EntrevistasDomingo, 14 de agosto de 2022
El hombre centenario, última entrevista a Francisco Morales Bermúdez

Si quiere suscribirse a todo nuestro contenido vía WhatsApp dele click a este link: https://bit.ly/3JTiLk8

También puede ingresar a nuestra cuenta de Telegram: @elreporteperu

“Yo soy yo, y mis circunstancias…” - José Ortega y Gasset (1883-1955)
“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla” - Frase atribuida a Napoleón Bonaparte (1769-1821)
“Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo” - Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana (1812-1893)

El General Francisco Morales Bermúdez era hasta hace muy poco, y sin lugar a dudas, un personaje histórico viviente. Fue un gran referente viviente. Cuando se pudo realizar la entrevista -gracias a su generosidad personal e intelectual pues no tuve ocasión de conocerle personalmente- estaba por cumplir los cien años de edad y, cuando finalmente -por los avatares del tiempo y la pandemia-, pudimos transcribirla, editarla, recibir sus correcciones de puño y letra -las que guardo con gran honor-, y corregirla ([1]) pasaron dos largos años en que finalmente ocurrió el Bicentenario nacional, cumplió la centuria de edad y, finalmente, en la madrugada de la conmemoración de la Toma de la Bastilla, día signado por el mundo contemporáneo en la lucha por la libertad y uno de los hitos en la creación del Estado de Derecho constitucional el pasado 14 de julio de este año, nos dejó apaciblemente.

Siendo esta una entrevista efectuada en los finales de su vida -diría, en verdad, que es la última entrevista que concedió- su publicación será indefectiblemente póstuma. El tiempo, y su implacable e inderogable ley, siempre hace lo suyo. El acucioso lector, de uno u otro sino, sacará sus propias conclusiones del relato de una parte de nuestra historia en la segunda mitad del Siglo XX.

Francisco Morales Bermúdez Cerruti fue desde muy joven, por su empeño, esfuerzo, destacada inteligencia y estirpe, protagonista en distintos escenarios políticos, económicos, militares y sociales del Perú en los últimos cuarenta años del Siglo pasado.

Mantiene una lucidez envidiable y una inquebrantable fe en el Perú. Nacido en una familia de clase media, de padre militar y con un abuelo también ex Presidente de la República en el Siglo XIX (Remigio Morales Bermúdez), siendo General de Brigada muy joven integró el Gabinete en el primer gobierno del Arq. Fernando Belaunde Terry, el mismo presidente que fuera defenestrado del poder mediante un Golpe de Estado llevado a cabo por un sector progresista del Ejército del Perú, al que se plegó la Fuerza Aérea y, a regañadientes y con no pocas incidencias, la Marina de Guerra.

El proceso político inédito que tuvo inicio aquella madrugada del 3 de octubre de 1968 le deparó una serie de responsabilidades, por su ascendiente en el Ejercito del Perú (y, por ende, en las Fuerzas Armadas en general), por su inteligencia y por su preparación que superaba largamente el promedio de sus colegas de la época, inclusive de aquellos que tenían los primeros puestos. Ser de la especialidad de la ingeniería militar, le daba un plus evidente, ya que no solo tenía muchos más estudios en las ciencias exactas, sino que los oficiales del arma de ingeniería llevaban -en aquel entones- un año más de estudios sobre sus demás colegas de otras armas, año lectivo que cumplían en Lima siendo ya subtenientes en actividad.

Sería por eso, por su valía profesional, su destacada inteligencia y su ascendiente entre sus compañeros de armas que, teniendo poca antigüedad como General de Brigada, fue designado por el expresidente Belaunde el 20 de marzo de 1968 como Ministro de Hacienda y Comercio (hoy Economía y Finanzas) en aquel entonces, cargo que ejerció por breves meses hasta el 21 de mayo del mismo año, en los meses previos al Golpe de Estado de 1968.

Había egresado de la Escuela Militar de Chorrillos como Espada de Honor de su promoción. Es decir, fue el número uno en toda su vivencia como cadete. Fue también el primero de su promoción en los cursos de oficial alumno de ingeniería y en los que habilitaban a los grados de teniente y capitán, respectivamente, siempre en la especialidad de ingeniería.

Más tarde se diplomó como oficial de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra del Perú, donde obtuvo la Divisa de Honor nuevamente por ser el primero en las calificaciones. Durante 1957 y 1958 estudió en la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino. De regreso a Perú fue profesor en la Escuela Militar de Chorrillos, en la Escuela de Aplicación de Ingeniería y en la Escuela Superior de Guerra. Luego asistió al Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), en la que se graduó con calificación de sobresaliente. También cursó estudios en el National War College en los Estados Unidos.

En su calidad de ingeniero militar participó en la construcción de la carretera a Rioja-Tarapoto. En 1962 se le encomendó la reestructuración y modernización del Registro Electoral del Perú a fin de permitir registros y procesos electorales limpios y democráticos, y sus reformas permanecieron vigentes hasta las elecciones de 1980 que dio lugar a la segunda elección del expresidente Belaunde Terry.

En cuanto a su labor política, ya durante la primera fase del Gobierno Militar fue nuevamente ministro de Economía y Finanzas de 1969 a 1973, En enero de 1974 pasó a ser Jefe del Estado Mayor General del Ejército y, en febrero de 1975, fue nombrado Primer Ministro y Ministro de Guerra (el antecedente del actual Ministerio de Defensa).

El 29 de agosto de 1975 lideró un movimiento político al interior de las propias Fuerzas Armadas que llevó al derrocamiento del General Juan Velasco Alvarado como Presidente de la República (de la Primera Fase), y le sustituyó de facto, proclamándose Presidente de la República, en el llamado “tacnazo” (dando inicio a la Segunda Fase), cargo que ocupó hasta el 28 de julio de 1980 en que cedió la presidencia al nuevo mandatario elegido democráticamente, tras 11 años de interregno militar en nuestra azarosa y frágil democracia. Los hados y las paradojas de la historia política peruana se concertaron para que esta elección democrática recayera nuevamente en el Arq. Fernando Belaunde Terry para el periodo 1980-1985, precisamente en aquel personaje que había sido derrocado por el Golpe de Estado Militar de 1968 en el que no tuvo participación directa el General Francisco Morales Bermúdez.

Ya desde la presidencia asumida en agosto de 1975 procuró reestructurar -con diversas dificultades- varias de las reformas políticas y sociales que se hicieron en el gobierno del Gral. Velasco Alvarado, con la ayuda de aquellos militares más radicales, y organizó con una gran filigrana política la transición y el regreso hacia la plena democracia en el Perú de entonces, convocando en 1977 la “Asamblea Constituyente” que se instaló en julio de 1978 y dio como resultado la promulgación de una nueva Constitución en julio de 1979.

Olvidado por muchos, denostado por algunos, reconocido por varios, pasa su retiro en la paz familiar y en el análisis político y de la actualidad con una lucidez y fortaleza -repetimos- envidiable.

Como ex Comandante General del Ejército aún participa activamente en el “Consejo Consultivo” de ex Comandantes Generales y ex Jefes del CCCCFFAA el cual, por su antigüedad y siguiendo la tradición y el honor militar, le corresponde presidir de pleno derecho. Desde allí, aún hasta ahora, ha firmado diversos comunicados cuando la complicada realidad política del Perú, ya adentrados en el primer quinto del Siglo XXI, se lo ha demandado.

Hace casi dos años, el Gral. Francisco Morales Bermúdez tuvo a bien conceder con gran generosidad, entereza y franqueza esta entrevista, que consideramos muy importante para ayudar a entender y comprender nuestra historia reciente de los últimos sesenta años, y que nos permitirá analizar la etiología y desarrollo de nuestra realidad presente, y que hoy -debidamente actualizada- venimos a hacer de conocimiento de la opinión pública.

Aníbal Quiroga León (AQL): Gral. Morales Bermúdez, buenos días. Quisiera empezar por agradecerle mucho haber aceptado esta entrevista. He leído con mucho interés lo que tenía a la mano, sobre todo el libro interesante que hizo con Federico Prieto Celi “Mi última palabra”, donde está prácticamente toda su biografía. Yo tendría interés en detallar algunas cosas que quisiera poder conversar con Ud.

En primer lugar: ¿Cómo prefiere que lo trate: como General o como Presidente?

Francisco Morales Bermúdez: (FMB) A mí me es bastante indiferente el asunto, pero normalmente, en mi vida actual, en los contactos que tengo, que sigo manteniendo básicamente con el medio militar, se usa más la denominación de General antes que la de Presidente o ex Presidente. Es normal para mí el trato de General.

AQL: Pero, ¿cómo le gustaría a Ud. que yo lo trate?

FMB: Bueno, como General estaría correcto, no hay problema.

AQL: Gracias. General, Ud. tiene una estirpe de militares en su familia ¿no? Su abuelo fue militar, su padre fue militar y, además, su abuelo -como el mariscal Ramón Castilla-, nació en Tarapacá. Al haber nacido en Tarapacá, igual que Castilla ¿No tenía Ud. ilusión de revindicar -en algún momento- para el Perú la tierra de su abuelo, cuando el Perú tuvo grandes posibilidades bélicas frente a Chile?

FMB: Bueno fíjese, eso es una cosa que es natural, no solamente por el hecho de mis relaciones familiares con mi abuelo que nació en Tarapacá, sino que este proceso que vemos fue tan negativo para la constitución de la patria, que siempre producía -al menos en la juventud- sentimientos encontrados. Cuando era cadete en la Escuela Militar de Chorrillos, me acuerdo, siempre subsistía un espíritu de ¿cómo diríamos? de desquite, de revancha, de vindicación, si Ud. quiere, que era histórico. De manera que yo también he sentido eso, cuando fui cadete y cuando ya fui oficial, indudablemente: Pero luego cuando uno va madurando un poco y vienen las composiciones históricas, los cambios históricos y las relaciones internacionales que van evolucionando, entonces uno va evolucionando también en su pensamiento y moderando sus sentimientos, porque se comienza a ver las verdaderas posibilidades del país, si conviene o no conviene, con estudios de tipo político-estratégico, digamos, y las responsabilidades militares y de gobierno, ya que los estudios que se hacían en esa época eran más bien de estrategia defensiva antes que de carácter ofensivo.

AQL: En todo ese periodo de responsabilidades militares y políticas que Ud. vivió: ¿No hubo ninguna posibilidad de una estrategia ofensiva?

FMB: No. Porque ya nos habíamos trazado en las Fuerzas Armadas y, fundamentalmente, en el Ejército, que el año 1979 -en el centenario de la Guerra del Pacífico- fuera un año en que las Fuerzas Armadas no estuviesen en la situación en que se hallaron nuestras Fuerzas Armadas en la época de la Guerra con Chile, totalmente desarmados y peor organizados. Mientras Chile se armaba -con la ayuda inglesa que fue decisiva en ese caso- el Perú estaba en pañales. En 1979 dijimos: nuestra meta es llegar a tener una Fuerza Armada de gran fortaleza estratégica defensiva, porque ya en esa época teníamos el problema de la frontera norte, con el Ecuador. El Ecuador siempre fue un peligro de penetración ofensiva permanente. Teníamos una frontera activa en el norte y otra también con cierto grado de actividad potencial en el sur.

Teníamos que implantar una estrategia nacional, ligada también con el contexto internacional: habíamos adquirido mucho material de guerra de la entonces Unión Soviética y no teníamos certeza de cómo podía haber sido la posición de los EEUU en una eventual contienda sudamericana de ese calibre. De manera que por eso decidimos, y no yo solo, sino que decidimos a nivel del mando de las Fuerzas Armadas -en consonancia con lo político- que teníamos que llegar a tener una gran fuerza estratégica defensiva en las mejores condiciones. En condiciones de acudir tanto al norte, como al sur, para evitar una eventual penetración lesiva para nuestros intereses.

AQL: En el supuesto de que se hubiese dado el paso de tomar Arica, por ejemplo. ¿Qué posibilidades había de que se produjera una invasión ecuatoriana, de un ataque ecuatoriano por la frontera norte?

FMB: Así es. Ecuador continuamente penetraba y había que rechazarlo. Era una frontera activa en el norte de nuestro país. Entonces ¿cómo podíamos tener una ofensiva en el sur? Era previsible el cálculo de haber tenido que soportar al mismo tiempo e inmediatamente una penetración muy fuerte de parte de Ecuador. Tendríamos que haber luchado en dos frentes de combate al mismo tiempo, dos frentes de guerra, y más en la situación internacional donde indudablemente siempre se preveía que históricamente y por diversas características de las relaciones internacionales, en el caso de un conflicto con el sur, EEUU iba a apoyar al sur y no al Perú y, en esa época, ya habíamos adquirido material de guerra en abundancia, importantes pertrechos militares provenientes de la ex Unión Soviética como ya queda dicho. Una razón más para la alerta de EEUU. Había que pensar no solo en una cuestión de carácter local, si no que podíamos haber entrado a un problema internacional mucho más agudo, mucho más comprometido, mucho más complejo.

AQL: Ningún país podría ganar una guerra con dos frentes abiertos.

FMB: Así es. Eso es lo más probable.

AQL: Fue el gran problema, entre otros, de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.

FMB: Así es. Indudablemente. La guerra la hace el país, la hace la nación. La nación es la que entra en guerra, entonces hay que ver cómo estaba la nación, como estaba la economía de la nación. Porque uno puede decidir el día “D” y la hora “H”, comienza el conflicto, la guerra, pero uno se pregunta ¿Cuándo y cómo termina? ¿Cuándo va a terminar? ¿Cómo vamos a terminar? No se sabe.

