basta mirar las marchas recientes que dejaron destrozos y una muerte en el centro de Lima. La brutalidad, al parecer, no tiene ideología.

Detrás del insulto se esconde el temor a que el liberalismo recupere autoridad moral. Durante años, el progresismo se presentó como el monopolio de la inteligencia y la compasión. Pero su legado es decepcionante: economías frágiles, burocracias improductivas y jóvenes atrapados en el discurso del resentimiento. Cuando las ideas fallan, queda el insulto. De ahí el recurso fácil a frases como “derecha bruta y achorada”: una máscara lingüística para disimular la derrota cultural.

El liberalismo no necesita responder con otro adjetivo. No se trata de inventar una “izquierda bruta y achorada” como espejo. La tarea es mayor: recuperar el sentido de la razón, el mérito y la civilidad. Defender la libertad no es brutalidad; respetar la ley no es cobardía. Lo contrario del achoramiento no es la sumisión: es la educación moral y la claridad de principios.

La frase de Tafur fue ingeniosa en su momento, pero hoy pertenece al museo de los prejuicios. El Perú no necesita más etiquetas; necesita ciudadanos capaces de pensar.

Que lo “achorado” sea el coraje de decir lo que otros callan, y lo “bruto” sea rendirse ante el dogma.

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Etiquetas: , , , , , Last modified: 26 de octubre de 2025
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