Escrito por 06:47 Opinión

El grave error de la derecha en el Perú, por Carlos Arias Suárez

El título podría llevar al lector a pensar, de manera preliminar, que el propósito de este artículo es formular una crítica destructiva hacia la derecha peruana. No obstante, la finalidad es diametralmente distinta: se busca una crítica constructiva e interna hacia aquella que, probablemente, sea la esfera ideológica llamada a sostener la economía y el desarrollo del país en los próximos años.

En la política peruana se ha vuelto habitual el uso de etiquetas para clasificar a los ciudadanos o candidatos según sus opiniones sobre temas de coyuntura. Predominan tres: el “caviar”, el “comunista” y el “conservador”. A este último suele identificársele con una postura de derecha; es decir, con quien defiende las instituciones tradicionales y promueve el libre mercado como modelo económico.

Sin embargo, también es cierto que al “conservador” —o al “de derecha”— se le asocia con frecuencia con una falta de apertura al diálogo, una convicción inflexible de que solo su ideología ofrece soluciones válidas a los problemas nacionales e, incluso, con un tono impositivo o despectivo al exponer sus ideas.

Entonces, ¿qué le hace falta a la derecha peruana? Tres cosas fundamentales:
(i) una auténtica proximidad con las poblaciones vulnerables;

(ii) una apertura real al diálogo y al consenso frente a posturas disímiles —una derecha dialógica—; y
(iii) la promoción de un verdadero capitalismo de libre mercado, en el que todos se vean beneficiados, especialmente los sectores menos favorecidos.

Respecto del primer punto, resulta imperativo que la derecha peruana se acerque con convicción a las poblaciones que más lo necesitan. Esa cercanía no puede limitarse a los meses de campaña electoral, sino convertirse en una prioridad constante. El foco no debe seguir centrado en quienes ya cuentan con recursos suficientes para seguir desarrollándose, sino en reducir la pobreza y dotar a los más vulnerables de herramientas reales para alcanzar un desarrollo sostenido.

Esto exige concentrar los esfuerzos en la mejora de los servicios públicos —salud, educación, saneamiento, electricidad, entre otros—, en la ejecución eficiente de programas sociales y en la generación de oportunidades tangibles de crecimiento económico. El Estado no tiene por qué hacerlo todo, pero la derecha debe demostrar que su visión de país incluye, sin titubeos, la lucha contra la desigualdad y la pobreza.

En cuanto al diálogo, no cabe duda de que la derecha no puede seguir siendo hermética. Ese rechazo sistemático a ideas o propuestas provenientes de otras corrientes impide que su discurso cale en todos los sectores. Hoy la derecha debe ser dialógica: escuchar, contrastar y adaptar propuestas, incluso si provienen de otras esferas ideológicas. Incorporar un grado de pragmatismo no significa renunciar a los principios, sino fortalecer el modelo con realismo y sentido de país.

El desafío está en construir una derecha que concilie y no que segregue; que reúna y no que divida. Una derecha capaz de conectar con amplios sectores de la población, incluso con aquellos que jamás la consideraron una opción política viable.

Finalmente, en relación con la economía, es urgente que la derecha reivindique el verdadero capitalismo de libre mercado, y no la versión adulterada que predomina en el Perú. El libre mercado no consiste en favorecer a unos pocos, sino en garantizar que todos puedan prosperar en un entorno competitivo, transparente y justo.

Un sistema genuinamente libre permite que la asignación de recursos, precios y producción se determine a través de la oferta y la demanda en un mercado abierto y competitivo, con un Estado que asegure reglas claras, competencia efectiva y protección de derechos. No se trata de un Estado ausente, sino de uno que evita distorsiones y privilegios.

El error ha sido confundir el capitalismo de libre mercado con el capitalismo de compinches (crony capitalism). Este último es nefasto: se basa en privilegios, favoritismos y vínculos políticos que benefician solo a una minoría. Es la antítesis del mérito, la innovación y la competencia, y termina erosionando la credibilidad de quienes dicen defender la economía de mercado.

La derecha peruana necesita recuperar su sentido moral y social. Si quiere volver a ser una opción de gobierno, debe demostrar que el crecimiento económico y la sensibilidad social no son opuestos, sino complementarios. Un país no avanza solo con cifras macroeconómicas estables; avanza cuando sus ciudadanos sienten que las oportunidades también les pertenecen.

El próximo quinquenio será decisivo. No es momento de dispersarse en múltiples candidaturas ni de repetir los mismos errores de desconexión y soberbia. Es hora de construir una derecha moderna, dialogante, con compromiso social y visión de futuro.

Consenso y diálogo con quienes promueven el crecimiento; tolerancia cero frente a quienes se empeñan en arrastrar al país hacia el estancamiento. Solo así la derecha podrá reconciliarse con las distintas realidades sociales del país y recuperar la autoridad moral para liderar el desarrollo del Perú.

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Etiquetas: , , , , , , , , Last modified: 18 de noviembre de 2025
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