Por ello la nación entera tiene que estar preparada, tiene que haber una preparación económica. ¿Cómo estaba la economía del país en ese momento? ¿Cómo estaba el frente interno? ¿Estaba cohesionado? ¿Había cohesión interna en el país? o ¿Había problemas internos? Entonces, cuando el gobierno toma una decisión y actividad de esa naturaleza, es la nación la que va a estar comprometida. Y la nación es la que debe estar preparada. No solamente es un tema de las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas aportan el aspecto bélico, el táctico y el estratégico. Pero no constituyen todos los factores que entraran en juego, y en riesgo. Hay que ver el aspecto psicológico, el aspecto económico y una serie de situaciones que son los componentes principales para tomar una decisión tan grave y trascendente como una de esa naturaleza.

AQL: Pero una captura de Arica, y manteniendo supremacía aérea y naval, que impidiesen el progreso de Chile hacia el resto del país hubiese sido quizás una victoria rápida y fácil de mantener en un nuevo status quo.

FMB: Difícil. Cuando se hace una guerra debe ser con toda profundidad.

Una guerra solo para tomar Arica es incongruente. El pueblo peruano en Arica ya no está, no es el pueblo de antes. Ya no es el pueblo nuestro, es el pueblo que se ha constituido ahí durante un Siglo, es hoy un pedazo de otra nación que en nada cooperaría con una gesta como esa.

De manera que tomar un territorio, casi como una cabeza de puente, nada más, no es obtener la victoria.

La victoria se da cuando se penetra, cuando se llega al corazón del adversario. La guerra con Chile en 1879 fue una verdadera guerra, montada y preparada para llegar al corazón de nuestra República. Por eso nos avasalló, porque estuvo preparado para eso. Se preparó con antelación, si no, no hubiera triunfado.

Llegó al corazón de la República, conquistó y sometió a la Capital de la República. Entonces sí, ahí se obtienen los beneficios que obtuvo Chile que conquistó una importante porción de territorio como era nuestro Tarapacá. Arica también fue nuestro, pero su pérdida total vino después en 1929.

Se preparó para esa guerra. La ayuda inglesa fue definitiva en esa preparación en aquel entonces. Hasta el pueblo, hay versiones -que no se si Ud. ha podido leer- que el pueblo se reunía en la plaza pública y decía ¡Vamos a Lima!

O sea que había una concientización nacional que había que hacer la guerra. Una preparación total del país. Para esa época, podemos decir que fue una guerra total. Lo cubrió todo.

AQL: O sea ¿Entre los años 1975 y 1978, no hubo posibilidad real de un conflicto armado con Chile?

FMB: No, no había.

Siempre se ha dicho que el Gral. Velasco quería eso, la recuperación de Arica en manos de Chile, y que cuando vino la toma del poder por nuestra parte en agosto de 1975, se terminó todo. Esa es la versión que me la enrostran a mi mucho. “Velasco preparó la guerra con Chile y Morales-Bermúdez paró la guerra, por eso vino el golpe”.

Ud. lo habrá escuchado cuántas veces. El Gral. Velasco nunca me habló de la posibilidad real de una guerra con Chile. Recuerde Ud. que yo fui Jefe de Estado Mayor General del Ejército del Perú antes de tomar mando de las Fuerzas Armadas. Fui Jefe de Estado Mayor del Gral. Mercado Jarrín, con quien trabajé la nueva composición de la Fuerza Armada con una visión estratégica de defensiva fuerte, en condiciones de defender el norte, y el sur, y con una masa de maniobra central, en condiciones de acudir a cualquiera de los dos frentes. Esa fue la estrategia que se preparó en aquel entonces.

La versión de que el Gral. Velasco, con un grupo de oficiales de su entorno, habían preparado un plan de guerra contra Chile, es algo totalmente inadmisible por irreal porque había una organización muy bien hecha en ese momento, un Estado Mayor fortalecido y en plenas funciones, bien establecido, con su Comandante General, su Estado Mayor, su Jefe de Estado Mayor, donde todo se preparaba ahí.

No habían -ni podía haber a ese nivel- “grupitos” que prepararan una guerra nacional. Es decir, ¿el Jefe de Estado -sin consultar con su Comandante General, ni al Jefe de Estado Mayor, ni a nadie, preparaba una guerra con otra nación limítrofe? Y ese grupito de oficiales publicó un documento, como si fuera un “Plan de Guerra” de carácter táctico y no estratégico, como se hace en los estudios en la Escuela Superior de Guerra, como en todos los países, siempre se diseñan en la teoría estrategias ofensivas y defensivas en diversas hipótesis de trabajo, como parte del entrenamiento militar normal o los llamados “juegos de guerra”. Se recrean “escenarios”. Con ese plan táctico, y no estratégico, manifestaron que el Gral. Velasco quería la guerra con Chile. Se dijo, entonces: aquí está el plan de la guerra con Chile”. Eso no era un verdadero plan de guerra, eso fue un plan de ensayo táctico de la enseñanza práctica en una Escuela de Guerra, un documento de trabajo. Pero dijeron, no: “El Gral. Velasco preparó la guerra, el Gral. Morales Bermúdez no quiso la guerra y acabó deteniéndola”. Cosa que fue totalmente falsa.

AQL: En aquella época en los años ‘70, cuando Ud. era un General joven, en las diversas Escuelas Militares en cada noche, a la hora de despedir al batallón de cadetes, siempre se gritaba: “Viva el Perú, muera Chile…pronto el sol de los Andes brillará en el Morro de Arica”. Fue la consigna diaria en todas las Escuelas Militares.

FMB: Eso sí, cuando éramos cadetes todos gritábamos ¡Viva el Perú Muera Chile!

AQL: Y era más: “Pronto el sol de los Andes brillará en el morro Arica”, esa era la consigna de todas las noches

FMB: Así es, son cosas históricas, que sobre todo se sienten más en la juventud porque la juventud se impacta más, pero luego vienen situaciones que son de carácter estratégico-nacional, que hay que pensar bien. No se puede exponer así no más a un país a una acción bélica de gran escala si no hay una verdadera y adecuada preparación nacional.

AQL: ¿Hubiese sido imposible que EEUU apoye una intervención armada al Perú, por el solo hecho de tener armamento soviético?

FMB: ¿Hoy día?, ¿En este momento?

AQL: No, en aquella época.

FMB: ¿En aquella época? Indudablemente que había esa posibilidad, ya que -entre otras cosas- se sumaba el hecho de que el Perú tenía armamento soviético y tratos comerciales con la ex Unión Soviética que permitieron esas compras a gran escala. Bueno pues, eso no era de mucha simpatía por parte de los Estados Unidos. Indudablemente. No era de mucho agrado para EEUU que el Perú se armase, y menos que lo hiciéramos sin su tutelaje con armamento soviético; pero naturalmente nosotros en esa época teníamos -como le digo- la visión de estrategia de lo que se debía hacer, que era nuestra obligación de tener una Fuerza Armada con gran potencia disuasiva. Y comenzamos a buscar a dónde adquirir los medios y, entonces, tuvimos ofertas de diferentes países, se estudiaron esas ofertas y se determinó que el material soviético -al menos el que se adquirió en esa época- era de muy buena calidad, de muy buenos precios, y con precios unitarios muy convenientes: comparado el precio unitario de un arma determinada potente, comprada en la Unión Soviética, con una comprada en Francia o en EEUU, con el mismo valor táctico y estratégico, era de mucho menor precio y además las condiciones que nos dieron los soviéticos, para pagar, también fueron únicas. Fue un interés bajísimo de 2% o 3%, con 2 o 3 años de gracia, para pagar a largo plazo. Cosa que ningún otro mercado de armas nos daba. Entonces por eso se tomó la decisión nacional de comprar el armamento soviético en aras de los intereses de nuestra patria.

AQL: ¿Por alguna razón especial la Marina de Guerra no tiene ese armamento soviético? ¿La Marina no aceptó armamento soviético?

FMB: Bueno lo que pasa es lo siguiente: la Marina de Guerra, en sus primeros desarrollos -vamos a decir- después de la guerra con Chile, fue una Marina muy ligada a EEUU y a Inglaterra. Es decir, tomaron mucho, así como nosotros tomamos en una época de las relaciones con Francia y de la doctrina francesa; ellos tomaron mucho de las doctrinas de otros países occidentales, sobre todo de EEUU. Estaba muy ligada a Europa, por un lado, y a los EEUU por el otro. Hubo así una tendencia en la Marina -que se respetó- que fue el comprar sus diferentes naves más bien en Europa, como fueron los submarinos alemanes, en mi época, cuando estuve en el Gobierno, porque en la época del Gral. Velasco, con ese plan general que teníamos de equipamiento estratégico de la Fuerzas Armadas, en la primera etapa del Gobierno Militar, más bien se dio prioridad al Ejército.

Todas las adquisiciones fueron preponderantemente para el Ejército, muy poco para la Marina y para la Fuerza Aérea. En mi Gobierno se reequilibró la situación y se dio prioridad a las adquisiciones para la Fuerza Aérea y para la Marina de Guerra. Se compraron 4 submarinos alemanes, 6 corbetas francesas, 6 misileras italianas para la Marina, y se adquirieron como 50 aviones Sukhoi SU-22, los Antonov de transporte, artillados, para la Fuerza Aérea. Se completó, entonces, todo el esquema que nos habíamos trazado, de tener esa Fuerza Armada fortalecida eminentemente disuasiva, de fuerte disuasión, como la que quedó luego de mi etapa de Gobierno.

AQL: Su abuelo, además de haber sido militar, de haber sido Presidente de la República, de haber nacido en Tarapacá, también luchó en la Campaña de la Breña junto con al Mariscal Cáceres, y luego participó como Vicepresidente de Andrés A. Cáceres enfrentando a Nicolás Piérola. Esa historia, esa tradición, ¿influyó en su formación? ¿Esa tradición Antipierolista?

FMB: ¿Me aclara la pregunta para entenderla bien?

AQL: A finales del siglo XIX y principios del XX, había una división entre los pierolistas y los no pierolistas. Los civiles metidos al ejercicio de las artes bélicas con Nicolás Piérola en la Guerra del Pacífico y los militares -como el Mariscal Cáceres después la Campaña de la Breña- participaron en política. Su padre fue Cacerista y había participado en la gesta de la Breña ¿no? Esa dicotomía, la de su abuelo, ¿influyó en su formación? ¿En su inclinación militar?

FMB: Indudablemente. Fíjese, desde que estuve de estudiante en el colegio, naturalmente, uno piensa qué carrera va a seguir, pero mi inclinación siempre fue más para la carrera militar que para otra carrera. De muchacho, entonces, en esa época cuando terminé la instrucción secundaria en el Colegio Inmaculada de los Jesuitas, ya estaba estudiando para presentarme a la Escuela Militar.

Mi padre, en ese momento estaba en la guarnición de Trujillo como Jefe del Batallón de Infantería 19, que él constituyó allí. Era esa época tan difícil que hubo en los años ‘30, esa lucha interna civil entre el APRA y las Fuerzas Armadas (más con el Ejército que las Fuerzas Armadas en general). Después de toda esa época de violencia política mi padre quedó asignado en Trujillo, haciendo una especie de “pacificación”, la que logró.

Entonces yo terminaba la secundaria y le escribo a mi padre y le digo: “me voy a presentar a la Escuela Militar, es mi vocación, quiero seguir la carrera”; y le añadí: “necesito que me recomiendes”.

Esas son cosas que han cambiado mucho en favor institucional. En esa época valía mucho la recomendación para ingresar a la Escuela Militar. Le dije a mi padre: “quisiera que me recomiendes” al Director de la Escuela Militar, que era el Gral. Vásquez Benavides; yo sabía era bastante amigo de mi padre.

Y mi padre me contestó: “ya tu recomendación está hecha, has salido en número 1 en el colegio. Esa es tu recomendación”; esa fue la contundente y tajante respuesta de mi padre. De manera que mi vocación era efectivamente militar. Mucho influyó, naturalmente, el hecho que además de ver a mi padre en la carrera militar, a veces fuera acompañándolo al cuartel, a montar a caballo en varias oportunidades. Entonces me fui haciendo a la vocación militar.

Tenía las referencias de mi abuelo. Inclusive, cuanto era criatura recuerdo que había en casa unos uniformes antiguos, que eran los uniformes que había usado mi abuelo en su época. Todo eso fue la impronta recibida que fue formando mi vocación militar. Realmente en toda mi vida y mi carrera, mi vocación militar siempre estuvo presente, nunca la perdí. Y hasta el día de hoy, que estoy en el retiro, vivo intensamente la vida de mi ejército, la vivo ahora mismo.

AQL: Históricamente, ¿Ud. se reconoce como un antipierolista? Contrario a Piérola.

FMB: Bueno no soy anti nada; nunca he sido anti, pero he sido naturalmente cacerista. Eso es indudable. Sin que yo deje de reconocer los méritos históricos que pudo haber tenido Nicolás de Piérola: Porque nunca me ha parecido, desde el punto de vista humano, que uno deba ser anti nada. De manera que no me considero antipierolista. Simplemente cacerista sí, por ser militar y por las relaciones con mi abuelo. Pero respeto la posición histórica de Nicolás de Piérola. Así es.

AQL: Revisando también su biografía, su padre había sido el Comandante del Batallón de Infantería 19, lo que luego fue el BIC 19, y ahora BIP 19, un histórico batallón de comandos paracaidistas. Estando en Trujillo, el fallece muy joven a los 46 años, producto de un atentado que a todas luces fue político que lamentablemente nunca se esclareció bien: si fue producto de un atentando del APRA o más bien fue producto de un atentado del propio Gobierno.

