En los últimos días hemos sido testigos del papel que el cinismo puede tener como factor debilitante de nuestra democracia. No es otra cosa que la desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones y doctrinas condenables. El cinismo es también descaro y desvergüenza y, como leí por allí (cito de memoria), el arma de los incapaces que utilizan para encubrir su procacidad y desfachatez.
Un individuo como Martín Vizcarra que actúa con gran cinismo intoxica y contamina al país en su conjunto. Ha pervertido los poderes del Estado, que se han vuelto cuestionables…
El cínico desconcierta. Su atrevimiento en la mentira paraliza. Los seres humanos, que aún en mayoría tienen conciencia moral, se quedan perplejos con el comportamiento de los cínicos. Suelen reaccionar con estupor o pasando por alto el hecho. Esto último porque la gente se resiste a creer que se pueda mentir tanto. El cínico sabe esto y se aprovecha.
También hay quienes le creen y apoyan a los cínicos porque sufren de una laxitud moral. En nuestro país, agobiado por hechos de corrupción, no son minoría. Los laxos morales no son pocos y son muy activos en redes sociales. No es que se nieguen a ver la realidad, son cómplices de ella. Son los que justifican a los gobernantes que roban pero hacen obra. Son los que aplauden a los “que la saben hacer”. Son los que idolatran y adulan a Martín Vizcarra.
Cuando el cinismo invade la política y ocupa una posición de poder en una sociedad, la democracia se debilita. Por que sus cimientos, el del bien común, se quiebran ante los intereses del cínico y sus cómplices y testaferros. La mentira del cínico político oculta o justifica la incompetencia, los fracasos o los muertos y es tan desfachatada que pone contra la pared a la sociedad. Si esta no reacciona, no pasará mucho para que se desmorone. Lo vemos aquí. Un individuo como Martín Vizcarra que actúa con gran cinismo intoxica y contamina al país en su conjunto. Ha pervertido los poderes del Estado, que se han vuelto cuestionables; a las ONG defensoras de la ética y la transparencia que se han vuelto en acompañantes de sus fechorías o a los medios de comunicación que han terminado en cómplices con su vergonzoso silencio. Es la descomposición generalizada.
De allí que, al revisar la etimología de la palabra cinismo, me quede deslumbrado por la perfección y certeza de su origen. Cinismo viene del latín cynimus, que a su vez se origina en el griego kynismós, composición de los términos kynos (perro) e ismos (doctrina). Es la doctrina del perro en consecuencia, la doctrina de aquel ser vivo que obedece a un comportamiento sin hacerse limitaciones ni cuestionamientos de índole moral. Impresionante. Nada que represente mejor a lo que vivimos en la actualidad.
