OpiniónDomingo, 20 de febrero de 2022
Constitución de 1993: Las bases jurídicas de la economía nacional
Arturo Delgado Vizcarra
Asociado del CIPP

Desde hace varios días el gobierno, sus partidarios y barristas se vienen ufanando del primer lugar en crecimiento económico en un reporte internacional; ello si bien es cierto, constituye una buena noticia, no es menos cierto que, con más venidas que idas, en los últimos 30 años hemos mantenido dos constantes vitales para que tales reportes salgan positivos: la constitución económica y la política económica.

Sin embargo, desde hace largos años no nos hemos acercado a nuestro potencial de crecimiento económico; hace falta mucho más que una política de constante aplicación para lograr un desarrollo integral, hacen falta una serie de cambios estructurales y de reformas administrativas para que la economía retome la ruta de crecimiento. Ninguna de ellas pasa por un cambio constitucional en su capítulo económico.

Se requiere que los contratos y los emprendimientos de las personas cuenten con estabilidades y seguridades jurídicas. Pocos aventureros se atreven a ingresar en condiciones de riesgo en el cumplimiento y la exigibilidad de este, para ello, se necesita un sistema de justicia que funcione; se dice fácil, pero los cambios necesarios para lograrlo son enormes, si tenemos una fiscal de la nación a la cual se le acusa de haber aprovechado de certificados falsos, ¿qué podemos esperar de los niveles inferiores?

La descentralización es un segundo tema donde hacen falta soluciones para reconducir el proceso y que éstas constituyan en reales organismos de desarrollo, en lugar de agencias de empleos para quienes apoyaron en la campaña de elección del gobernador regional. Sería interesante incrementar fondos y responsabilidades, a cambio de, la desaparición de las denuncias penales a directivos y funcionarios y de una adecuada y real planificación de las acciones de desarrollo, en lugar de los constantes reclamos de fondos y obras a las instancias nacionales.

El sistema funcional de inversión privada es cualquier cosa menos un sistema, hubo un tiempo en el que el Perú lideraba en este tema. Tengamos presente que las ciudades, los países compiten para recibir inversión privada, para ser sedes de las oficinas centrales de las principales empresas en el mundo. Hoy estamos perdiendo la competencia, porque los fondos internacionales se siguen moviendo en búsqueda de destinos rentables y, si cada inversión demora como mínimo un año para empezar a ser productiva, claramente exhibimos una grave lentitud frente a destinos más ágiles y rentables.

Finalmente, en estas notas, la política y la discusión siempre serán positivas; reconocer las posiciones políticas, las distintas apreciaciones de la realidad, y las vías distintas de solución a los problemas públicos enriquece a las instituciones y al estado. La “pelea política”, por el contrario, desgasta, perturba, genera inseguridades y espanta inversionistas.

Quizás este sea el cambio más complicado, porque no solo involucra a las normas o las legislaciones, implica personas, intenciones, intereses, organizaciones y sobre todo voluntades. Es un conjunto enorme de personas que debe decidir por el desarrollo y la buena fe.

Dejo constancia que el Perú no está para celebrar reportes, cada día nos enteramos de un nuevo cambio en cargos técnicos o políticos rebajando la calidad del servicio público. Esta situación espanta las inversiones y rebaja la calidad de las decisiones públicas, los costos de estas decisiones desastrosas los estamos pagando hoy y nos afectarán en el futuro, porque debemos revertir esos cambios pronto antes de que las consecuencias se solidifiquen y se conviertan en complejas de revertir.

Queda, en todos nosotros, en hacer notar y promover los cambios para el desarrollo; lo he dicho en más de una oportunidad: tenemos la opción de votar inteligente en las futuras elecciones regionales y municipales, no las perdamos de vista.

Cambiemos el autobombo por la noticia de alguna agencia económica, por la celebración del crecimiento y del desarrollo reales.