Ud. describe que siempre tuvo una duda razonable respecto de eso, con tendencia a pensar más que fue, digamos, con una participación del APRA. Ese dolor ¿pudo haber sido superado después? El dolor de la muerte y pérdida tan temprana de su padre, tan joven él en su carrera y tan joven Ud. de edad: ¿Lo pudo superar después? El resentimiento por el asesinato de su padre, teniendo Ud. tan solo 18 años. ¿Lo pudo superar después?

FMB: Fíjese, es indudable que a mí me conmovió tremendamente, como es natural, el fallecimiento de mi padre y quedarme huérfano de él tan joven. Y en esa forma tan trágica, ¿no?

Esa forma en que fue asesinado mi padre, como consecuencia de toda la efervescencia política que había en esa época y en esa región. Era una época que había seguido a una etapa tan difícil como fueron todos los problemas que hubo en Trujillo, con el asalto al Cuartel O ‘Dónovan, y todas esas circunstancias que establecían una situación de cruenta lucha civil que mi Padre contribuyó a pacificar, con muchas dificultades al inicio, pero luego con mucho tacto, logró captar la simpatía de la gente en Trujillo, que lo estimaba mucho por su proceder, su rectitud, su modo de ayudar a la población cuando lo necesitaba y, además, llegó a ser Prefecto de Trujillo con retención de su mando militar, preocupándose, además, por todo el departamento de La Libertad en la época del gobierno del Mariscal Oscar R. Benavides.

Parece ser que, en realidad, mi padre provocó su muerte, porque el que va a matar mata, sin pedir permiso. En este caso no fueron inicialmente a matarlo, sino a tomarlo preso y le dijeron que se entregara. Entonces él tomó a uno de los 3 enmascarados que estuvieron allí, lo cogió del cuello y lo aventó contra una pared y, los otros dos, se pusieron nerviosos y dispararon inmediatamente a mi padre, que ahí mismo lamentablemente falleció.

La mayor probabilidad, entre dos alternativas, que fue el gobierno o que fue el Partido Aprista, me quedo con la segunda, porque no era la primera vez que el partido Aprista en esa época trataba de penetrar en los cuarteles con el fin de subvertir el orden con gente uniformada. Se pretendía sublevar políticamente el Batallón de Infantería 19, que comandaba mi padre, y que estaba muy organizado y era muy fuerte; se pretendía una insurrección militar contra el Gobierno del Mariscal Benavides. Entonces se pensó: “No, el Batallón con el Comandante Morales Bermúdez va a ser difícil”; entonces se complotó con el Segundo Jefe de la Unidad y la disposición era detenerlo, tomar preso a mi padre, para que, en esa situación, se levantara el Batallón. Ese fue el hecho que, supuestamente, con mayor credibilidad, entre otras hipótesis, dio lugar al lamentable asesinato de mi padre en Trujillo.

Indudablemente que a nivel personal y familiar esto produjo, no solamente la sensación de tristeza por el hecho, sino de reacción contra quién hubiera dispuesto semejante asesinato llevado a cabo en forma tan vil. Era natural que eso ocurriera. Y no solamente en mí, sino en toda mi familia. Sentíamos una predisposición espiritual negativa respecto a todos esos hechos. Eso fue indudable y natural.

AQL: Y esta aprehensión hacia APRA ¿Cuándo culmina? ¿Cuándo culmina ese recelo o resentimiento hacia el APRA, ese mal recuerdo por atribuirle la muerte de su padre? ¿Cuándo se desvanece de su espíritu?

FMB: Le digo lo siguiente: una cosa son los sentimientos que uno pueda tener por una situación de esa naturaleza, y otra cosa diferente es cuando -con responsabilidades mayores que las familiares y sentimientos personales de otra la naturaleza- se ve al país y se ve las necesidades de la nación. Entonces, ese proceso que hubo o que fue -como Ud. sabe muy bien- una lucha civil -estoy separando aparte la cuestión del asesinato de mi padre-, ¡una lucha civil! entre la Fuerza Armada, fundamentalmente, entre el Ejército y el APRA en un periodo histórico, en aquellos años ‘30 – como ya está dicho y Ud. lo sabe muy bien- fue un periodo de muchas luchas y con mucha sangre. Ahí tenemos lo del ataque al Cuartel O ‘Dónovan en Trujillo, por ejemplo, y las muertes que acarreó. Entonces, se debía continuar buscando la unión nacional, buscando el futuro del país, ya esas consideraciones no son familiares, trascienden a lo familiar y a lo personal. Una cosa es la mirada que uno tiene, los sentimientos de la mirada que uno tiene hacia la familia, y otra cosa es lo que significa el país. Había que, necesariamente, ir -en alguna forma- cambiando esa escena de división radical, que existía en el país y que tantos males nos trajo en los años ’30 hasta los inicios de los ‘60. Fundamentalmente entre el Ejército y el partido Aprista era una pugna que solo daba resultados negativos al país, de suma cero. Entonces esa situación no debía continuar por el bien del país.

AQL: Más o menos ¿En qué época cambia eso en su espíritu?

FMB: Bueno. Durante la mayor parte de los gobiernos que siguieron y durante el Gobierno Militar. Recuerde Ud. que había dos ceremonias paralelas en relación a los hechos ocurridos en Trujillo, por los graves hechos de sangre allí acaecidos y por razones políticas. Por un lado, se reunía la Fuerza Armada en conjunto en acto de reivindicación y protesta por el ataque al Cuartel O ‘Dónovan y la muerte y vejación de sus oficiales y soldados; y, por otro lado, también sentidas celebraciones del partido Aprista por sus caídos en aquellos luctuosos sucesos que hoy son parte de nuestra historia política. Y eso, naturalmente, no era bueno para la cohesión nacional, para forjar la verdadera unidad del país. Entonces, cuando yo asumo el Gobierno y hago una visita a Trujillo, ahí manifiesto expresamente que hay que buscar la unidad del país, la unidad nacional. Dije que había que acabar con los odios históricos, que no hacen bien a la unidad del país. Logran todo lo contrario.

AQL: ¿Ud. ya era Presidente?

FMB: Así es. A partir de ese momento, entonces, ya comienzan a diluirse las ceremonias, que se realizaba una vez al año tanto por la gente del APRA, como por parte de las Fuerzas Armadas. Comienza a diluirse ese encono histórico entre 2 grupos importantes del país, de la nación. Comienzan a unirse y a plasmarse una convivencia histórica por la unidad nacional.

AQL: ¿En qué año fue eso?

FMB: Bueno, eso fue a partir del año ‘75 o ‘76, me parece.

AQL: ¿Y hubo contacto con los líderes políticos del APRA para llegar a ese punto?

FMB: No, no. Absolutamente. Porque yo no tomé contacto con nadie. Fue una decisión política mía, que la tomé porque veía que así tenía que ser, para el país, para la unidad nacional. No puede haber descomposición nacional, hay que buscar la unión siempre.

AQL: Yendo ya a su a su vida militar, Ud. termina en el primer puesto en el Colegio Inmaculada, cuando postula al ingreso a la Escuela Militar. Cualquiera diría que no requería ninguna recomendación ya que venía de un colegio prestigiado con el primer puesto, era hijo de un militar, nieto de militar ex Presidente de la República y Combatiente en la guerra del Pacífico; se diría que no requería ninguna recomendación para poder ingresar a la Escuela Militar y, sin embargo, el primer año no le dieron vacante.

FMB: Así es. Así fue. Yo me presenté a la Escuela Militar, aprobé todos mis exámenes, pero había escasez de vacantes. Entonces no alcancé vacante, me quedé sin vacante. Entonces es cuando ocurre la muerte de mi padre. El Gobierno del Mariscal Benavides da una Resolución Suprema en la cual reconoce y agradece el trabajo de mi padre y, como una especie de parte de ese agradecimiento, dispone en la misma resolución qué el hijo del Comandante Morales-Bermúdez sea considerado para una vacante en la Escuela Militar de Chorrillos.

De manera que yo ingreso a la Escuela Militar por Resolución Suprema, mientras mis compañeros ingresaban por Resolución Ministerial, como era la norma general de aquella época y de ahora. Entonces eso me hace recordar que cuando a fines del año ‘39, año en que muere mi padre en noviembre, ya en diciembre me presento a la Escuela Militar porque ya había salido la Resolución Suprema de mi caso y dije: “inmediatamente me presento”.

No esperé el inicio de la promoción que entraba recién en el mes de febrero, marzo. Fui y me presenté a la Escuela Militar porque estaba en la resolución que me daban una vacante. O sea que me presenté a fines de diciembre de 1939, antes que todos mis compañeros de promoción.

Me recibió el Director de Estudios de la Escuela de esa época, que entonces era un Coronel, que luego fue Ministro de Educación de Odría, el Gral. Mendoza. Y me dijo: “jovencito Ud. está ingresando por Resolución Suprema, sus compañeros van a entrar por Resolución Ministerial, tendrá Ud. que ser muy eficiente, muy aplicado para salir de Oficial”. Esas fueron las palabras de recepción que tuve en la Escuela Militar y me acuerdo que lo único que le contesté fue: “Mi Coronel, los hechos lo dirán”. Tal fue mi respuesta. Pero para mí, sin duda fue un gran desafío para empeñarme en la Escuela Militar y obtener, cómo lo fue, la Espada de Honor. Ahí comenzó mi desafío.

AQL: Los primeros años en la Escuela Militar ¿Lo trataron bien por ser hijo de militar y nieto de un ex Presidente? ¿O lo trataron con más dureza que a los demás?

FMB: Yo fui tratado en forma normal. Completamente igual que todos mis compañeros.

AQL: ¿No hubo un bullying especial contra Ud.?

FMB: No, no. Normal completamente.

AQL: Ahora, Ud. ha pasado por todos los cargos militares posibles, aparte de los cargos políticos que ha tenido, excepto haber sido edecán de un presidente o agregado militar. Ha tenido todos los cargos militares que soñaría un militar con una carrera exitosa e impecable. Muy joven, participó trabajando en el Jurado Nacional de Elecciones, reorganizando el Jurado Nacional de Elecciones, para que a partir del año ‘62 hubiera elecciones limpias, generales y libres que -desde entonces- nadie ha discutido. A partir del año ‘63 hasta ahora nadie ha podido señalar que ha habido fraude en las elecciones generales y luego de eso, también muy joven fue Ministro de Hacienda y Comercio del ex Presidente Fernando Belaunde.

Ha tenido Ud. casi 60 años de la vida pública del país. En ese sentido, ¿Cómo observa hoy día la situación del país? independientemente del tema de la pandemia ¿Cómo cree Ud., que hemos avanzado o no hemos avanzado como nación o con madurez en cuanto a desarrollo nacional?

FMB: ¡Qué amplia su pregunta! Vamos a ver si puedo enfocarla.

Hagamos una aparte antes de entrar a ver las cosas de nuestro país, partiendo de lo que está pasando, en este momento, con esta tragedia tremenda que nos ha tocado de vencer en esta pandemia, que tiene tantas implicancias en el futuro del país.

Primero veamos cómo ha venido ¿Qué podemos reflexionar de lo que ha venido pasando en nuestro país? A Ud., como hombre ilustrado que es, poco se le puede decir de lo que ha venido siendo nuestro país, históricamente hablando y Ud. también se da cuenta de que, en realidad, con todo lo que significan los recursos naturales que tenemos, las riquezas que tenemos como país, realmente tenemos un potencial fuerte, no desarrollado totalmente. Se ha desarrollado muy parcialmente. Hemos venido sin un norte claro que seguir, no hemos tenido una visión de país de a dónde llegar.

En la parte intelectual de mi vida, en los estudios últimos que hice en mi vida militar y las conexiones que he mantenido siempre con el medio civil en materia intelectual, hemos visto que no hay un proyecto de país, no tenemos hasta ahora un proyecto de nación. ¿A dónde queremos llegar con lo que tenemos, con lo que somos? Hay una riqueza natural muy grande y hay una riqueza humana también. Hay una gran riqueza humana. Yo considero que tenemos muy buena gente en el Perú, gente muy buena en todos los niveles sociales, con gran potencial e inventiva, con deseos de trabajar. Uno de los grandes problemas que tenemos ahora es qué es cerca del 80% de la población trabajadora es informal, pero son trabajadores, no se han quedado, que buscan trabajo y ellos lo realizan con gran iniciativa. Nuestro país tiene un gran potencial humano. Tenemos diferencias raciales y la mezcla racial, es también un gran potencial y un crisol que tiene el Perú. Entonces tenemos un potencial físico, incompletamente desarrollado, un potencial humano que existe pero que hay que avanzar en su preparación y en su cultura, pero que tiene capacidad de lograr mucho, pero la dirección, los rumbos, no han sido aún bien trazados hasta el día de hoy. Lamentablemente. No ha habido liderazgo, ese gran liderazgo político que se necesita para que el gran potencial nacional se desarrolle como corresponde.

AQL: ¿Ud. podría afirmar, que falta una clase política dirigente?

FMB: Sí, sin duda. Falta una clase política dirigente. Es la gran ausencia. Fíjese Ud., ese fue uno de los trabajos que comencé a hacer con un equipo pequeño de profesionales, bien preparados para esto, cuando trabajé con el Centro de Estudios de la Realidad Peruana que organicé cuando dejé el Gobierno. Ese centro de estudios tuvo un avance muy grande, que no logró concretarse por falta de financiamiento y lo que en esa época queríamos lograr era formar una “Escuela de Líderes Democráticos”.

Aún nos faltan, indudablemente, esos líderes democráticos. Nos faltan.

AQL: Ud. siente que la democracia peruana que se instaló a partir del año ‘80, con los altibajos de Alberto Fujimori, ¿Ha sido ingrata con Ud.? ¿Siente que la democracia peruana no ha sido agradecida con el General Francisco Morales-Bermúdez?

