No es inusual encontrarse en una situación en la cual no hay plena comprensión entre partes que interactúan, es más, me parece que es lo habitual. Si es un problema de comprensión, se resuelve explicando. El problema surge cuando tu interlocutor es medio ciego, medio sordo… y/o medio idiota.
He estado en esa situación muchas veces, sobre todo últimamente. Cuando uno respeta y trata de practicar ciertos valores que han sido exaltados por el ser humano por siglos y que han contribuido a construir la civilización occidental (respeto a la virtud, tolerancia, inclusión, esfuerzo para lograr algo, etc.) y que hoy son despreciados y denostados y sobre todo porque el interlocutor tiene una visión facilista de la vida, muy probablemente producto de una situación económica de bienestar generada por una generación anterior que se rompió el lomo y llegó al bienestar en un contexto de libertad económica.
Cuando era profesor en una academia pre universitaria recuerdo lo difícil que era lograr que los alumnos entendieran la diferencia entre demanda y cantidad demandada. Se explicaba con un gráfico muy sencillo pero los alumnos siempre se confundían. Un caso en el que la propiedad con la que uno se expresa es importantísima para la comprensión del concepto y el posterior análisis de los casos que se presentan y que aplica en general a cualquier tesis o hipótesis que alguien plantee.
Hoy en día, estamos en un contexto en el que la corrección política no nos permite expresarnos con honestidad. Me viene a la cabeza el caso de Edinson Cavani en el Manchester United, que por agradecer a un amigo por una publicación en redes sociales (Pablo Fernández, que ni siquiera es de raza negra), con las palabras “Gracias, Negrito”, lo castigaron sin jugar tres fechas y le pusieron una multa de 100,000 libras esterlinas. De nada sirvió que Cavani se disculpara ante el cargamontón mediático: Igual pagas tu multa y sufres el desprecio de la sociedad, por “racista”. “Ellos” son los buenos y justos, los que deciden sin que se les pida, los que ocupan cargos sin que se les haya elegido, los que dominan la escena política porque están más allá del bien y del mal, son los jueces de todo para todos sin derecho a apelación y por corrección política hay que someterse.
Me imagino cuántas sanciones hubiéramos tenido y multas hubiéramos pagado en la academia donde enseñábamos donde mis colegas profesores eran el Negro, el otro Negro, el Negrito, el Cholo, el Ciego, el Pelado, el Paticorto, el Muerto, etc. Yo era el Orejón y nadie se molestaba.
Hace unos días mi hermana me informó que cuando publiqué un post sobre el asesinato de Charlie Kirk, un tipo tolerante, didáctico y que respaldaba sus argumentos con datos y fundamentos teóricos unas parientes se sintieron “muy ofendidas” pues en parte de ese post escribo: “La inmunda izquierda y sus aliados (el lobby LGTB, BLM, la progresía y demás parásitos de la misma cloaca) a todas sus inconsistencias les suma una estela de muerte para quienes discrepan con sus ideas”. Una de ellas tiene un hijo gay y entendió de esa frase que yo estoy en contra de los gays, cosa errónea. Detallo el por qué:
- Como católico he recibido la enseñanza de rechazar el pecado, no al pecador. En el entendido que todos pecamos y dependemos de la misericordia divina.
- Soy un fiel creyente en la libertad más irrestricta, en la medida en que no afecte el plan de vida de un tercero. Por ello, acuéstate con quien quieras y asume la responsabilidad, a mí no me molesta. En pleno ejercicio de MI libertad y TU libertad, exijo que no se incorpore al Estado como tercero que la restrinja a nadie en beneficio de un tercero ya sea o no una minoría.
- Ser una persona LGBTIQ+ o pertenecer a dicha comunidad (con una sigla demasiado pretenciosa, para mi gusto) no te hace malo, te hace parte de una minoría que debe ser respetada. Pero si armas un lobby que busca a través de normativa impuesta por el Estado (que es el único ente autorizado a ejercer a violencia en un país) que hombres con una autopercepción particular entren y utilicen el baño de mujeres, compitan con mujeres en deportes (y las muelan a puñetazos en un ring como vimos en las últimas olimpiadas), o que violen mi libertad de expresión y me obliguen a decirle Juanita cuando es Pepito, estoy en contra de ese lobby, no de la comunidad que dice representar. Ojo, que yo diga Pepito en vez de Juanita no afecta su libertad ni su plan de vida, pero que me obliguen a mi a decirlo, si afecta la mía.
Ojo hay miembros de la comunidad LGBITQ+ que está en contra de ese lobby como por ejemplo Doménico Dolce y Stefano Gabbana que han hecho abiertas críticas a pedidos del lobby LGBITQ*.
- No es lo mismo la comunidad que el lobby: HAY QUE LEER BIEN, NO TERGIVERSAR Y SOBRE TODO NO DEJARSE MANIPULAR, algo muy común en las fétidas maniobras de la izquierda y sus aliados.
Los mismo ocurrió con BLM: si eres de raza negra tienes que ser de BLM, es decir un justiciero social que sale a romper la calle y propiedad privada para obtener “justicia” racial. ¡Por Dios! ¿hay gente tan idiota para entender eso? Lamentablemente, SÍ. Incluso afirman que por ejemplo la DEI (diversidad, equidad e inclusión) es lo que ha llevado a que haya más jugadores negros que blancos en la NBA, dejando de lado todo el mérito de los deportistas (entiéndase: no juegan ahí porque son buenos jugadores, sino porque corresponde a la cuota racial… Increíble).
No olvidemos que los derechos fundamentales son únicamente tres: derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada y que la única igualdad que vale es la igualdad ante la ley. Que yo ejerza los derechos fundamentales no afecta a terceros. Sin embargo, obligarme a mí a decir que Pepito es Juanita, si afecta mi derecho a la libertad, como ya describí líneas arriba.
Desde el punto de vista aristotélico la realidad no cambia, aún cuando la percibamos distinta; el conocimiento comienza con la percepción sensible del mundo material. La realidad, por lo tanto, no está en un mundo de ideas, sino en las cosas concretas que podemos observar y experimentar. A modo de explicación doy un ejemplo: para un tricrómata (erróneamente llamados daltónicos), la luz del semáforo es roja cuando es verde; esa percepción no hace que la luz roja sea verde, va a seguir siendo roja.
Por ello una persona no es aquello que percibe, sino lo que realmente es, determinado por los hechos observables y comprobables. Esto se trae abajo toda la ideología de género y genera un clamor escandaloso de parte de grupos que viven del conflicto y que se perciben como buenos y justos, cuando están viviendo en un error.
Es la forma más simple que tengo de explicarlo, por ello si esto no queda claro es porque no tienes la capacidad de entenderlo (deja de perder el tiempo en tu teléfono, leer frivolidades, etc.) o quítate la venda de los ojos porque el mundo no es como crees. El progresismo simplifica y banaliza a niveles estratosféricos y hay que notarlo.
Querer que algo ocurra sin prestar atención a la realidad y sin el esfuerzo requerido es simple pensamiento mágico (wishful thinking), algo que no va a ocurrir y cuando eso no ocurra te llenará de rabia, envidia y una sensación de injusticia con la que culparás a otros sin darte cuenta que el cambio debe venir desde dentro.
Podría poner algún ejemplo en economía sobre la realidad y la percepción pero lo dejo para otro artículo, creo que el énfasis de este artículo es más político que económico, pero aplica igual en otras ciencias.
