Escrito por 19:00 Opinión

El archivo perdido sobre la KGB en el Perú, por Santiago Carranza-Vélez

Hay libros que nacen de una intuición personal. De una duda que uno arrastra durante años hasta que entiende que la única forma de resolverla es ir al lugar donde están las respuestas. Un lugar accesible, pero que, sin el ojo del periodista experimentado, probablemente nadie habría visitado. KGB y Velasco: la alianza URSS–Perú (1968-1975) surge justamente de eso: de un periodista que toma un tren a Cambridge, se sienta en un archivo silencioso, pide la carpeta latinoamericana del Archivo Mitrokhin y abre, por primera vez en nuestra región, un fólder que había dormido durante décadas sin que ningún latinoamericano lo revisara.

Para entender su importancia, conviene recordar qué es el Archivo Mitrokhin. Vasili Mitrokhin, archivista del KGB, pasó años copiando a mano documentos internos: instrucciones operativas, redes de contacto, informes políticos, evaluaciones de agentes. Tras su deserción, ese conjunto se convirtió en la mayor filtración de Inteligencia soviética del siglo XX, capaz de provocar comisiones parlamentarias, revisiones académicas y polémicas públicas en varios países. Sin embargo, la sección dedicada a América Latina había quedado prácticamente intacta. Nadie viajó a revisarla. Nadie examinó de primera mano lo que decía sobre nuestra región. Hasta ahora.

Ese es el punto de partida del libro de Aldo Mariátegui: trabajar directamente con el fólder K-22/MITN 2/22, la carpeta latinoamericana del archivo. Y desde ahí reconstruye una dimensión menos conocida de la presencia soviética en el continente. Hay capítulos que exploran Bolivia, Panamá, Venezuela, Brasil y, especialmente, Chile, donde el archivo muestra operaciones discretas directamente con Salvador Allende y luego durante la dictadura militar: asistencia a redes clandestinas, maniobras de infiltración y esfuerzos de Inteligencia. Ese capítulo chileno es uno de los más interesantes del libro por el modo en que evidencia el nivel de infiltración de altas esferas con que el KGB operó en Santiago.

Pero es en el Perú donde Mariátegui se sumerge con mayor profundidad. Los capítulos peruanos permiten ver la capa operativa del vínculo entre el velasquismo y la URSS: contactos directos con ministros del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, con cargos altos, medios y bajos de Torre Tagle, comunicaciones sostenidas entre Lima y Moscú, visitas técnicas enviadas a reforzar protocolos de seguridad y telecomunicaciones, intercambios de información sensible con países vecinos y colaboraciones puntuales que daban al Perú un rol útil dentro del tablero sudamericano.
El libro no busca convertir esos hallazgos en conclusiones dramáticas. Al contrario, mantiene un tono sobrio, consciente de que los archivos muestran fragmentos y no siempre historias completas. Mariátegui narra lo que encuentra, reconoce lo que no puede afirmar y deja al lector con un panorama más matizado de lo que fue la relación entre el velasquismo y la Unión Soviética. Es un libro que invita a la formación de opinión, no la da. Y esa prudencia, en un tema tan propenso a los excesos y a los sentimientos, es probablemente su mayor virtud.

KGB y Velasco aporta piezas nuevas a un periodo que suele discutirse más desde la política que desde la documentación. Y recuerda algo útil para cualquier debate serio sobre nuestra historia reciente: a veces, para entender mejor un país, basta con asomarse a los fríos archivos donde otros lo observaron.

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Etiquetas: , , , , , Last modified: 15 de noviembre de 2025
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