Escrito por 09:52 Editorial

El Gabinete Álvarez y el reto más grande

Ayer juramentó el primer gabinete ministerial de la era Jerí, y desde este espacio esperamos con franqueza que sea el único. Faltan apenas ocho meses para el cambio de mando con el presidente electo en 2026, y si alguna etiqueta se le puede poner a este quinquenio es la de la máxima volatilidad ministerial del siglo XXI.

Durante el gobierno de Pedro Castillo, el país tuvo cinco gabinetes —Bellido, Vásquez, Valer, Torres y Chávez— y más de 80 cambios ministeriales. En el de Dina Boluarte, cuatro gabinetes —Angulo, Otárola, Adrianzén y Arana— y más de 70 movimientos en el mismo periodo. Ninguna gestión reciente ha escapado de esa inercia de reemplazos, renuncias y destituciones que han terminado por vaciar de sentido a la palabra “estabilidad”.

Este fenómeno no es un detalle administrativo, sino una causa estructural de la ineficacia estatal. Ninguna política pública puede consolidarse si los titulares de los sectores cambian cada dos meses. Ninguna reforma —sea en salud, transporte o seguridad— puede madurar si el ministro que la impulsa debe abandonar el cargo antes de ver sus primeros resultados. Es como pretender que una empresa funcione cuando cambia de director ejecutivo cada quince días: la desorientación es inevitable y el rumbo, inexistente.

La consecuencia es visible. La administración pública ha quedado paralizada por el miedo a la incertidumbre. Cada cambio de ministro implica nuevos asesores, nuevos secretarios generales, nuevas prioridades y una nueva curva de aprendizaje. En ese proceso, las políticas se detienen, los proyectos se archivan y el país sigue esperando resultados que nunca llegan.

Por eso, el reto más grande del presidente Jerí no será anunciar reformas ni diseñar planes ambiciosos, sino algo mucho más básico: mantener la estabilidad. Garantizar que las 19 carteras trabajen con continuidad y que los ministros designados tengan el respaldo político suficiente para culminar su labor.

En un país que ha normalizado el reemplazo constante, la estabilidad sería hoy un acto de responsabilidad y madurez. Si el actual gobierno logra resistir la tentación de los cambios improvisados y de las presiones partidarias, quizás el Perú pueda cerrar este quinquenio con una mínima cuota de orden institucional.

De lo contrario, los próximos ocho meses serán solo la repetición de un ciclo que ya conocemos demasiado bien: el de un Estado que se reinicia cada vez que intenta empezar.

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Etiquetas: , , , , , , Last modified: 17 de octubre de 2025
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