FMB: Bueno, sinceramente no puedo ocultar en esta entrevista mis sentimientos. Siento que realmente no se me ha comprendido bien. No se me ha comprendido, porque quizás en término generales no se considera que yo entro a reemplazar al Gral. Juan Velasco institucionalmente. La institución se impuso y yo seguí el llamado institucional. Institucionalmente las Fuerzas Armadas tomaron el poder. ¿Cuál es el juicio general que se me ha hecho hasta ahora? En síntesis, es el siguiente: este señor -dicen unos- “trajo abajo las reformas”, “se echó abajo todo”, esos son los unos; y, los otros dicen lo contrario, es decir, “debió terminar con las reformas”.

Entonces ¿Cuál es la verdad histórica del asunto? La verdad histórica es la siguiente: el Estatuto del Gobierno Militar, que estuvo vigente en las dos fases no cambió. Establecía que la Revolución Militar continuaría hasta que las reformas fueran irreversibles. Entonces, cuando tomo el poder, me pregunto: ¿Cuándo pueden ser irreversibles estas reformas? Segundo: ¿Quién o quiénes pueden definir que ya son irreversibles?

No había respuesta. Quería decir que el Gobierno Militar, de acuerdo con el Estatuto, debía continuar al infinito, en función de las reformas. Lo cual indudablemente no era dable, ni posible, ni conveniente. Ni para el país, ni para las Fuerzas Armadas.

¿Las Fuerzas Armadas en la arena política permanentemente? La política gasta, consume, hasta destruye muchas veces. Mi institución militar, es una institución permanente en la vida de la patria, no puede gastarse en política, en el ejercicio político cotidiano y permanente. Entonces, mi pensamiento fue: ¿cómo buscamos una salida apropiada? La Asamblea Constituyente fue la respuesta. Las Fuerzas Armadas que estaba gobernando, no es la que debía decir qué reformas quedan y cuáles reformas no. Deberá ser en una Asamblea Constituyente, ciertamente democráticamente elegida. Los representantes del pueblo -que van a ser elegidos- en esa Asamblea, son los que deben definir del mejor modo qué reformas quedarán y cuáles no. No las Fuerzas Armadas. Esa fue la salida que se aplicó.

AQL: A pesar de eso y siendo verdad, yo me crie con la Revolución, Tenía 11 años cuando fue el Golpe de Estado, terminé la secundaria en el colegio con el Gral. Juan Velasco en el poder, y desde el segundo ciclo de Estudios Generales Letras hasta mi penúltimo ciclo en la Facultad de Derecho con Ud. en el poder. Empecé a estudiar con la Constitución del ‘33 y terminé estudiando la del ‘79. Mi juventud está marcada por eso y de alguna manera he sido un testigo joven de todo eso. Pero por eso mismo, y habiendo vivido lo de la Asamblea Constituyente, tendría otra pregunta: ¿Ud. siente que después de 40 años nuestra actual democracia ha sido ingrata con el Gral. Francisco Morales-Bermúdez?

FMB: Esa es la conclusión final que tengo y le cuento todo esto porque esto es el recorrido fundamental de mi vida en lo político e ideológico.

Entonces, en conjunto yo creo que hay personas que sí lo reconocen, hablando de personas individuales, que sí reconocen que hubo un trabajo honesto para salir definitivamente con bien hacia un sistema democrático, y tengo la satisfacción de decir que -al margen de la situación que creó el Sr. Alberto Fujimori en abril de 1992- todos los presidentes que ha habido después del Gobierno Militar, han sido elegidos por el pueblo en su mayoría y dentro del sistema constitucional, como lo es actualmente desde esa época.

La mayor parte de la gente que hace el análisis, para evitar ese reconocimiento, dice interesadamente que el retorno a la democracia fue desde el Gobierno transitorio de Valentín Paniagua. No fue desde el Gobierno de Paniagua, lo fue desde antes. El Gobierno Militar deja el poder en julio de 1980 y, a partir de ese momento, todos los presidentes del Perú han sido constitucionales, cualesquiera que haya sido su actitud, línea política, actividad corrupta o no corrupta, pero nadie puede discutir que todos los presidentes a partir del momento en que voluntariamente dejamos del poder el 28 de julio de 1980, todos los presidentes de Perú han sido elegidos constitucionalmente, con excepción de lo ocurrido en abril de 1992 con Alberto Fujimori. Eso me da a mí una satisfacción inmensa que, por cierto, nadie puede quitar de mi fuero interno. Pero eso que le manifiesto a Ud., no se dice y tal vez no se reconoce apropiadamente. Hay bastante ingratitud.

AQL: Cuando, por ejemplo, la Constitución del ‘79 se dice: “los ex presidentes constitucionales serán Senadores Vitalicios” ¿Se siente Ud. que lo han dejado de lado?

FMB: No, verdaderamente no. Eso de vitalicio mayormente no me afecta, absolutamente no. Soy una persona que -a Dios gracias- no tiene, ni ha tenido, ningún deseo de figuración, no soy la divina pomada, ni mucho menos.

He cometido muchísimos errores en mi vida, y también cuando estuve en el Gobierno. Lo reconozco hidalgamente, pero la finalidad principal del Gobierno Militar que presidí se cumplió a cabalidad. Es decir, buscar una salida democrática para el país, que era lo mejor para los altos intereses nacionales, con una economía que era manejable. Totalmente manejable. Esto también han tratado de desvirtuar. Han dicho que la economía quedó en el suelo. No es verdad. Hay que ver el libro que escribió Javier Silva Ruete, que fue mi último Ministro de Economía. “Yo recibí el activo y el pasivo de la Revolución” – y Ud. lo ha leído- donde ahí están todas las cifras que deja el Gobierno Militar, y me acuerdo precisamente que el crecimiento del producto del año ‘80 fue del 5%.

Pero se dijo “el Gobierno Militar dejó la economía destruida” y eso no fue así. Dejamos una economía manejable. No estaba, ciertamente, en gran crecimiento, pero era una economía manejable y sólida con buenos fundamentos. Se cumplió porque, en primer lugar, mi principal propósito fue hacer una adecuada transferencia democrática. En segundo lugar, que la economía fuera manejable. Y, en tercer lugar, el que las Fuerzas Armadas se replegasen a sus Cuarteles y Bases a cumplir la con la misión que le ha sido asignada por la Constitución. Que vuelvan a ser unas Fuerzas Armadas constitucionalistas.

AQL: Salvando las distancias, y el tiempo, fue el contexto histórico también en Francia, después de la Segunda Guerra Mundial durante la Cuarta República, hubo una gran inestabilidad política, crisis económica y una gran conmoción social que culminó cuando los políticos volvieron a buscar al Gral. Charles de Gaulle, a quien habían licenciado apresuradamente a pesar de su gesta en la Resistencia y en la liberación francesa, también resentido y De Gaulle puso sus condiciones para volver y así se dio nacimiento a la Quinta República y a la actual Constitución del ‘58 y a la prosperidad que tienen Francia ahora. No es inusual que las clases políticas en los países sean a veces ingratas con sus líderes bajo ciertas circunstancias.

Pero quería hacerle una pregunta particular ¿De quién fue la idea de la Asamblea Constituyente?

FMB: Muy bien. Fíjese Ud., en esa oportunidad me hice asesorar por un grupo importante de personas que, entre otras, sobre todo en el campo constitucional, estaba conformada por el Dr. José León Barandiarán y del Dr. José Pareja Paz Soldán. Dos grandes juristas de la época. Y en la parte de mecánica electoral, estuvo el Dr. Oswaldo Corpancho que era muy entendido en la legislación electoral, la comparada. Y otro grupo de 2 o 3 personas más para completar, pero la gente más conocedora era ellos.

Estuvimos entre 2 alternativas: una alternativa era un Congreso Constituyente y la segunda alternativa era la Asamblea Constituyente.

Se estudiaron las dos situaciones y se concluyó que lo mejor -para la situación que vivía el país en ese momento, con las Fuerzas Armadas en el poder, era más conveniente la opción de la Asamblea Constituyente, antes que el Congreso Constituyente. ¿Por qué? porque si es que se convoca a un Congreso Constituyente, que era el poder democrático, la convivencia con el Gobierno Militar iba a ser complicada. Podía haber un grave conflicto antes que arribar a una adecuada solución, porque no era solamente el Gral. Morales-Bermúdez el que estaba en el poder, y el que preconizaba este cambio, era la salida de todo el Gobierno Militar, cuya base era sostenía por la propia Fuerza Armada, y la Fuerza Armada gobernaba más de hecho qué derecho. De hecho, influía en el ejercicio político, en la acción política. Llevaba las riendas del gobierno y del Poder Ejecutivo. Entonces con un Congreso Constituyente con poder total, como tenía que ser, conviviendo con la Fuerza Armada que así quedaba subordinada a su poder, podían producirse graves situaciones y problemas complicados, no con el Gral. Francisco Morales-Bermúdez, sino con la base que lo apoyaba, que era la base militar. Esa fue la reflexión fundamental para elegir la opción de la Asamblea Constituyente. Esa fue la razón principal.

Recuerdo que recibí inclusive una comunicación muy respetuosa y muy bien puesta del ex Presidente José Luis Bustamante y Rivero. El ex Presidente Bustamante y Rivero -con todo el prestigio político y jurídico que le precedía- preconizaba el Congreso Constituyente, dentro de esa corriente. A mí me hubiera gustado más el Congreso Constituyente, personalmente. Pero no era yo solo. No era mi sola decisión.

AQL: Pero ¿Quién fue que le dijo existe una institución llamada Asamblea Constituyente? ¿Quién se lo aconsejó?

FMB: Se llegó a esa conclusión de conjunto que tuvimos en ese momento, que tenía que ser la Asamblea Constituyente.

AQL: Pero recuerda Ud. ¿Quién la propuso?

FMB: Esa fue la conclusión de conjunto que tuvimos ese momento.

AQL: Ud. detalla en el libro “Mi última Palabra” que tenía que manejar el Gobierno a partir del 29 de agosto del año ‘75, con mucha prudencia porque había sectores militares que querían profundizar la revolución. Yo me acuerdo que, en aquella época, había un letrero grande en la Plaza Grau que decía “Ni socialismo, ni capitalismo, sino la tercera vía”; y nadie podía explicar bien qué cosa era esa famosa tercera vía. Y Ud. explica que había oficiales generales que querían profundizar la revolución, que eran más de izquierda, y otros que no eran menos izquierda, por lo que de alguna manera hay que entender esa Segunda Fase del Gobierno Militar que a Ud. le tocó presidir como un arte filigrana, de llegar a ciertos consensos al interior del variopinto Gobierno Militar para lograr la salida democrática, pero tratando de balancear entre los dos extremos que habían dentro de las Fuerzas Armadas ¿Eso fue así?

FMB: Fíjese, yo diría que ahí la situación que se manejó fue una situación muy difícil, desde el punto de vista institucional porque hay que reconocer que el pensamiento institucional no era igual porque -cuando triunfa la Revolución del Gral. Juan Velasco- la fuerza principal de apoyo fue el Ejercito del Perú. Hubo muchas dificultades para que la Marina de Guerra entrara al movimiento. Igualmente sucedió con la Fuerza Aérea, pero en menor proporción.

O sea que en la Marina de Guerra siempre ha habido durante todo el proceso del Gobierno Militar una resistencia, sobre todo en el Gobierno del Gral. Juan Velasco. La Marina no acompañó todo el proceso y luego, ya en la Segunda Fase, que fue la que me tocó a mí, había mucha división en el propio Ejército. En el Ejército -y yo lo sabía- había generales que eran de una izquierda muy radical, unos cabezas calientes, y otros que eran de una derecha también muy radical, mucho más duros.

Entonces el Ejército que era el sostén principal del proceso, pero ideológicamente estaba muy dividido. Esta influencia que había, de generales y coroneles, unos de izquierda y otros de derecha, también empezaba ya a descender hacia los grados menores en la institución. Es decir, por ejemplo, capitanes y mayores que eran izquierdistas.

¿Cómo puede aceptarse y creer que es conveniente, tener una Fuerza Armada así políticamente dividida?

Para darle un ejemplo de las cosas que he tuve que manejar le puedo citar: primero fue a fines de agosto de 1975. En octubre, como siempre, era la procesión del Señor de los Milagros. Entonces, salgo a recibir a la procesión del Señor de los Milagros, como todos los Jefes de Estado y se me acerca el Jefe de la Casa Militar y me dice: “Mi Gral. hay problemas” ¿Qué problemas? le dije. “La Fuerza Aérea de todo el norte ha volado hacia Lima” desconociendo a su Comandante General. El Tnte. Gral Podestá había relevado al Gral. Gilardi en la Fuerza Aérea. Se trataba de generales velasquistas. Entonces toda la Fuerza Aérea del norte había volado a Lima, desconociendo a su Comandante General.

Antes de esto, ya había ocurrido en la época del Gral. Juan Velasco, cuando yo era Ministro de Guerra, que en señal de protesta la Marina de Guerra dispuso que sus buques de combate se hiciesen a la mar, sublevando a la Marina. ¿Contra quién? contra su Comandante General que era el Vice Almte. Faura. Ese fue el primer antecedente que se manejó en la época del Gral. Velasco, cuando yo era Primer Ministro y Comandante General del Ejército. Luego viene este segundo incidente de la Fuerza Aérea cuando ya estaba en el poder. Tuve que reunir a todos los generales de la Fuerza Aérea para ponerlos de acuerdo, en quién podría ser su Comandante General y les dije “Uds. lo van a elegir” para que no haya más problemas. “Me avisan cuando lleguen a una solución”, les dije. Y allí eligieron al Gral. Poggi como su nuevo Comandante General.

