OpiniónMartes, 23 de agosto de 2022
El arte de ser gaseoso, por Lizandro Bonilla
Lizandro Bonilla
Comunicador Social

Escribo estas líneas luego de entrevistar a Aldo Solari. Usted, lector impaciente, se preguntará quién es este personaje y el porqué es importante. Pues es, ni más ni menos, que el Subsecretario Nacional de Doctrina del Partido Morado. Sí me sigue y conoce de mi línea política, sabe que soy un fervoroso y apasionado crítico de este partido, al cual considero una de las peores creaciones de nuestra historia política. Dicho esto, luego de la entrevista antes comentada, tengo la imperiosa necesidad de plasmar en este artículo las enseñanzas que dejó esta entrevista.

Ninguna.

Sí, justo así como lo lee. El Subsecretario Nacional de Doctrina del Partido Morado no supo explicarme de forma coherente, académica y rigurosa qué cosa es el “centro” -al que definió como un espacio donde todos pueden ser felices sin pelear y cumpliendo sus metas personales y familiares-. Pero tampoco pudo definir claramente la relación que hacen entre el republicanismo y el liberalismo, siendo que son dos teorías políticas antagónicas con diferencias irreconciliables la una con la otra. A lo mucho, pudo articular una aclaración, son liberales en lo económico, y republicanos en lo demás. Esto es particularmente extraño, porque los liberales -normalmente alineados con la escuela austriaca de economía- creemos en el libre mercado, mientras que los republicanos creen en la necesidad de la participación del Estado para resolver las “fallas del mercado”. Un oxímoron en toda regla que evidencia la falta de contenido intelectual, teórico y fundacional de lo que son. Humo morado.

Pero no todo es malo -por lo menos para mí-, además de la plata que gané con la entrevista que puede encontrar en mi canal de Youtube, si así lo desea, también terminé por confirmar lo que ya sabía. El Partido Morado no es más que una organización amorfa, moldeable y acomodable a la necesidad del momento. No tienen una verdadera posición formada, van a la deriva cual hoja en los vientos de otoño y retozan alegremente en cualquier posibilidad de tener poder que les llegue, porque por las urnas no lo consiguen. Poco más puedo esperar ya de este partido y solo me queda redoblar esfuerzos para que la gente entienda el daño que hacen estas organizaciones que sirven de fachada caviar para seguir, cual sanguijuelas, chupando nuestra sangre para alimentarse y engordar. Cuidado con los lobos vestidos de oveja, esos son los peores.

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