EditorialDomingo, 22 de octubre de 2023
Israel, Palestina y la tiranía de la escala de grises

Hace quince días el grupo terrorista islamista Hamas lanzó un ataque sin precedentes en contra de la población civil de Israel. Más de 1500 personas -peruanos, entre ellas- fueron brutalmente asesinadas. Frente a esto, Israel inició una campaña de sitio y bombardeos a Gaza, uno de los dos espacios palestinos. Una zona, además, controlada políticamente por Hamas. La acción de Hamas y la reacción de Israel han polarizado, más todavía, al mundo entero. Es allí que algunas voces se han alzado para señalar que el asunto es demasiado complicado como para tener una opinión categórica con respecto a lo que ha sucedido. El asunto, han dicho, tiene demasiados matices como para decir algo concreto.

Es cierto que para entender la profundidad histórica del conflicto hay que remontarse a los tiempos de Sansón y los Filisteos y a las narraciones del Antiguo Testamento. Pero no es necesario para decir que quemar niños a propósito es un acto inhumano y asqueroso. Es cierto que no se puede comprender lo que una parte y la otra reclaman si es que uno no entiende la presencia otomana en la región y los pogromos que ocurrieron en Europa del Este a finales del siglo XIX. Pero sin uno saber eso puede decir que secuestrar mujeres y niños y usarlos como escudos humanos es cobarde y miserable.

Es imposible conocer los reclamos territoriales enfrentados sin conocer el contexto de la Declaración de Balfour, el levantamiento árabe de 1936 y los objetivos de la Misión Peel publicados en 1937. Tampoco se puede alcanzar una posición con respecto a entender a los intereses geopolíticos de las partes involucradas en la región sin revisar con detalle lo sucedido en las guerras de 1948, 1956, 1967 y 1973. Pero, una vez más, nada de eso es necesario para decir categóricamente que lo hecho por Hamas el 7 de octubre pasado es de una miseria moral sin nombre y que el terrorismo jihadista está destrozando la causa de una palestina soberana.

Uno no tiene que ser contrario al reclamo por la existencia -tan postergada, tan olvidada- de un Estado Palestino que albergue a su gente para condenar a un grupo de sádicos que cree que las sociedades deben gobernarse bajo la ley del islam y que todos los que no creen en su Dios y su profeta son infieles que deben ser exterminados. Sin embargo, parece que la mesura ha desaparecido en el mundo. En estos días lo hemos visto todo: activistas homosexuales defendiendo a quienes aplican la ley Sharia. Feministas marchando por quienes apedrean a las adúlteras. Socialistas abogando por la teocracia. Pacifistas pidiendo el exterminio.

En este diario tenemos una posición crítica sobre muchísimas de las políticas que el Estado de Israel ha llevado a cabo con respecto a la situación de los palestinos. Pero entendemos que hay momentos para todo. Cuando una horda de salvajes ha asesinado, violado, secuestrado y destruido la paz de civiles inocentes con toda la intención de hacerlo, solo queda condenar esos hechos con toda la fuerza posible y recordar que la intención con la que las cosas se han dado es fundamental para juzgar la moral en esta guerra.

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