Tercera estación. El Gral. Bobbio, del Ejército, se subleva -no contra mí- sino contra su Comandante General, que en ese entonces era el Gral. Fernández Maldonado, sacando a las calles inclusive a los cadetes de la Escuela Militar con armas de guerra y munición real. Eso fue muy peligroso porque pudo haber graves problemas, de tipo choque armado en la guarnición de Chorrillos. Felizmente se pudo manejar la situación y la cosa no pasó a mayores. Esto dio lugar, primero, a la inmediata salida del Gral. Bobbio, porque en ese caso había que respetar la cadena de mando.

Terminó ese incidente y, al poco tiempo, se me presentaron en Lima, sin que yo los haya llamado, los Comandantes Generales de las Regiones Militares del país. Inopinadamente se presentan en Lima y se pronuncian señalando: “No podemos seguir comandados por un Comandante General que ha sido desconocido por una guarnición importante: El Gral. Fernández Maldonado”. ¡Los Comandantes Generales de Región! ¡Vienen y me piden que yo no acepte que sea Comandante General el Gral. Fernández Maldonado! Hubo que hacer el cambio, qué quedaba. Entonces, se nombró en su reemplazo al Gral. Arbulú Galliani como nuevo Comandante General del Ejército, enviando al retiro al Gral. Fernández Maldonado.

Esto que le estoy contando, en apretada síntesis, ocurrió al interior del Gobierno de la Fuerza Armada en su segunda fase: una Fuerza Armada politizada. Eso había que terminarlo. No podíamos seguir así. Esa es la verdadera historia.

AQL: Y en medio de eso que Ud. cuenta General: ¿Hubo alguna posibilidad de que después del 29 de agosto del ‘75, algunos militares afectos al Gral. Juan Velasco quisieran retomar el poder en contra Usted?

FMB: ¿Cuándo? ¿en qué fecha me dice?

AQL: Si hubo alguna posibilidad, después del 29 agosto del ‘75, que Ud. decide el relevo del Gral. Juan Velasco, de que entre el ‘75 y ‘80, de un Golpe de Estado de un tercero, que le dieran los militares velasquistas contra a Ud. para retomar el gobierno militar de la primera fase? ¿Hubo alguna posibilidad real?

FMB: Pienso que no. Hubo unos amagos que hicieron algunos oficiales subalternos. A saber: 2 comandantes, unos capitanes sí, que eran muy extremistas, muy izquierdistas. Inclusive eso lo detectó muy claramente el Servicio de Inteligencia, y fueron controlados totalmente. Sin mayor implicancia.

AQL: Pero ¿No estuvo en peligro el regreso a la democracia? ¿No hubo ningún intento serio de alterar el regreso a la democracia?

FMB: No. Fue muy firme ese camino de regreso. Cuando ya se va al camino, fue muy firme la decisión del retorno a la democracia y su ejecución. Ahí está el resultado, solo alterado por grupos civiles extremistas.

AQL: Visto en retrospectiva General, con la experiencia que tiene, ¿El Golpe de Estado del Gral. Juan Velasco en el ‘68 fue necesario? ¿Fue inevitable? Si Ud. pudiera volver a las cosas para atrás, ¿Evitaría el Golpe de Estado del ‘68? O, ¿Lo volvería a dar?

FMB: Realmente su pregunta es muy interesante desde el punto de vista histórico y todo lo demás. Para responder esa pregunta requeriría un poco más de análisis de la realidad peruana, pero bueno voy a intentar dale mi concepto, mi respuesta sobre esto.

Fíjese Ud., en principio, en ese momento, cuando se produce el Golpe del Gral. Juan Velasco, yo era General de Brigada. Estaba en ese momento como Director de Logística del Ejército y mi reacción personal fue negativa. Se lo digo sinceramente.

Recordemos que antes de eso yo había sido Ministro de Hacienda y Comercio -que después se llamó Economía y Finanzas- del Arq. Fernando Belaunde. Había tenido una experiencia de Gobierno al ser Ministro de Estado siendo un joven General de Brigada y dentro de un sistema democrático. Entonces mi reacción personal al alterarse el orden constitucional, no fue positiva. Ya al interior del Ejército así lo manifesté, porque recuerdo que, producido el Golpe de Estado, el Jefe de Estado Mayor del Ejército era el Gral. Winkelrield, y -no sé por qué- se reunió en mi oficina con otros oficiales. Y en un momento de la conversación yo manifesté: “No estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo en la ruptura del sistema democrático. No estoy de acuerdo”. No me replicó nadie. Todos en silencio, pero yo manifesté que no estaba de acuerdo.

Como antecedentes históricos de este hecho, en la época del Gobierno Militar de Pérez-Godoy Lindley, yo había tenido la experiencia de trabajar el nuevo registro electoral de nuestro Sistema Electoral para las elecciones que finalmente ganó el Arq. Belaunde. Siendo aún Coronel, me mandaron al entonces Jurado Nacional de Elecciones a contribuir a la reorganización del registro electoral del país. Y sentía mucho la cuestión del sistema democrático.

Luego fui Ministro de Estado en el Gobierno democrático del Arq. Belaúnde. Dije entonces: ¿Golpe de Estado? ¿Qué es esto? Entonces, inicialmente, no estuve de acuerdo con eso, ni me habían consultado nada al respecto. Luego tuve que aceptar mi participación en el Gobierno del Gral. Velasco, porque me dije: “este es un Gobierno Militar, yo estoy subordinado porque soy subordinado. Entonces tengo que seguir. No me queda otra cosa porque quiero mucho a mi carrera militar.

Es entonces cuando el Gral. Juan Velasco me designa Ministro de Economía y Finanzas, para mí fue como si me hubieran designado en un destino militar. Ahora, el Gobierno del Arq. Belaunde pudo ser un gobierno mejor, no cabe duda. Recuerdo claramente que cuando él fue elegido tenía el total apoyo de la Fuerza Armada. Porque se veía un gobierno de cambio, renovado. Y en esa situación ya había muchas corrientes de buscar cambios en el país, de renovación, que se necesitaba realmente. Había también ya ciertos amagos de insurrección, de descontento popular que surgían. El caso de Hugo Blanco, por ejemplo, había empezado a moverse en el Cusco. Entonces se requerían urgentes y profundos cambios en el país, bien organizados, con consenso democrático, pero se requerían esos cambios. El país buscaba cambios y se esperaba que en el Gobierno del Arq. Belaunde se diera eso con gran éxito. ¡Cambios! Al fracasar en esos intentos surge la Revolución Militar del Gral. Juan Velasco.

AQL: Pero Ud. ¿Adoptó la Revolución? ¿Entendió la Revolución? ¿La compartió?

FMB: Dese el punto de vista de la necesidad del cambio, sí. Había que hacer cambios, había que hacer reformas. Muchas de ellas verdaderamente profundas.

AQL: Porque en el año ‘75 cuando se produce el relevo del Gral. Juan Velasco, justo estaba en Lima la Asamblea de los Países no Alineados que había inaugurado el Gobierno Militar del Gral. Juan Velasco y Ud. debe clausurar luego de haber relevado al Gral. Velasco, y en la clausura -y recuerdo nítidamente haberle escuchado en televisión como si fuera ayer- las siguientes palabras: Ud. entonces dijo: “la misma revolución que los ha recibido, es la misma revolución que hoy los despide”, y los asistentes estaban totalmente desconcertados.

FMB: Sí, porque esa era la situación que había en el país en ese momento. Yo no podía decir aquí cambió todo, porque estábamos en el campo internacional. Entonces había que respetar cierto matiz, cierto lenguaje de política internacional. No podía decir este es otro Gobierno, esto va a cambiar. No. En ese momento no había cambios, yo simplemente había entrado el día anterior a gobernar. En consecuencia, no podía anunciar cambios, ni que había que hacerse ciertas rectificaciones en el Gobierno. No podía. Ni debía hacerlo, porque tampoco se habían estudiado. Ese mismo Gobierno que los recibe, los despide porque es gobierno de las Fuerzas Armadas. El Gobierno Institucional de las Fuerzas Armadas. Ese fue el sentido.

AQL: ¿Ud. diría que había dos acepciones de la palabra “revolución”? ¿La que decía el Gral. Velasco y la que decía Ud.? ¿Fueron dos conceptos diferentes?

FMB: ¿En qué aspecto conceptos diferentes?

AQL: La revolución de Velasco era una revolución de izquierda, y la revolución que Ud. lideraba era nacionalista, destinada a profundizar las reformas políticas y sociales esenciales e ir a la necesaria salida democrática.

FMB: El concepto es el siguiente: las reformas eran necesarias, muy necesarias. El asunto fue que no fueron bien hechas. La Reforma Agraria, era un concepto que se manejaba a nivel mundial. Recuerdo perfectamente que la Reforma Agraria, a nivel internacional, fue muy considerada, y que “La Ley de Reforma Agraria” se estimó como una de las mejores leyes de reforma agraria que se habían dado en el tercer mundo. La aplicación de la ley deformó la ley. ¿Por qué? Por la influencia izquierdista que había dominado en el manejo de ella.

AQL: Claro. Lo que pasa es que esas reformas tenían que hacerlas los políticos, no la Fuerza Armada. Tuve ocasión de conversar largo y tendido con el Dr. Cornejo Chávez en los últimos años de su vida académica, cuando era profesor en la Universidad Católica y él estaba muy resentido, muy amargado y muy deprimido también. Y yo le pregunté ¿Por qué un jurista de su talla y valía, un demócrata a carta cabal, por qué participó en el Gobierno Militar? Y un día se animó a responderme: “Mire Aníbal, yo había luchado toda mi vida por lograr importantes reformas en el país, y no había logrado nada, hasta que llega un Gobierno Militar y me pone en bandeja las reformas por las que había luchado tanto y que consideraba necesarias para nuestra patria, y entonces decidí apoyar”. Y cruzó la línea ¿no? Por ello fue denostado políticamente, su vida pública concluyó y nunca más pudo quitarse el estigma de haber colaborado con el Gobierno Militar.

FMB: Bueno, como le digo, lo que puedo decir es que las reformas eran muy necesarias para nuestro país y que, sin embargo, se aplicaron mal. Hubo mucho abuso de los ejecutivos que llevaron a cabo esto. De acuerdo con la ley, pudo haber una reforma muy bien aceptada, a nivel nacional inclusive. Se cometieron abusos indiscutibles. Increíbles muchos de ellos.

AQL: Cuando uno comentaba del Gobierno Militar -de la primera y de la segunda fase- en Europa, muchos se sorprendían que hubiese militares de izquierda, sobre todo los analistas españoles que solo pueden concebir militares de derecha. De hecho, los militares de los Golpes de Estado del Cono Sur en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile y Bolivia siempre fueron de derecha. Explicarles que había militares izquierdistas en el Perú era muy difícil, lo que solo se replicó en Portugal con la llamada “Revolución de los Claveles” en 1974. ¿Por qué la Fuerza Armada del Perú, fundamentalmente el Ejercito, tuvo esa inclinación hacia la izquierda en los años ‘70?

FMB: Pienso que no fue la Fuerza Armada en su conjunto, sino algunos elementos de la Fuerza Armada que organizaron con el Gral. Juan Velasco la llamada “Revolución de la primera fase”. Es decir, no fue el total de la Fuerza Armada en sus diferentes niveles, sino el grupo que ayudó al Gral. Velasco a ese proceso en 1968.

AQL: Y el Gral. Juan Velasco ¿Fue un hombre genuinamente de izquierda o, digamos, solo presentó una imagen de izquierda?

FMB: Históricamente se conoce y se sabe que fueron muy pocos los que ayudaron inicialmente al Gral. Juan Velasco en ese proceso. Se menciona al Gral. Fernández Maldonado, al Gral. Gallegos, al Gral. Rodríguez Figueroa. Fundamentalmente estos 3 oficiales fueron los que llevaron al Gral. Juan Velasco a ese proceso llamado “Revolucionario en su primera fase”.

AQL: Pero Ud. conocía de antes al Gral. Juan Velasco, había sido su jefe en la Escuela Militar de Chorrillos y los caminos se habían cruzado en vuestra carrera militar en varias oportunidades. Él era más antiguo y Ud. lo conocía bastante bien en el plano profesional y en términos personales también. ¿Le había visto alguna tendencia de especial sensibilidad a los temas sociales del país?

FMB: Yo diría que no había tenido la oportunidad de conocerlo así, porque si bien el Gral. Juan Velasco fue mi jefe cuando yo era instructor en la Escuela Militar, él era Comandante Jefe del Batallón de Cadetes y lo he conocido más bien desde el punto de vista de la instrucción militar, del programa militar y de la formación de los cadetes. Es decir, lo conocía fundamentalmente en el plano profesional y militar.

Pero yo no tuve con el Gral. Juan Velasco, previamente al Golpe de Estado que dio en 1968, conversaciones con él sobre ese particular, de ninguna clase de tipo político o social. Hay que tener en cuenta que él era de infantería y yo ingeniero militar. Entonces, aparte de la Escuela Militar, donde la relación no fue tan cercana en lo personal, no había tenido conversaciones específicas con él, ninguna cosa diferente a lo militar, profesional o académico de entonces. Lo conocía profesionalmente, pero nunca llegué a saber de sus ideas y sobre sus propósitos.

AQL: Y ya estando en el poder entre el ‘68 y el ‘75, ¿Ud. lo vio participar, conversó con él, lo vio actuar? ¿Le parecía genuina su posición revolucionaria o era una manera de mantener el poder? ¿Fue realmente auténtico?

FMB: Yo diría que su posición era definitivamente la de un hombre de izquierda. Su pensamiento era de izquierda, de renovación, de reformas, de hacer cambios; ese fue su pensamiento esencial, su forma de expresarse en las conversaciones a las que yo asistí después, ya de tipo político, en la relación de Ministro de Estado a Jefe de Estado. Pero mayormente él no expresaba ni exponía mucho sus ideas.

