El Perú necesita recuperar la senda del crecimiento económico, lo que exige no sólo estabilidad política, sino sobre todo generar confianza entre los inversionistas nacionales y extranjeros, desvirtuando las políticas de subsidios ilimitados, aumento del gasto público, utilización de las reservas internacionales para evitar la devaluación del sol.
La pobreza no se reduce por decreto o en base al voluntarismo político o con discursos políticos signados por la demagogia, la mentira y el triunfalismo. Los gobiernos responsables deben promover estabilidad política y mantener los equilibrios macroeconómicos; para crear un marco general atractivo a las inversiones.
El proyecto de Presupuesto General de la República para el ejercicio 2022, deberá ser debatido y aprobado a más tardar el próximo 30 de noviembre, por la representación nacional.
El gobierno de Pedro Castillo no da señales de liderazgo y está sumido en un sinfín de contradicciones, doble discurso y peor aún no ha dejado de insistir en pretender aprobar una Constitución Política, como parte de un proyecto político autoritario.
El gabinete Bellido, luego de haber recibido el voto de investidura del Congreso, está demostrando estar integrado por profesionales sin mayor experiencia en gestión pública, carentes de iniciativa, desarticulados en su accionar y en casos como el del interpelado ministro de Trabajo, Iber Maraví vinculados estrechamente al senderismo en el pasado y al MOVADEF en los últimos años. Estoy seguro si las sesiones del Consejo de ministros fueran transmitidas en directo, como sucede con las sesiones plenarias del Congreso Nacional; el país comprobaría el bajo nivel político y profesional del sombrío Gabinete Bellido y sobre todo la ciudadanía constataría las grandes limitaciones del señor Pedro Castillo.
En la gira por México, New York y Washington; el presidente Castillo puso de manifiesto que está lejos de ser un estadista; teniendo que ceñirse a un texto, para no caer en las frases sin sentido, ni coherencia que expresó cuando trato de improvisar algunas palabras.
La democracia descansa en la separación de poderes, en el respeto a la libertad de expresión, en el diálogo y la búsqueda de consensos; más aún cuando un gobierno no cuenta con la mayoría parlamentaria y no tiene interés en forjar una coalición parlamentaria, que le permita gobernar, sin pretender imponer una agenda política.
Pedro Castillo no representa a los excluidos o marginados, como pretende sostener a través de ciertos gestos, símbolos o expresiones; sino que ha sido y es un agitador, que, desde su condición de sindicalista, promovió una larga huelga magisterial en el 2017, con claros propósitos políticos.
Si queremos entender cuáles son los propósitos y objetivos que animan a Pedro Castillo, no tenemos, sino que revisar sus declaraciones y su actuación como líder sindical.
Pedro Castillo no es un demócrata, es un marxista leninista más cercano al brazo político de Sendero Luminoso; que sólo tiene algunas diferencias con el fundador de Perú Libre y el primer ministro.
Pedro Castillo, Guido Bellido y Vladimir Cerrón son actores políticos de un proyecto autoritario; los une la audacia, la ambición de poder y un gran proyecto político autoritario, con clara injerencia extranjera. No debemos olvidar que si queremos entender el accionar de la izquierda marxista en todas sus vertientes; debemos tener presente que en la Asamblea Constituyente que presidió Víctor Raúl Haya de la Torre, seis grupos de izquierda (PCP, FOCEP, PSR, UNIR, UDP entre otros) se negaron a suscribir la Constitución Política de 1979; años después la Izquierda Unida liderada por Alfonso Barrantes Lingán no fue capaz de deslindar abiertamente con Sendero Luminoso y cómo los grupos y partidos de izquierda marxista en los últimos 20 años, han descrito al terrorismo de Sendero Luminoso y el MRTA con expresiones como “guerra interna” o “conflicto armado”.
En las últimas décadas, los líderes del “socialismo del siglo XXI” han tenido en común haberse enriquecido en el ejercicio del poder, haber destruido el aparato productivo de más de un país y haber generado crisis migratorias sin precedentes en América Latina.
Hoy el Perú debe defenderse frente a la amenaza totalitaria. No seamos ingenuos, con todos aquellos que han hecho de la mentira y el cinismo su forma de hacer política. Ni la comunidad internacional, ni los organismos internacionales defenderán al Perú; la respuesta política está en la ciudadanía y en el Congreso de la República; que debe ejercer sus fueros constitucionales con convicción y decisión.
