EntrevistasViernes, 25 de diciembre de 2020
“En una pandemia se requiere coordinación entre todos”
MARIA CORINA MACHADO PARISCA. Diputada por la Asamblea Nacional de su país hasta que fue expulsada. Lideresa de la oposición venezolana.

¿La caída de los precios del petróleo y la crisis desatada por el Covid-19 han impactado en el poder monolítico de la dictadura de Maduro? Las cifras oficiales que desde Caracas se publican parecen indicar una eficiente gestión en contra de la pandemia. ¿Es esto real?

Las cifras oficiales que emite el regimen de Maduro no tienen el más mínimo respaldo y -por supuesto- ninguna confianza por parte de la colectividad. Esta es gente que miente sobre el número de muertos, sobre la inflación, sobre el costo de la gasolina, sobre el costo de la vida, sobre todo.

Como todo regimen totalitario utiliza fenómenos emergentes como el Covid-19 para afianzar su control social y lo hace a través de la información, de la gente o de la Economía. En esta caso se ha visto la situación agravada porque la crisis, la devastación -estructural y profunda- de Venezuela se viene arrastrando desde hace muchos años. Y esta pandemia nos agarra en un país que tiene un sistema de salud en ruinas. La mayoría de la población no tiene acceso a agua y, muchísimo menos, a jabón. Y no tiene la posibilidad de quedarse en su casa y cuidarse porque eso implicaría morir de hambre.

Muchos países de la región están viendo un importante retroceso en sus libertades económicas y sociales encajadas por los gobiernos de turno que, aprovechando la pandemia han inflado el tamaño del Estado... ¿Se podrá reducir pasada la crisis?

Efectívamente. Estamos viendo en muchos países del mundo, y en la región, que se ponen en práctica medidas restrictivas de libertades que -en cualquier otro contextohabrían sido inaceptables y que la sociedad habría reaccionado de manera inmediata.

Ahora, ante una pandemia, en una situación real de riesgo para la vida de todos, los individuos están dispuestos a ceder ciertos grados de libertad, siempre y cuando sea a instituciones y a gobiernos que tengan la confianza de la ciudadanía y que, tan pronto se resuelva la situación coyuntural de la pandemia, restituyan esas libertades. Obviamente, ese no es el caso de varios gobiernos de la región, que están aprovechando esta situación inédita -este fenómeno emergente- para arremeter contra la propiedad privada, contra la libertad de prensa y los medios de comunicación o contra actores políticos que tienen las posiciones más autónomas y firmes frente a los gobiernos autoritarios. De modo que no hay otra opción más que la sociedad reaccione como un todo, se organice y se prepare, para que en la medida en que se van atenuando los efectos del coronavirus pueda resurgir la demanda y la exigencia por acción firme y decidida para recuperar libertades perdidas en otros países democráticos, y para recuperar nuestro derecho de vivir en libertad plenamente en los regímenes totalitarios como el caso venezolano.

Tiene que ser un impulso para la acción firme y conjunta de toda la sociedad.

Yo creo que Occidente, en definitiva, tan golpeado por esta coyuntura del Covid-19 va a terminar fortaleciendo sus mecanismos para a través de alertas tempranas detectar estas circunstancias de avance totalitario y para impedir que las mismas se consoliden.

¿Ve una luz al final del túnel en su país? Cada cierto tiempo la región siente -y celebra- lo que parece ser el inicio del fin de la dictadura. Sin embargo, Maduro y sus secuaces logran sortear cada tempestad. ¿Qué falla en la lucha por libertad? ¿Qué falta?

Yo estoy absolutamente convencida de que Venezuela no solamente va a recuperar su libertad -desalojando a un Estado criminal, narcotraficante y terrorista del poder-, sino que vamos a haber aprendido fundamentales lecciones para nosotros y para las generaciones por venir. La primera es que la democracia no se puede dar por sentado. Nosotros, los venezolanos, sentíamos que la democracia estaba allí y para siempre. Nacimos en democracia, éramos una de las democracias más estables de la región, uno de los países más ricos del hemisferio y creímos que eso era suficiente. Y fue ese el gravísimo error. Una ciudadanía formada, organizada, participando activamente es indispensable para preservar la libertad. Nicolás Maduro y su sistema de mafias han logrado superar muchos momentos de tensiones -internas y externas- porque no les importa matar, liquidar a una sociedad, a sus instituciones y a una nación misma. Para ellos, permanecer en el poder - así sea un día más, como cualquier estructura criminal- es lo único que importa. De modo que frente a una pandemia mienten.

Dan cifras que son absolutamente falsas sobre el número de contagiados, incluso sobre el

número de muertos, sobre el número de exámenes, sobre la capacidad real que tienen nuestros hospitales y nuestras clínicas. Además mienten sobre la seguridad, la protección y la supervivencia de una sociedad. Creo que estamos en un momento distinto a las etapas previamente vividas, porque tanto la sociedad venezolana como los gobiernos democráticos del hemisferio -los que están genuinamente comprometidos con la libertad de Venezuelaentendienden que no es sostenible la permanencia de un Estado criminal, narcoterrorista en el corazón del hemisferio, una dinámica y un Estado cuyas actividades no pueden ser contenidas dentro de nuestras fronteras y que, por el contrario, se han propuesto expandirse y generar desestabilización en otros países de la región, como claramente Colombia, Ecuador, Perú, Chile y cualquier otro. No hay un solo país de este hemisferio cuya seguridad nacional no esté amenazada por la existencia de este regimen, de este sistema criminal en Venezuela, que no solo tienen como aliados a Estados como Irán, Cuba, Siria, Rusia sino a aliados que no son Estados sino organizaciones criminales como los cárteles de la droga, la guerrilla colombiana o grupos extremistas islámicos como Hezbollah.