AQL: ¿Fue una persona inteligente o más bien astuta?

FMB: Muy astuto.

AQL: Porque, por ejemplo, esa frase que promocionó el Gobierno: “Campesino, nunca más el patrón comerá de tu pobreza” era muy dura, muy espectacular políticamente, pero muy dura, alentaba a la lucha de clases y -de alguna manera- alentaba explícitamente al campesinado a levantarse con resentimiento en contra de los dueños de las haciendas.

FMB: Bueno, él genuinamente sentía que hacía una revolución y, por tanto, genuinamente se sentía revolucionario, sin duda. Yo diría que además de eso, había un deseo de poder. Es decir, una toma del poder. Un: “yo tengo el poder y sigo con el poder porque así puedo hacer la revolución”. En esas circunstancias, indudablemente él no iba a dejar el poder en forma voluntaria.

AQL: Porque se suponía que al principio era el Gobierno de las Fuerzas Armadas, institucional, y que cuando el Gral. Velasco pasara al retiro tenía que haber un recambio en el comando de la “revolución de las Fuerzas Armadas”. Sin embargo, tal no pasó, se modificó la ley de pase al retiro, se le permitió el uso del uniforme a pesar de estar en el retiro, se le permitió el uso del uniforme a pesar de estar con la pierna amputada, lo cual era inusual para los militares. Los militares que sufren una lesión o que son lastimados no usan el uniforme militar, están exonerados de hacerlo. Hubo muchos cambios para que él se retuviera el poder.

FMB: Si. Indudablemente que sí. Él sentía el poder, y también la gente que lo rodeaba le fortalecía esa posición. Es decir, todos asumían que el poder era de él, que la revolución era de Velasco. Los que lo llevaron al poder no pensaban ni aceptaban que hubiera alguna persona que pueda reemplazar a Velasco, en el sentido revolucionario de cambio. La revolución la tenía Velasco, la manejaba Velasco y tenía que tener el poder para para seguir adelante. Eso fue una evidencia.

AQL: La frase era: “Chino, contigo hasta la muerte”, como se dijo con Fidel en Cuba.

FMB: La revolución se personalizó mucho. En esa etapa ya no podríamos decir que la revolución era de la Fuerza Armada. Era la revolución de Velasco.

AQL: Por eso, como en todo modelo autoritario, hubo un gran culto a la personalidad. Había pueblos jóvenes que se inauguraban con el nombre Juan Velasco Alvarado o con el nombre de la esposa de Velasco. Después del ‘75 ¿Hubo algún pueblo joven o escuela con el nombre suyo o con el de su esposa? ¿Ud. lo propició?

FMB: No, no.

AQL: ¿No existe eso?

FMB: Mi nombre no se puso en ninguna escuela, en ningún sitio, en ninguna parte. En absoluto, en la época mía. Se generalizó que las oficinas públicas, en los ministerios, en los cuarteles, en todas partes, había el retrato de Velasco, en todas partes. En el caso mío, mi retrato no aparece en ningún sitio, en ninguna parte.

AQL: Y si me permite hacer una ucronía, si el año ‘63 en vez de ganar las elecciones generales el Arq. Fernando Belaunde, las hubiese ganado el APRA con Víctor Raúl Haya de la Torre ¿Hubiese sido diferente la historia reciente del Perú?

FMB: No creo. Para que cambie el destino de Perú se requiere no solamente la presencia de tal o cual personaje, o de tal o cual partido político. Se requiere que haya un consenso en el país que no existe. Estábamos -y aún estamos- muy separados, no solamente en las clases sociales, los intelectuales, la gente de pensamiento.

Cuando haya una conjunción espiritual e intelectual de la gente que piensa y quiere el bien de su patria, recién habrá cambios. Cuando tengamos verdaderos partidos políticos, por que lamentablemente no hay partidos políticos en el Perú, no existen los partidos, tenemos que hacer la democracia sin partidos políticos. Entonces será la sociedad, pues. Es la teoría de la sociedad al poder, porque no habiendo partidos políticos, la fuerza social tiene que surgir.

AQL: ¿Podríamos especular que igual hubiese habido un Golpe de Estado del Gral. Juan Velasco el ‘68 con un Gobierno aprista?

FMB: No hubiera habido mayor diferencia, ni cambios sustanciales. Los cambios normalmente no deben venir de arriba a abajo, sino de abajo a arriba. Los cambios verticales impuestos por un Gobierno, como fue el Gobierno Militar o un partido político que quiere imponer cambios, no surten efecto. Los verdaderos cambios no se imponen, tienen que venir del consenso, tiene que surgir una corriente doble. La corriente que impulsa los cambios verdaderos que tiene que tener el país, pero de abajo también viene la corriente, entonces recién ahí vamos a tener cambio.

AQL: En la mejora de las relaciones del APRA con el Ejército, en particular, y con la Fuerza Armada en general, ¿Cuánto influyó la cercanía al APRA de su hijo Remigio? Dado que era cercano al APRA, se dice que el facilitó mucho un mayor acercamiento.

FMB: Mi hijo Remigio se inició en el APRA cuando era universitario en la UNI. En ese entonces, en la UNI había un movimiento Aprista bien fuerte, que captó a mi hijo y de ahí siguió pues él la corriente del APRA. Naturalmente que, en ese sentido yo he sido muy respetuoso con el ejercicio de la libertad de mis hijos, con el hecho de que mis hijos escojan por sí mismos el camino que ellos deseen, sin imponerles nada. Se metió de muchacho, de universitario se convirtió. Yo lo dejé que actuara libremente.

AQL: ¿Le molestó eso, por la memoria de su padre, que era al final de cuentas el abuelo de Remigio?

FMB: Bueno, no era de mi simpatía que eso ocurriera, hubiera querido otro camino político para él, pero me ha gustado siempre dar la libertad a mis hijos, desde muchachos, con tal de que lleven una vida recta, correcta, honorable, que sigan el camino que ellos quieren. Sin forzar nada en su vida.

AQL: Pero al final, ¿Eso ayudó a vincularlo a Ud. con los líderes de la APRA también, en la Asamblea Constituyente?

FMB: Eso no influyó para para nada en lo esencial en la política a seguir. Tan solo en algunas relaciones.

AQL: Yo escuché del Gral. Mercado Jarrín, la historia de que Vladimiro Montesinos, siendo capitán del Ejército y su asistente, que en algún momento le había propuesto un magnicidio, ya estando el Gral. Juan Velasco con la pierna amputada y antes de que Ud. diera su pronunciamiento de Tacna, le había ofrecido hacer volar al Gral. Velasco el puente Los Ángeles en Chaclacayo, para entregarle el poder a Mercado Jarrín. ¿Ud. había escuchado esa historia?

FMB: No, no. Eso no he escuchado eso.

AQL: ¿El Gral. Mercado nunca se lo comento?

FMB: No, no conozco nada eso. Absolutamente. Yo conocí al Gral. Edgardo Mercado Jarrín, con quien me llevé muy bien, desde el punto de vista profesional, porque él fue Comandante General y yo fui Jefe de Estado Mayor en su comando, o sea trabajé directamente con el Gral. Mercado Jarrín. Luego, naturalmente, lo he conocido cuando fue Canciller de la República y yo era Ministro de Economía. Hemos tenido mucha relación profesional y política en el Gobierno, y no conocí en ningún momento que hubiera habido una verdadera intención del Gral. Edgardo Mercado de reemplazar al Gral. Velasco.

AQL: No. Al Gral. Mercado se lo plantearon, se lo pusieron en bandeja, pero él no aceptó por sus dotes personales y su concepción de la lealtad.

FMB: ¡Ah! De eso sí no conozco nada, nada de eso. En absoluto. No sé si le ofrecieron o no le ofrecieron.

AQL: ¿Se podría decir que Vladimiro Montesinos fue una hechura del Gobierno Militar? Porque finalmente lo que él hace con Fujimori es tratar de aplicar el “Plan Verde” de 25 años.

FMB: Montesinos fue un personaje extraño, raro. Todo lo que se conoce de él pues, indica lo que ha sido y lo que ha pretendido ser toda su vida. Trabajar así, un poco en la sombra para sacar provecho y tener un poder como lo tuvo. Un poder tremendo como pocas veces se ha visto. Que tenga tanta influencia en los mandos militares, en el Poder Judicial, etc. Es una cosa hasta extraña e inaudita. ¿Qué puede haber hecho que un hombre tenga ese tipo de influencia? Yo nunca he comprendido cómo ese hombre pudo tener ese tipo de influencias así, que los Comandantes Generales prácticamente estaban subordinados a este señor. Son cosas que yo, francamente, no podría aceptarlas en mi vida.

AQL: Porque el “know how” lo aprendió en el Gobierno Militar. El cómo hacerlo, el saber hacerlo, lo aprendió en el Gobierno Militar en la primera fase. Lo que pasa es que reemplazó a los mejores por los más leales -aunque no hayan sido necesariamente los mejores- y por eso esperó a la gente de su promoción hasta el final porque estaba cubierto por un grupo sumamente leal, pero no necesariamente capacitada profesionalmente.

FMB: Si. Es como Ud. lo dice.

AQL: ¿Ud. se acuerda que en julio del año ‘78 firmó el Pacto de San José, el Pacto de Derechos Humanos, la Convención Americana de Derechos Humanos?

FMB: Sí, me acuerdo.

AQL: ¿Por qué tomó esa decisión? Si se supone que era un gobierno de derecha, un Gobierno Militar y represor de los derechos humanos y, sin embargo, termina ratificando el principal tratado internacional de derechos humanos de Iberoamérica.

FMB: El Gobierno que presidí no fue de derecha ni represor de derechos humanos, como me criticó la extrema izquierda.

AQL: Fue el 18 de julio del ‘78 y está depositada en la OEA la ratificación que hizo entonces el Gobierno Militar. Fue el Gobierno Militar el que, curiosa y paradójicamente, ratificó el Pacto San José. Luego en el gobierno democrático se la quiso volver a ratificar, pero la OEA no lo reconoció, y la OEA solo acepta el reconocimiento que se hizo en julio del año ’78 durante su gobierno. ¿Quién le aconsejó suscribir el Pacto de San José?

FMB: Así es. Esto se decidió en mi Gobierno. Era un Gobierno Militar, pero estaba claro que no era un Gobierno Militar al estilo de los otros gobiernos militares que había en el Cono Sur. El Gobierno Militar peruano hacía un ejercicio bastante prudente de poder y con una mentalidad de haber ingresado al camino irreversible hacia el retorno a la democracia. Entonces, se reconocieron todos los elementos que eran una composición importante para la para que el país, la nación se unieran al concierto internacional en las cosas básicas de los Derechos Humanos.

AQL: Pero el año ‘77 hubo la última gran deportación en el Perú, de un grupo de izquierdistas -más el Sr. Alfonso Baella-, lo que claramente fue un gran error. Se ha reconocido que fue un gran error; pero, además, fue un yerro político de efectos paradojales porque para poder traerlos de vuelta y darles inmunidad, la gente votó por ellos a la Asamblea Constituyente, y la mayoría de ellos terminó de Constituyentes gracias precisamente a eso. Fue como dispararse a los pies. La mejor propaganda que pudieron haber tenido fue haberlos expulsado malamente del país hacia la Argentina del Gral. Vilela. ¿Por qué ocurrió esa expatriación?

FMB: En mis libros he reconocido mi error en esas deportaciones. He hecho público mi error porque había mucha presión política de ciertos sectores del Gobierno Militar, y que era mi sostén político para lograr la transición democrática. A veces uno tiene que tomar decisiones que no están tan de acuerdo con uno, pero son muchas las presiones que uno tiene en el sustento del Gobierno Militar. Pero he reconocido que podría haberse tomado -quizás- otros caminos diferentes a esa deportación. De manera que claramente reconozco mi error en eso.

AQL: Claro. Y eso ya lo hizo y eso da pie al tema de la acusación de la Operación Cóndor porque no fueron a Guayaquil, no fueron a Bogotá: van justo a la Argentina, donde había muchos desaparecidos como política de Estado, y van -primero- fueron confinados nada menos que en una base militar. Ellos mismos no sabían a ciencia cierta si iban a ser desaparecidos. O sea, el temor y el miedo fue absolutamente legítimo. Claro, finalmente todos preservaron la vida y regresaron la mayoría, menos el Sr. Napurí, pero luego eso sirvió para alentar y dar sustento a la acusación del tema del Plan Cóndor.

FMB: Varios de los deportados ingresan elegidos a la Asamblea Constituyente. Pero muchos años después vienen los procesos del llamado Plan Cóndor en Argentina, con Videla procesado, etc. Después de tantos años, uno de aquellos deportados es quien me denuncia en la Argentina, por supuesta violación de Derechos Humanos, después de años. ¿Por qué no lo hicieron de inmediato?

Felizmente, después de tantos años en los que he estado impedido de salir del país, en caso judicial en el Perú está terminado. 10 años tuvo el proceso de investigación, ya todos los testigos que han hecho sus declaraciones están falleciendo, ya no queda nadie y, sin embargo, el Poder Judicial italiano hasta la fecha no resuelve mi caso en forma definitiva. En más de 10 años. Eso tampoco es justicia.

