Recuerdo que cuando era niño, en mi colegio Nuestra Señora del Carmen – Carmelitas de primaria, mi salón la conformábamos nada menos que 45 niños y mi sección era la “C”. Luego me enteré de que mi promoción la conformábamos cuatro salones de 45 alumnos cada uno, con lo que mi promoción estaba conformada por 180 alumnos. Y así nos graduamos cuando llegamos a quinto de media. Tanto las promociones anteriores y posteriores a la mía, también la conformaban 180 alumnos, uno más, uno menos, y para mí era lo más natural del mundo. Lo mismo se daba en otros colegios. Por amigos que estudiaban en otros colegios, sus promociones eran por lo general iguales que la mía en número. Conste que yo estaba en colegio mixto por lo que la promoción estaba conformada por 90 hombres y 90 mujeres.
Así mismo, los “nidos” —preescolares como hoy les llaman o “pre school”— abundaban en niños, que luego postulaban e iban a los colegios. A ello debo agregar que las familias numerosas no eran extrañas o cosas raras como hoy en día. Muchos compañeros de promoción venían de familias conformadas por un mínimo de cuatro o cinco hermanos, hasta nueve inclusive. No faltaba alguna familia grande con diez u doce hijos y me abstengo de señalar apellidos.
Con el paso de las décadas, esto ha ido cambiando radicalmente. Los matrimonios han ido reduciendo el número de hijos e inclusive, los mismos matrimonios han idos desapareciendo para ser reemplazados por las mas cómodas “convivencias”, lo cual no acarrea compromiso ni responsabilidad alguna, menos la de tener hijos por supuesto. Como consecuencia de ello, el numero de escolares —tanto a nivel preescolar como escolar— ha ido disminuyendo en forma alarmante. Las aulas en los colegios -privados al menos- ya no están por arriba de los cien alumnos, sino van por los veinte o treinta alumnos, con promociones de cincuenta o sesenta alumnos cuando mucho. Hay colegios con promociones que no pasan de los veinticinco a treinta alumnos. Lo mismo viene sucediendo con la educación preescolar o “nidos” en donde el número de niños ha disminuido alarmantemente.
Como consecuencia de ello, tanto los nidos como lo colegios —y no voy a referirme a las universidades y sus alumnos, lo dejo para otro artículo— hoy compiten casi de manera salvaje, en la captación de alumnos, los cuales ya se han convertido en “clientes” más que en alumnos, con todo lo que ello implica. Si bien los grandes colegios privados ofrecen -además de una educación de primer nivel- una infraestructura de salones, laboratorios, canchas deportivas de primera (polideportivos), piscinas, auditorios y hasta viajes internacionales, el número de “alumnos-clientes” no aumenta sino todo lo contrario.
Las grandes inversiones que realizan estos colegios no justifican finalmente la poca clientela estudiantil, esto es, mucha inversión para tan poco mercado. Por ello es por lo que la competencia entre los colegios por la captación de un “alumno–cliente”, es casi a muerte. Ello conlleva a que el trato a los alumnos en los colegios sea delicado o entre algodones. A la menor exigencia o corrección o disciplina con el niño o adolescente, los padres simplemente amenazan con llevarse al niño a otro colegio y listo, con lo cual, bajo la aplicación del principio de que “el cliente siempre tiene la razón”, hay que darle la razón al niño y a sus padres, pues de lo contrario, se pierde un cliente… perdón, un estudiante.
En todo caso, el número de estudiantes en nidos y colegios se ha visto reducido por lo que los especistas han denominado un “colapso poblacional” a nivel mundial, que también se refleja en el Perú. Efectivamente, los científicos han señalado que las tasas de fertilidad mundial han caído a mínimos históricos durante las últimas seis décadas, por lo que ahora se avecina un colapso poblacional para la humanidad. La tasa de fecundidad, definida como el número promedio de hijos que una mujer tiene a lo largo de su vida, ha disminuido de cuatro a cinco hijos en 1960 a 2,2 en 2023, apenas por encima de la tasa de reemplazo de 2,1. Si bien la población mundial sigue creciendo, alcanzando una población estimada de 8.100 millones en 2025, el ritmo de crecimiento se ha desacelerado, y las proyecciones indican una mayor disminución.
Ante estas alarmantes cifras, los demógrafos han advertido que, si estas tendencias persisten, las sociedades se enfrentarán a una reducción de la fuerza laboral y al aumento de los costos asociados al envejecimiento de la población. Steven Mosher, del Instituto de Investigación de la Población, describió la situación como una “implosión gradual de la economía mundial” y predijo una inestabilidad a largo plazo difícil de revertir. De igual manera, el macroeconomista Jesús Fernández-Villaverde calificó la disminución de la fertilidad como “el verdadero desafío económico de nuestro tiempo”. Cabe mencionar que biológicamente no es que exista una disminución en la fertilidad biológica de las personas, sino que simplemente el mundo actual no desea tener hijos y en todo caso, si los conciben, millones son abortados, otros miles abandonados o por último son criados casi a regañadientes, como una carga que se ven forzados a asumir.
En India, el país más poblado del mundo se ha visto caer su fertilidad de aproximadamente seis hijos por mujer en 1960 a 1,9 en 2023. La fertilidad en China ha caído por debajo de uno, mientras que Corea del Sur, Singapur y Ucrania tienen algunas de las tasas más bajas del mundo, todas por debajo de 1,0. Estados Unidos cayó por debajo de la tasa de reemplazo en 1972 y alcanzó un mínimo histórico de 1,62 en 2023. En los países occidentales, el declive comenzó en la década de 1960 con la llegada de los anticonceptivos orales, la legalización del aborto y el aumento de las tasas de divorcio. España, por ejemplo, ha sufrido la natalidad más baja desde los años cuarenta y va camino a ser un país de ancianos —al igual que la mayoría de los países de la Unión Europea— más aún con la migración musulmana que superará muy pronto a la población occidental. Lo más grave es que por primera vez en su historia, la curva de fallecidos ha superado a la de nacimientos. Esto que está pasando en España, sucederá en los demás países “desarrollados” de occidente, con las serias consecuencias que ello conlleva.
Por otro lado, en China se introdujo la política del hijo único en 1979, imponiéndola mediante la anticoncepción, la esterilización y el aborto. Esta política evitó entre 400 y 520 millones de nacimientos, dejando al país con una de las poblaciones con mayor envejecimiento de la historia. Hoy se permiten dos hijos por familia al igual que en Vietnam y otros países comunistas. Sin embargo, ya es tarde. El colapso poblacional es una realidad.
En conclusión, el mundo camina a un colapso poblacional, un envejecimiento acelerado de su población —con la reducción correspondiente de la fuerza laboral—, con lo que pocos jóvenes tendrán que mantener a muchos ancianos, y los niños brillarán cada vez más por su ausencia. Sin embargo, la sociedad prefiere seguir pasándola bien, no pensar en estas cosas, no complicarse la vida, consumir, divertirse en todo lo que se pueda y evitar responsabilidades de hijos y “cosas” como estas. En fin, así estamos.