Esta es una amenaza inminente para la región y por tanto la reacción no solo debe estar animada por detener el sufrimiento y el dolor en Venezuela, sino para tutelar la seguridad de las demás naciones.

Dejando por un momento a su patria: ¿Cómo ve la situación en América Latina en cuanto a la gestión de la pandemia?¿Podremos relacionarnos de la misma manera?

Cada nación alrededor del mundo ha reaccionado de una manera propia, tratando de privilegiar el bienestar y la seguridad de sus propios ciudadanos, antes de cualquier otra relación. Lo que es, hasta cierto punto comprensible, pero no necesariamente significa que sea lo más inteligente o efectivo. En una pandemia indiscutiblemente se requiere coordinación entre todos los Estados afectados, que son prácticamente todos los Estados del mundo. Ahora, en el caso de América Latina, es indiscutible que todos los Estados totalitarios - Nicaragua, Cuba y Venezuela- han aprovechado esta coyuntura para relacionarse más a fondo y para avanzar en su proceso de debilitar las bases de las democracias liberales del hemisferio.

Entonces creo que no solo volveremos a relacionarnos si hacemos las cosas bien, sino que vamos a establecer unos vínculos más profundos al entender que no es posible que una nación de la región pueda sobrevivir sola una pandemia, o aislarse de una amenaza totalitaria y criminal. Yo creo que una de las lecciones más importantes que este periodo tan insólito y tan absurdo y tan inédito no deja es asumir la profunda interrelación que hay entre las sociedades del mundo y que uno no puede pretender estar bien cuando nuestro entorno se descalabra. Esa es la situación de Venezuela hoy, y yo espero que este proceso contribuya a generar consciencia de que lo que ocurre en Venezuela no solo es responsabilidad de todos, sino que tendrá consecuencias para todos.

Mayo es el mes de la madre. Y usted es madre de tres hijos que la admiran y la apoyan. ¿Qué tan duro ha sido para usted enfrentarse con el coraje un pueblo entero contra la dictadura con sus hijos tan lejos? ¿Cómo ha logrado conciliar ser madre y -a la vez- una luchadora incansable por la libertad de su pueblo? ¿Qué le diría a las madres del Perú que deben luchar más de una batalla, como usted?

Soy mamá. Tengo 3 hijos que hoy día están lejos de mí. Tomé la decisión más dura de mi vida, de separarlos de mí, de su familia de su país, cuando me resultó evidente que su integridad y su propia vida estaba en riesgo. Y tuve que escoger. Y tuve que encontrar un equilibrio entre mi responsabilidad como madre de protegerlos y cuidarlos y mi responsabilidad como servidora pública, de estar a a altura de lo que los venezolanos habían confiado y esperaban de mí. Es una decisión tremendamente dura que le ha causado muchísimo dolor a mi familia y no pasa un solo día en que yo no le pida a Dios que, cuando todo este proceso derive en la reconstrucción de Venezuela, mis hijos puedan perdonarme por todo lo que les he quitado. Momentos absolutamente irrecuperables. Pero yo estoy convencida que las madres venezolanas -y cuando digo madres me refiero a quienes hemos tenido hijos o quienes hemos adoptado a uno como si fuese nuestro, con ese amor absolutamente irracional- entendemos el deber y la labor que nos espera de reconciliar y reencontrar a cada una de nuestras familias y de reencontrar a Venezuela como una gran familia. Para eso, antes que nada tiene que haber justicia. Y si algo tiene una mamá, una madre, es un muy presente sentido de la justicia y su ejercicio permanente y continuo.

Yo quiero decirle a las madres de latinoamérica, y muy especialmente a las madres peruanas que ante los desafíos tremendos que se viven en estos tiempos en nuestra sociedad, las madres tenemos una labor única de recordar que la lucha es eminentemente ética, es espiritual. Es una lucha del bien contra el mal, de la verdad contra la mentira, de la vida contra la muerte. Y al final estos valores positivos se imponen. Y se imponen porque cada una de estas madres ha estado allí formando a sus hijos desde muy pequeños. Así que yo tengo una enorme confianza en la sociedad venezolana y en latioamérica y creo que que este enorme desafío que ha representado el coronavirus para esta generación al final va a terminar fortaleciendo a las sociedades que creen en el ser humano, en su dignidad, en su potencial, en su derecho a ser dueño de su destino y en los Estados que promueven la apertura, el desarrollo del talento, de la generación de riqueza sobre la base del trabajo decente y productivo, de la innovación, del conocimiento y de la solidaridad. Porque si hay un elemento presente, claro, firme, duradero en los mercados es -justamente- la solidaridad entre sus participantes. Para mí eso es lo que va a terminar salvando a Venezuela y que junto con lationamérica podamos recuperar tanto tiempo perdido y tanto daño perpetrado por parte de las fuerzas criminales. Pero los ciudadanos tenemos la fuerza, estamos comprometidos y no tengo duda de que lo vamos a lograr. Y en Venezuela vamos a lograr que cada una de nuestras familias se rencuentre, la tuya y la mía.