AQL: Pero digamos tiene Ud. la tranquilidad que, en el Perú, la mayoría de las personas no lo consideran un represor de Derechos Humanos, un genocida, no es Ud. ni Videla, ni Galtieri, y que en esa deportación ninguno falleció, más allá del dolor de la separación física y el indudable sufrimiento moral. Fue una cosa mala ciertamente, y probablemente tenían todo el derecho de sentir que su vida está en peligro porque estaban yendo a la boca del lobo, pero finalmente no pasó eso, y más bien por esas paradojas de la vida política fue un trampolín para llegar a la Asamblea Constituyente. En aquella época la situación del Perú, felizmente, no fue la situación que tuvo Uruguay, Argentina o Chile con sus Gobiernos Militares en el poder en relación a las graves violaciones de Derechos Humanos. Pero, por ejemplo, ahora que estamos en una situación diferente, he escuchado y leído varias versiones de gente muy disímil y muy crítica de su gobierno, pero que, sin embargo, reconocen que Ud. -inclusive el propio Gral. Juan Velasco- fueron personas honradas, que tuvieron el poder del país, pero que no se enriquecieron con eso, lo cual hoy día resalta mucho a la luz de otros ejemplos que estamos viviendo en carne propia durante los posteriores gobiernos democráticos y no autoritarios.

FMB: Bueno, así son los comentarios que se hacen.

Estoy recordando una cosa que, cuando se producen esas deportaciones, a que Ud. ha hecho referencia, lo primero que se hace es un comunicado que se publica indicando los nombres de las personas. Los deportados dijeron que se les mandaba a Argentina para que los maten allá. Lo primero que se hizo fue publicar toda la lista de todos los deportados, las razones por las cuales se les deportaba y a dónde iban, con nombres. ¿Cómo íbamos a mandar a gente para que la maten, diciendo que los estábamos mandando con nombre propio, a cada uno? De manera que eso fue una narrativa que tuvieron ellos, para buscar algún provecho político, que lo obtuvieron después.

AQL: Pero también había en el Gobierno Militar gente como el Gral. Cisneros Vizquerra que era muy radical de derecha, a quien se le decía “El Gaucho” porque había estudiado parte de la carrera militar en el Colegio Militar de Buenos Aires, por esos convenios que tenía la Escuela Militar, y que repetía un apotegma de los militares argentinos de la época: “Si de cada 10 muertos 2 son terroristas, todos están bien muertos”. Tenía fama de duro y de represor y, de alguna manera, eso empañaba la figura de Gobierno Militar.

FMB: Indudablemente. El Gral. Cisneros Vizquerra era un hombre -diríamos- un poco de extrema derecha. Él se había formado en la Argentina de aquella época, y allí se recibió de oficial en el Colegio Militar de allá, y su formación coincidía con los principios de dicha Escuela. Era muy de derecha, muy radical.

AQL: ¿Él podría haber tenido vínculos individuales con los militares argentinos y con el Plan Cóndor, por su cuenta?

FMB: Yo no creo eso. Aquí el Plan Cóndor no existió para nosotros en absoluto, no hubo ninguna conexión con el Plan Cóndor. Absolutamente nada. No tuvimos nada que hacer con eso y era natural porque: ¿Qué interés podríamos tener en el Plan Cóndor en nuestro Gobierno en ese momento? Si aquí ya estábamos en pleno proceso de transición a la democracia, mientras en todos los gobiernos del Cono Sur que pertenecían al Plan Cóndor lo que hacían era luchar para quedarse en el poder, todo lo contrario. Aquí estábamos en pleno proceso de entregar el poder a la sociedad. ¿Para qué queríamos una relación con el Plan Cóndor? No había ninguna finalidad común en absoluto. Era un Gobierno Militar distinto.

AQL: ¿Ud. llegó a tener relación con Víctor Raúl Haya de la Torre en la época de la Asamblea Constituyente?

FMB: Conversé con él varias veces.

AQL: ¿Y qué opinión tiene Ud. de él? En lo personal, de la personalidad de Haya de la Torre.

FMB: Bueno, lamentablemente las entrevistas que no fueron muchas, creo que fueron dos, no más de dos entrevistas, me parece.

Hubo gran interés por el proceso de regreso a la democracia.

Recuerdo que fueron sumamente cordiales. Observé que era una persona sumamente educada, muy inteligente. Estaba totalmente de acuerdo con el proceso de retorno a la democracia que se estaba llevando a cabo. Mayormente no observó nada, no hubo ninguna sugestión o sugerencia de su parte, para el proceso. Fueron conversaciones amistosas, pero no hubo un tema sustancial que discutir y o que acordar. Sino que él estaba de acuerdo con lo que estábamos haciendo, pero si recuerdo que él era muy temeroso del voto preferencial, que también se discute hoy en día. Él era temeroso de que alguno de los miembros de la lista de su propio partido pudiera sacar más votación preferencial que él, opacándole, o que el sistema electoral así lo pudiera presentar al final con malas artes.

Recuerdo que alcancé a decirle: “Pero señor, Ud. tiene mucho prestigio en su partido, así que no se preocupe, Ud. va a salir adelante con el voto preferencial”. Y así ocurrió. Él consideraba peligroso el voto preferencial, no le gustaba.

AQL: Lo recuerdo claramente porque, en primer lugar, en el ’77 no adquirí la mayoría de edad a los 21 años ni a los 18: la adquirí a los 20, porque el cambio de la edad para votar me pilló en ese tránsito, como a la mayoría de mis compañeros de la Universidad de entonces, y cuando se instituyó por primera vez el voto preferencial para la Asamblea Constituyente, me pareció muy bueno. Soy partidario del voto preferencial, siempre lo he dicho, porque si uno verdaderamente cree en la democracia y en el voto del pueblo, es lo más democrático que hay. El problema de Haya es que él pensaba que el voto preferencial estaba puesto para para quitarle el privilegio de ser el indiscutible número uno en el APRA. El recelaba de los militares, maliciando de que se había introducido en el sistema electoral el voto preferencial para hacerle pasar un mal rato, y que siendo él quien encabezaba la lista por el APRA, al final terminara tercero o cuarto porque voto preferencial podría llevar a Pérez, a Quispe o a López al número 1, quedando de manera desdorosa ante la opinión política. Él pensaba que el voto preferencial fue creado contra él. Pero en la práctica se demostró que no fue así.

FMB: Así fue. Por eso yo le dije: “No se preocupe Ud. del voto preferencial”.

AQL: Por otro lado, el voto preferencial le quita a la cúpula la manipulación de casta. O sea, el voto preferencial evita que la cúpula diga tú primero, tú después, y así; cuando es el pueblo el que finalmente decide quiénes ingresan, quienes no ingresan y en qué orden se ingresa. De eso se trata la democracia. ¿No?

FMB: Así es.

AQL: ¿Qué opinión tiene Ud. de la paradoja del Arq. Fernando Belaunde? Él fue desalojado a la fuerza de Palacio Gobierno en la madrugada del 3 de octubre, por un nuevo Gobierno Militar, y fue malamente deportado a Buenos Aires. Luego se exilió en los Estados Unidos, para regresar electo el año ‘80. Es decir, es como si se le hiciera partir de un punto para regresar al mismo punto. Se empezó una revolución y, luego de navegar por 11 años, terminamos desembarcando en la misma playa de la democracia representativa. La persona que fue derrocada por el Gobierno Militar porque su Gobierno era incompetente, inepto y no daba las reformas necesarias, termina siendo reivindicado por el pueblo y a quien que se le entrega el país en julio del año ’80. No deja de ser una paradoja histórica y política. ¿Qué reflexión le merece?

FMB: Fíjese, ahí la paradoja es más amplia todavía porque, vea Ud. ¿Qué pasó en ese proceso electoral? Cuando lamentablemente falleció Haya de la Torre, ¿Se acuerda Ud. que el candidato del APRA fue Armando Villanueva y por Acción Popular fue Fernando Belaunde?

Entonces, por un lado, fueron los dos candidatos los que tenían la mayor fuerza: salía uno o el otro. Resultaba que el Gobierno Militar tenía que aceptar el triunfo de uno o del otro. Era lo legítimo.

Es decir, era el triunfo de Fernando Belaunde que fue sacado de Palacio por los militares de un Gobierno Militar que pretendía ser revolucionario, o era el triunfo del APRA con quién la Fuerza Armada -fundamentalmente el Ejército- tuvo una pugna histórica, con gran derramamiento de sangre en los años ‘30. Era lo uno o el otro. No había más alternativa política.

De manera que el Gobierno Militar aceptaba que fuera el que había sacado Palacio por la misma Fuerza Armada, o que entrara a Palacio de Gobierno un Partido Político con un tiempo histórico de lucha con sangre. El uno o el otro, y eso lo aceptaba la Fuerza Armada que dejaba el poder. Lo debía aceptar. Entonces eso también es paradójico, pero real, evidente. Eso era prácticamente decirle a la Fuerza Armada, entra al proceso democrático del país. Entra la Fuerza Armada al proceso democrático y ya no va a haber Golpes de Estado, se acabaron los Golpes de Estado. La Fuerza Armada está reconociendo esas situaciones de hecho y de derecho. La Fuerza Armada debe reconducir todo su esfuerzo hacia lo que es su verdadero mandato constitucional. Y regresar a su sagrada misión militar y de defensa y seguridad nacional, a sus cuarteles, a sus guarniciones, a sus bases y a sus buques. ¿Cuántos Golpes de Estado ha dado la Fuerza Armada como tal después? Ninguno. Ni va a haber tampoco. Se acabaron los golpes. Ya la Fuerza Armada se curó de los golpes. Hemos aprendido una lección histórica.

AQL: ¿Ud. podría afirmar que ya no va a haber más Golpes de Estado?

FMB: Como Ud. sabe, soy el “más viejo” en el Consejo Consultivo del Ejército y estoy ahí, dale que dale, como un mensaje recurrente y claro y directo: no más la Fuerza Armada en el poder político o en Golpes de Estado.

Ese es mi legado.

La Fuerza Armada tiene otro tipo de vida, de trabajo profesional, de misión, de historia. Cambiar eso le hace mucho daño al país, y sin duda los golpes históricos caudillistas que ha habido en la vida peruana qué daño le ha hecho al país, y sin duda es uno de los elementos que más ha contribuido a la falta de integración nacional.

Recuerdo un mensaje que nos dio un filósofo cuando era cadete en una Conferencia en el Círculo Militar -no recuerdo el nombre del filósofo árabe-, que dijo: “el militar debe ver en el civil a un compañero en la vida de la patria, y el civil debe ver en el militar a un defensor de su propia vida”. Eso es lo que históricamente tenemos que recuperar en el Perú, para fortalecer precisamente nuestro esencial sistema de vida democrática. Esas enseñanzas se quedaron en mi cabeza, ya que además de su valor intrínseco, son capitales para entender la relación entre civiles y militares.

AQL: Pero digamos, ¿Ud. estaría en la capacidad de afirmar rotundamente, que no van a haber más Golpes de Estado?

FMB: Rotundamente. Yo conozco las Fuerzas Armadas, las sigo conociendo.

AQL: Creo, en efecto, que las Fuerzas Armadas han aprendido -sobre todo después de Fujimori- que los que participan en ese juego político perverso terminan en la cárcel. Pero a veces también ocurre que son los civiles son los que llaman al Golpe Estado, son los civiles los que permanentemente juegan con la palabra Golpe de Estado. Son los civiles lo que se compran el cuento del Golpe de Estado. Creo que hoy día la posibilidad es cero, pero son los civiles los que están jugando con fuego intentando tocar la puerta de los cuarteles, como se dice en el lenguaje popular. Pero hoy día la realidad de una insurrección militar es cero. La democracia se ha consolidado y porque además los militares han aprendido y tomado conciencia plena -con mucha dureza- a dónde les lleva una aventura militar que, por supuesto, luego nadie reconoce y todos van a repudiar.

FMB: Increíblemente lo que Ud. dice, ocurre ahora. Hay gente que todavía está en ese plan. Civiles que dicen “cuándo viene el golpe, cuándo hay a golpe, hay que sacar a este Gobierno”. Cómo es que así se va a construir verdaderamente al país; así no vamos a construir el país, al Perú, en esa forma. Con tanto problema, en verdad la gente debe meter el hombro de verdad para que el país salga adelante. Dictaduras civiles tampoco.

AQL: Ya casi para terminar, Ortega y Gasset dijo algo así como: “al final de cuentas el hombre es lo que es, más sus circunstancias”. Entonces ¿Ud. podría decir que las circunstancias de su vida lo pusieron en una situación espectacular para poder mirar los últimos 60 años de historia del Perú frente al país, desde un balcón privilegiado?

FMB: Yo no diría una situación espectacular, sino que, realmente, si uno analiza todo lo que ocurrió en el pasado Gobierno Militar, el desenlace final que hubo, con la Asamblea Constituyente, la renovación de la democracia y la aceptación de parte de las reformas realizadas y todo eso, pienso que he contribuido con mi patria. Y eso, más que orgullo personal o posiciones especiales, constituye para mí una satisfacción muy grande.

Mi conciencia está muy tranquila con lo que hice, fue muy difícil lograr una salida airosa como ocurrió, con evidente reconocimiento internacional inclusive.

Pero, por sobre todo, mi conciencia, mi conciencia está muy tranquila como le digo; ¿Errores? Claro que ha habido errores, pero al final hubo un desenlace importante en la vida nacional, no solamente las circunstancias que se manejaron en aquella época sino, lo que significa para el futuro el Perú. Como le decía y le repito ¿Cuántos años han pasado desde la salida de un Gobierno Militar? Hasta este momento todos los presidentes del Perú han sido elegidos o designados constitucionalmente, salvando la anómala situación de Fujimori y su autogolpe de Estado. Todos. Eso, a mí, me satisface enormemente.

AQL: Y en ese sentido General. ¿Cómo quisiera Ud. que la historia lo recuerde? ¿Cómo quisiera Ud. que los libros de historia escriban de Ud.? ¿Cuál sería la frase que esperaría que digan de Ud.?

