No sé si es un tema de dignidad, de deslinde respecto de los absurdos que representa y ejecuta el gobierno actual, o de simple identificación de los ideales que realmente regentan la vida de una gran parte de la población, pero me resulta claro que hoy existe un importante sector de “opinólogos” y social-confusos que tratan de lavarse la cara respecto de la que probablemente sea la peor elección que ha realizado nuestro electorado.
En efecto, el actual gobierno ha nacido promoviendo y vociferando ideas que son marcadamente de izquierda, pero parece que no solo ha perdido el aval de sus ex promotores (y ahora críticos). Ha nacido la oposición que, por ser de la “realpolitik” o más bien “caviarpolitik”, no se ofrece como golpista, a pesar de que plantea sacar a todos los políticos activos de la escena actual.
Evidentemente, hablamos de “La Propuesta” limpia, proba y juvenil, que siguiendo las palabras de Sagasti y Rosa María Palacios, surge para liberarnos de lo que han generado el voto enceguecido de la generación equivocada y sus reciclados promotores. Como si eso fuera poco, esta nueva lavada cara y/o borrón y cuenta nueva respecto de los ideales del Partido Morado propone o, al menos trata de insinuar, que los caviares que los lideran son o están del centro a la derecha, ¿En qué momento la renovación del nombre a “La Propuesta” los cambia de lado?
La universidad César Vallejo ha reculado con respecto a la tesis de Castillo y Paredes. Ya salió Nicolas Lúcar, más arrepentido que el perro con el rabo entre las piernas del Chavo del 8, a decir que “se equivocó”, y que lamentable es parte de una generación que ha hecho mucho daño al país (será solo él, que no supo hacer nada decente en tantos años). Así, al paso que vamos, sólo quedarán en la izquierda peruana el señor Bermejo junto con los hermanos Cerrón, pues nada más falta que Verónika Mendoza refrende las palabras de Sigrid Bazán y, junto con Susel Paredes, se atrevan a decir que son, ¡la oposición más férrea y consciente que existe en el Congreso!
Está claro que nadie quiere ser parte del gobierno actual, donde a falta de iniciativas y propuestas para un país mejor, el presidente realiza confusas y, a la vez demoledoras, declaraciones respecto de un “tema demoledor” como en los que aparecen su familia o entorno cada domingo. Así acepta -en su inconsciente claro está- que en realidad sus círculos familiares, sindicales o correligionarios, lo tienen muy complicado. Ahora mismo, no es que le queda mucho espectro donde ir, peor aun cuando los representantes de izquierda peruana han entrado en etapa de negacionismo respecto de sus capacidades y se sacuden de los actos del mandatario, llegando a señalar incluso que esos actos no son izquierda, o que en realidad los partidos que le eran aliados no pertenecen a esa parte del espectro político.
La izquierda nunca recuerda ni hace mea culpa de sus errores. Todo lo malo lo hizo, hace y hará la derecha, y si el gobernante de izquierda hace algo mal es porque los poderosos lo han jalado o secuestrado en el lado oscuro de la derecha y la corrupción. Para eso siempre sobran caviares fashion que pueden ir a vendernos el “¡Que se vayan todos!”, como una solución a nuestros problemas, cuando la realidad es que, tras una mala campaña, necesitan recuperar sus cuotas de poder, porque los están despojando de los puestos vinculados con el Estado.
No debemos olvidar que detrás de los caviares peruanos, siempre están infiltradas las ideas de izquierda progresista, por eso VM y Sigrid siguen con sus propuestas trasnochadas de Nueva Constitución, regulación de precios, incremento impuestos para las empresas, mayores beneficios para los trabajadores, modificación de los contratos ley, Estado empresario, tantos otras más, que en estas épocas son tan inútiles y anacrónicas, como las que llevaron al fracaso, Venezuela, Argentina, Bolivia y próximamente Colombia, Chile o Perú si no logramos detener su avance -o más bien retroceso-.
Se dice que desde hace varias semanas se busca un reemplazo para el premier, y si Castillo no se ha quedado sin Torres, es porque no hay más alfiles en el tablero. Para ello, basta ver que el “ministro del amor” ha regresado, y parecemos olvidar que su salida no fue por los temas afectivos, sino por indicios de corrupción. Obviamente, si consideramos que el estándar de Castillo para una cartera es ser prontuariado, habrá quien suponga que vamos mejorando. Pero lo cierto es que, pese a todo, Castillo sigue en el cargo y continúa buscando entre lo que queda, en tanto sigue destrozando las instituciones y construyendo helipuertos para ir visitar a sus padres, mientras la gasolina está por las nubes.
