Mucho se le ha exigido a Keiko Fujimori, desde el bando de sus enemigos, el llamado “mea culpa” por sus terribles acciones en los últimos 5 años. Ella ha intentado lo suyo. Para algunos suficiente, para otros jamás lo será. Pero nuestros amigos inquisidores, que aluden al Confiteor romano con tanta ligereza, deberían mirar la viga en el ojo propio. Antes de andar señalando la paja en el ojo fujimorista, sería bueno también revisar la viga caviar. Ese mea culpa también ayudaría. Yo me pregunto, ¿para cuándo nos regalan uno?
El término “caviar” no está lejos de ambigüedades. Mi definición es simple: antifujimorismo militante y patológico. No todo rechazo al fujimorismo es en sí mismo caviar, se es caviar cuando casi es lo único que se tiene para decir. El caviar considera que el fujimorismo representa lo peor de la política peruana que se supone que es: mercantilismo, corrupción, improvisación, conservadurismo y chabacanería. Que por supuesto, cuando sus nombrados o sus testaferros las cometen, selectivamente miran para otro lado. Como lo hicieron con Martín Vizcarra.
El poder no admite vacíos. Para ustedes la democracia consiste en criminalizar la política para ganar en mesa, no en las urnas. Ese para mí debería de ser el inicio de su “mea culpa”. Ya toca…
Y es a ese mea culpa que me refiero. Yo me pregunto. ¿No tienen cara ustedes? Ustedes, que desde la caída del régimen fujimorista han tenido al país en sus manos, se han dedicado a pregonar sólo dos cosas: 1) que Fujimori fue un dictador y 2) que el Estado hizo terrorismo equiparable al de Sendero Luminoso. A mi juicio, ambas cosas tienen componentes de verdad. Fujimori despreció el orden constitucional y utilizó su popularidad para intentar perpetuarse; y es cierto que existió abuso en el uso de la fuerza, especialmente entre 1980 y 1985, por cierto. Algo que selectivamente “se les pasa”.
¿Por qué esto es importante? Porque resulta que cuando la prensa es cierva de ustedes, ahí ya no es “prensa chicha”. Porque resulta que cuando ustedes convocan a referéndums, promocionados por el presidente y la prensa, eso no es populismo. Porque resulta que cuando uno de los suyos es coimero ahí sí se quedan callados. Porque resulta que cuando el congreso lo cierra el amigo Lagarto, ahí ya no es dictadura. Porque también resulta que nombrar a los miembros del Tribunal Constitucional se puede hacer con mayoría de Ollanta Humala, pero no se puede cuando esta es de Keiko Fujimori. Ahí sí la institucionalidad les suda.
Luego de 20 años de trabajo incesante de este “colectivo heterogéneo” de personajes en universidades, ministerios y medios de comunicación, su exigencia de mea culpa sólo esconde una inmensa arrogancia. La inestabilidad política NO la creó el fujimorismo, porque esta no empezó en el 2016. Empezó desde Valentín Paniagua. Porque los caviares creyeron que podían sentarse sobre las bases de un modelo económico atribuido Fujimori, quitarle la firma de la Constitución, y a la vez repetir incesantemente que Fujimori fue equiparable al terrorismo. Eso es insostenible.
Creyeron “ilusamente” que destruyendo a los naranjas ustedes iban a ocupar su lugar. Pues se equivocaron, y bastante. Todo lo que dice Castillo está basado en el antifujimorismo construido por ustedes. Creer que uno puede hacer chicharrón con la derecha merca y mágicamente eso va a producir un país decente es no entender la política ni entender los procesos sociales. El poder no admite vacíos. Para ustedes la democracia consiste en criminalizar la política para ganar en mesa, no en las urnas. Ese para mí debería de ser el inicio de su “mea culpa”. Ya toca…
 
				 
				