FMB: Fíjese, eso lo he repetido varias veces en algunos escritos, en algunas intervenciones periodísticas, que me han preguntado mucho eso.

Le voy a hacer una referencia: estuve varios años dictando un curso en la Universidad Ricardo Palma, en la maestría de Ciencias Políticas, como 8 o 9 años hasta que cumplí los 90 años, ahora tengo 98.

Hubo una oportunidad que uno de los de los asistentes al curso me dijo, General, Ud. no parece militar, parece más un civil profesional que un militar; así me lo dijo. Y es que yo tengo espíritu civil, además de mi espíritu militar con el cariño que le tengo a mi Ejército, a la Fuerza Armada, también me siento muy civil y muy demócrata en todos mis actos, en mis pensamientos, en mi modo de juzgar las cosas.

No soy el típico militar “vertical” que piensa y actúa en forma autoritaria. Entonces eso se relaciona con su pregunta, y he manifestado siempre lo mismo y no puedo cambiarlo.

¿Cómo querría Ud. que lo consideren más tarde? Mi respuesta siempre ha sido: “Como un militar con corazón civil”. Esa ha sido mi respuesta y no la cambio. La reitero. Ese es el sentimiento que tengo.

AQL: Y eso me lleva una pregunta adicional. Ha habido siempre esta dicotomía entre civiles y militares, y esa dicotomía ha tenido un desprecio mutuo. Los civiles, por lo general, tienden a pensar que los militares son brutos, torpes, verticales; y los militares tienden a creer que los civiles son débiles, que no piensan en la patria, ni en la seguridad, y que son de segunda categoría. Entonces el mundo se ha dividido entre civiles y militares, cuando en verdad, los militares no son más que el pueblo en armas y los civiles no son más que el pueblo al que corresponde a la defensa del país y de donde salen los militares. Civiles y militares, en el mundo, no tienen ninguna diferencia, porque todos estamos obligados a la defensa nacional y todos estamos obligados a defender la Constitución y la democracia. Será desde los distintos roles que no toque cumplir, pero con un mismo destino. Esa concepción tiene que acabar. Los civiles y los militares son también torpes cuando se equivocan y muy inteligentes cuando se lo proponen, los unos y otros. Hay militares muy pensantes, personas muy preparadas, muy calificadas, como Ud., como tantos otros. Y hay civiles torpes y poco calificados, también.

FMB: Exactamente pensamos lo mismo. Ese es mi pensamiento, igual a lo que Ud. ha señalado. Ese es mi pensamiento.

AQL: Ese proveído que tuvo la Constitución ‘79, cuando a Ud. le envían el ejemplar de la autógrafa firmada por Víctor Raúl Haya de la Torre, elaborada con tanto esmero por la Asamblea Constituyente para que Ud. la promulgue de inmediato, pidiendo la Asamblea Constituyente que entren en vigencia inmediata alguna de las disposiciones dadas, y considerando que eso excedía su mandato original, aparece que Ud. la devuelve con un proveído de puño y letra: ¿Quién redacta ese proveído?

FMB: Fíjese. Esto ocurre al final de la Asamblea Constituyente, como Ud. ha manifestado, ese fue el hecho concreto.

Entonces este tema llega a Palacio, se reúne el Consejo de Ministros para estudiar la situación, se lee el texto y, sobre todo, se ubican las disposiciones transitorias de la nueva Constitución. Entonces se discute en Consejo de Ministros y la mayor parte de los ministros intervienen y preguntan qué iba a pasar si se cumplen esas disposiciones transitorias. Resulta que la observación no se hace al cuerpo de la nueva Constitución, de ningún artículo, sino a determinados artículos transitorios qué iban a impedir al Gobierno Militar gobernar hasta el final porque resulta que el cúmplase y el ejercicio de la nueva Constitución tenía que darse de acuerdo a la nueva Constitución, con el nuevo presidente elegido, el presidente que se eligiera libremente en el proceso electoral que estaba en marcha y que ya se había convocado.

Mientras tanto, la Asamblea Constituyente cumplida su misión se retiraba y continuaba gobernando el Gobierno Militar por un tiempo más. Entonces había disposiciones transitorias que impedían la continuación del ejercicio del Gobierno Militar, inclusive algunas disposiciones transitorias que se referían a tratados internacionales que ya estaban aprobados por el Gobierno, y el Gobierno no podía dar marcha atrás en la cosa internacional ya legislada y aprobada.

Esa fue la situación. Entonces, se alteró mucho el Cuerpo Militar, y había el peligro de que se viniera abajo todo un proceso constituyente que tanto había costado. Ahora no sé si Ud. ha tenido la oportunidad de leer el libro que escribió José Pareja Paz-Soldán, sobre la Constitución de 1979, él analiza este punto y manifiesta que fue un error por parte de la Asamblea Constituyente, un error político que cometió la constituyente, que pudo traer algunas consecuencias negativas que felizmente se conjuraron.

AQL: La pregunta sería: ¿Quién redactó ese texto que pareció de puño y letra?

FMB: ¿El texto de la escritura? Teníamos al asesor jurídico, el Gral. Abogado Rivera Lucero, que en paz descanse.

AQL: Ah, porque algunas lenguas decían había sido el Dr. Alfredo Quispe Correa.

FMB: Fue el Gral. Rivera Lucero fue el que redactó la observación y que el Consejo de Ministros aprobó.

AQL: Ya para terminar, ha sido muy aleccionador poder conversar con Ud. y estoy eternamente agradecido. Si me pudiera definir en una frase, con sus palabras, lo que le voy a decir. ¿Qué frase le suscita a Ud. la palabra Fujimori? ¿Qué idea le viene a la cabeza cuando digo Fujimori?

FMB: Pregunta muy difícil la suya, con una frase.

Yo soy muy cuidadoso sobre el juicio a las personas, me cuido mucho; mi mente, mi espíritu, mi propia naturaleza no me acompañan para juzgar a las personas. Fíjese sin decir una frase, y está escrito en uno de los libros lo siguiente hablando del señor Fujimori, del Gobierno que hizo: su primer Gobierno fue bueno, un buen primer Gobierno, y luego ya comienza la ambición de poder, Montesinos y todo eso, y ya fue otra cosa totalmente distinta.

Fíjese, cuando comienzan esas situaciones autoritarias de Fujimori para quedarse en el poder, de cambiar la Constitución, etc., mi intervención pública en los diferentes medios y en Radio Libertad fue en contra de lo que estaba haciendo Fujimori. O sea, fui un crítico político muy fuerte de Fujimori en su segunda etapa. Considero que su primer Gobierno fue bueno. Encontró un país destrozado económicamente y lo levantó, entre otras cosas. Hubo cosas malas en ese primer Gobierno, pero después ya la cosa se malogró.

AQL: La huida de Fujimori a Brunéi ¿Qué le suscita? Después del malhadado viaje de Mariano Ignacio Prado en plena Guerra de Pacífico, ningún presidente se había ido del país para eludir sus responsabilidades.

FMB: Bueno eso para mí fue totalmente negativo y merece el juicio negativo de la historia, no mi juicio, sino el juicio negativo de la historia.

AQL: La otra palabra sería Toledo.

FMB: ¿Toledo? ¿Cómo puedo juzgar a una persona que ha hecho tales los desfalcos económicos? Indignante. Indignante que un Jefe de Estado proceda así, en esa forma.

AQL: ¿El suicidio de Alan García?

FMB: Realmente como ser humano y como cristiano, me da mucha pena; pena que un hombre, un político, en lugar de asumir sus responsabilidades, termine quitándose la vida, huyendo de responsabilidades.

AQL: ¿La renuncia de PPK? ¿Ud. lo trató? ¿Ud. trabajó con él? ¿Lo consideraba un técnico inteligente? ¿Lo había tratado mucho? ¿Lo ayudó en el Ministerio de Hacienda y Comercio de entonces? Fue Presidente de la República y terminó renunciando.

FMB: Realmente yo pensé que iba a tener otro tipo de actitud y desempeño como gobernante, pero con toda la amistad que le tengo, y lo considero un amigo que cometió una falta y, haciendo un juicio histórico, pienso que no tuvo las condiciones necesarias para gobernar el Perú. Buena intención pudo tener, y la tuvo, pero le faltaron condiciones de gobernante, de estadista. Él tenía muy buenas condiciones como hombre preparado, culto e ilustrado, pero claramente le faltaron condiciones necesarias para gobernar.

AQL: ¿Cuál sería su pronóstico del futuro de Perú en el Bicentenario? Ud. va a asistir al bicentenario, va a ser testigo del Bicentenario el próximo año en el Perú (2021).

FMB: Bueno, yo creo que la situación que vivimos actualmente, es sumamente difícil y grave, hay problemas coyunturales que en alguna medida se resuelven y falta mucho más todavía creo en la coyuntura que vivimos, pero esta coyuntura se proyecta, por varios años más.

O sea que mi preocupación es que solamente se está viendo y tratando de apagar el incendio, de la coyuntura actual. Pero hay que tener una mirada de mediano plazo, No tanto 30 o 50 años, porque eso es una utopía mirar 30 o 50 años desde ahora, desde este momento crítico. Con lo que ocurre en el país sí tenemos que mirar qué va a pasar dentro de 5 o 10 años entre los cuales está el Bicentenario que se viene (2021) y no veo ninguna acción importante que prepare al país para eso. Se está pensando nada más en apagar el incendio, se apaga el incendio, queda la casa semi destruida o destruida y tenemos que ver cómo reconstruir la casa. Debe haber un proceso político profundo, una especie de programa de reconstrucción nacional.

Hay que mirar eso ya con las repercusiones sociales que indudablemente se sienten ahora y van a proyectarse también al futuro. Eso hay que estarlo viendo desde ahora. Yo creo que ese debe ser el esfuerzo para recibir el Bicentenario (2021), recibirlo con elementos de maniobra, de trabajo a nivel del Estado para para continuar sacando al país a flote, verdaderamente hacia adelante.

AQL: ¿Es Ud. pesimista frente al Bicentenario?

FMB: No pesimista, sino realista. Hay que trabajar mucho ahora para resolver el futuro inmediato del país.

AQL: ¿Qué piensa de los militares retirados que participan en política? por ejemplo, me faltó preguntarle una frase corta sobre Ollanta Humala, que reivindicaba la Constitución ‘79.

FMB: Bueno, ya tuvo su periodo de Gobierno y para mí ahí terminó todo.

AQL: Pero podría haber militares retirados en el Gobierno. Por ejemplo, el Gral. Urresti, que ha tenido más de medio millón de votos preferenciales (2021) que lo puso en una situación expectante.

FMB: Lo que tengo que pensar sencillamente es que el militar retirado como yo, recupera todos sus credenciales y sus derechos civiles y ciudadanos; es un ciudadano como cualquiera, a diferencia del que está en actividad. Entonces, son personas que han elegido el campo político, con todo su derecho porque son ciudadanos, han retomado su condición de ciudadanos al estar en retiro y cada uno sabe cómo maneja sus problemas como ciudadano. Para no establecer un juicio sobre ninguno de ellos, cada uno sabe el camino que ha elegido y el pueblo sabrá a quién elige finalmente.

AQL: Con el Bicentenario Ud. también va a cumplir una centuria de edad, el próximo año (2021). El próximo año Ud. cumple 100 años junto con el Bicentenario Nacional.

FMB: Bueno pues, nací el año 1921, en octubre 4, que es mi cumpleaños. El 2021 Dios quiera que me conserve todavía, para celebrar el Bicentenario de nuestra patria. A estas alturas del partido, uno sólo depende de un hilo comunicante.

AQL: ¿Piensa en la muerte?

FMB: Como cristiano dependerá de la voluntad de Dios. Como una cosa real, yo creo que todo ser humano debe pensar en la muerte porque es una realidad en la existencia del ser humano. El crecer, desarrollar y morir.

AQL: ¿Teme a la muerte?

FMB: No, no como cristiano no. No tengo ningún temor. Respeto sí.

AQL: No tengo palabras para agradecer su generosidad, su paciencia y su amabilidad para conmigo. Para mí ha sido una excelente y muy grata experiencia poder compartir con Ud. este tiempo, adquirir sus conocimientos. Es Ud. un peruano privilegiado porque en los últimos 60 años, de sus casi 100, ha sido testigo de la cosa pública, de los puestos más expectante posibles en el Perú.

Muy joven fue Ministro de Estado en un gobierno democrático, y ha transitado por todos los puestos que un militar anhelaría, ha estudiado el extranjero también, ha comandado al Ejército del Perú, ha sido nuevamente Ministro de Estado y, finalmente, el destino y las circunstancias azarosas de nuestra patria le ubicaron como Jefe de Estado.

Entonces realmente soy un privilegiado de poder escucharlo y de que haya recibido con tanta generosidad y tolerancia, las preguntas que he podido hacer con toda sinceridad, como las había preparado, sin omitir nada y sin tratar de ser condescendiente. He preguntado con toda libertad lo que me ha parecido que tenía que preguntar. Muchísimas gracias.

FMB: Muchas gracias a Ud. por su amabilidad, sus preguntas tan bien hechas, no he tratado con Ud. con anterioridad, pero sí lo conozco mucho de referencias, lo he visto en medios de comunicación, etc. Y siempre me ha gustado su posición serena y bien pensada de las cosas que Ud. ha manifestado. De manera que para mí también ha sido también muy grata esta entrevista, y mi agradecimiento porque Ud. también ha tenido la paciencia de soportar mis respuestas. Muchas gracias.

* La última entrevista al General Francisco Morales Bermúdez Cerrutti (04/10/1921 - 14/07/2022), quien fue expresidente del Perú (1975-1980). Este trabajo fue realizado por el periodista Aníbal Quiroga León el 18 de junio de 2020 y fue actualizado el 10 de agosto del 2022.