La estupidez caviar está tan generalizada que hay limeños deseando el fracaso del alcalde Rafael López Aliaga. Jaime Chincha pensó que iba a desencajarlo preguntándole si creía lo de ‘Lima Potencial Mundial’. Y nuestro alcalde le contestó con inteligencia: ‘no existe potencia mundial dónde los niños sufran hambre’. Y explicó al pobre entrevistador las estrategias para erradicar el flagelo de los estómagos vacíos, la carencia de energía y de agua potable (padecida por un millón seiscientos mil limeños).
Luego deslumbró con su planificación de múltiples puentes elevados y anillos viales para aligerar el tráfico limeño que hace perder largas horas hombre.
Lima será una potencial mundial, más allá del chip del fracaso y de la envidia característico de los caviares, aspirantes a ser famosos golpeando y difamando a personajes de gran poder que brinda el pueblo en las urnas. López Aliaga, dejó dio una cátedra de decencia al referir cómo los corruptos peajes de OAS y Odebrecht –que cobran cientos de millones de dólares anuales, sin invertir un sol en mejorar las vías– son un problema de derechos humanos y por tanto constitucional, al afectar a las poblaciones de bajos recursos que deben pagar cuando salen de sus casas a trabajar y al volver.
A Chincha le parece raro que López Aliaga apueste por anular los contratos de OAS y Odebrecht, empresas comprobadamente corruptas, y dónde hubo un festín de millones de pagos para la ex alcaldesa Susana Villarán, y a su organización criminal. Para algunos es muy difícil entender la decencia, el camino recto, la capacidad de trabajar por un sueño compartido y cimentar a Lima para que vuelva a ser la gran ciudad que estaba predestinada a ser.
‘Lima potencia mundial’ será una realidad si su gente está bien alimentada, habita viviendas dignas con los servicios básicos necesarios, se le educa mejor y cuenta con un líder que tenga la claridad de la ruta a seguir.
Transformar una ciudad en un centro potencia mundial depende de una combinación de factores económicos, culturales, sociales y políticos. López Aliaga lo sabe, pero sus detractores pretenden descalificarle porque pretenden echarse a dormir y amanece en una especie de Singapur.
Hace poco unos amigos dominicanos recorrieron Lima y quedaron gratamente asombrados por la limpieza del centro de la ciudad, los bien cuidados jardines de la plaza central y vieron a familias disfrutar de pasacalles o perseguir palomas en el atrio de la Iglesia de San Francisco. Tuvieron la suerte de no ver ningún acto violento, probablemente por las cámaras biométricas que detectan a los prontuariados con facilidad. Quizá por eso ya no pululan por allí.
Con cuarenta años de éxito en diversos emprendimientos, López Aliaga sabe que tiene que atraer inversiones y talento, empresas globales en sectores innovadores. Y lo hará, poco a poco lo logrará y quien lo suceda tendrá el camino ya pavimentado.
Porky me representa con su decencia, su gran sueño para Lima y su bonhomía.
*Artículo publicado en el diario Expreso