La reforma constitucional debería ser necesidad secundaria –yo diría hasta terciaria- respecto de los problemas que actualmente afectan al país y nuestra sociedad. La mayoría de los peruanos no han estudiado o acaso leído la Carta Magna (básicamente, lo hacen abogados, periodistas y analistas políticos). Ello se puede corroborar con nuestra falta de “Educación Cívica” con relación al contenido y alcance del citado documento.
Para una gran mayoría de peruanos, la Constitución no pasa de ser una ley más, entienden que tiene mayor importancia y prevalencia sobre las demás normas, siguiendo el aforismo de “la Constitución es la Ley de Leyes”. Puedo apostar que la mayoría tiene la noción de que contiene sus derechos fundamentales, así como la descripción de los Poderes del Estado, pero les aseguro que no interiorizan los límites y funciones de estos. Conocen la relevancia del Ejecutivo y del Poder Judicial, mas no hay una abstracción real sobre el Congreso y sus funciones.
La Constitución no es sólo una Ley, en esencia es un “Pacto Social”, cuya prevalencia en el tiempo depende de que la misma sea conocida y entendida por nuestra sociedad más allá de las palabras en su articulado. Por ello, no fue aprobada arbitrariamente por el famoso Congreso Constituyente Democrático, fue sometida y aprobada por el voto popular, evento que entonces legitimó el documento.
Sin embargo, el mayor problema que tienen los peruanos respecto de ella, no es que la misma no esté al alcance de todos (en mi experiencia he podido comprobar que en casi todas las municipalidades y locales comunales de los lugares más alejados y recónditos que conocí, hay una copia de la misma); o que nadie la lee, sino que la difusión y crítica de su contenido está en manos de una organización que es dirigida por sus mayores opositores: el Sutep, brazo sindical y magisterial de la izquierda radical.
En efecto, desde que la Constitución entró en vigencia, una de las organizaciones sindicales más grandes del Perú, ideológicamente opositora a gran parte del contenido la misma, ha sido encargada de enseñar a nuestros niños respecto de su contenido; sin que la sociedad haya realizado una fiscalización respecto de la calidad con la que dicho contenido es inculcado en los gestores de nuestro futuro. Peor aún, no quiero pensar qué es lo que nuestros educandos pudieron asimilar en aquellos lugares donde el nivel de comunicación y resentimiento de los maestros hacen de la enseñanza un proceso tan cuestionable como la tesis de maestría de Pedro Castillo.
Nos sorprendimos, preocupamos e indignamos por el contenido de los textos de educación sexual y las muestras de algunos museos (con justa razón), sin siquiera verificar con qué se nutren los procesos educativos de Historia, Ciencias Sociales y Educación Cívica; y, valgan verdades, el contenido de los libros y las bibliografías nunca serán tan trascendentes, como las palabras e ideas que transmiten los profesores desde una posición tan ventajosa como lo es “dictar” una clase a los estratos más jóvenes de nuestra sociedad, para desde allí manejar el inconsciente colectivo de los futuros peruanos.
Así, no se sorprendan si al llegar a la tan mentada Asamblea Constituyente, los resultados no son los mejores. La muestra de que van orientando el resultado a su favor, es que el Presidente de la República (miembro del citado sindicato) no cumple con sus obligaciones básicas, establecidas en artículo 118 de la Constitución: “Corresponde al Presidente de la República: 1 Cumplir y hacer cumplir la Constitución y los tratados, leyes y demás disposiciones legales…”. Seguro que la Constitución que juraron defender el 28/07/21, les resulta apócrifa a él y todos sus aliados; por ello, salen astutamente por el Perú haciendo campaña por una “Asamblea” que es inconstitucional; se encubren con el cuento del “Consejo de Ministros Descentralizado”, generando eventos con los que violan sistemáticamente el Artículo 126, ese mismo sobre el cual también se hace de la vista gorda la Vicepresidenta/Ministra/Presidente del Club Apurímac. Pues, al final, solo es una raya más en un tigre que ya parece pantera.
Es más que evidente que no les entran balas, ni misiles, nos tratan como “muchachitos tontos”, mientras siguen gestando la destrucción del sistema que aborrecen, haciendo una campaña contra la Constitución utilizando los fondos del Estado para actuar contra los intereses de este (una vez más). La lucha para defender nuestra Carta Magna y el Estado como los conocemos, no acabará con el gobierno de Castillo –si sobreviven a este-, sino cuando se genere convicción suficiente en la población de que ésta Constitución es la más adecuada para sus intereses. Para ello hay que enmendar el mayor error de Fujimori y recuperar las bases en la educación, de lo contrario como diría mi amigo “GBC”: “nos seguirán introduciendo el roedor”. La única diferencia de hoy en día es que es tan obvio que parece un canguro
