Escrito por 12:09 Editorial

¿Vuelven los políticos a la política?

El miércoles 8 de octubre, a las once de la mañana, el Partido Aprista Peruano presentó su segunda plancha presidencial con miras a las elecciones internas de noviembre de 2025. Después de años de silencio, el APRA vuelve a la arena electoral con la esperanza —o quizás la nostalgia— de recuperar la fortaleza política que tuvo a inicios del siglo XXI. Pero la pregunta de fondo es inevitable: ¿qué representa hoy este nuevo APRA?

El anuncio es claro: esta nueva plancha está encabezada por Jorge del Castillo, acompañado por Belén García, secretaria general del partido, como primera vicepresidenta, y Mauricio Mulder en la segunda. Una fórmula que, simbólicamente, podría interpretarse como la reunión de los dos brazos más leales de Alan García. No obstante, en los camerinos del partido esperan otras alternativas que podrían alterar el tablero.

Javier Velásquez Quesquén ha inscrito su plancha hace unas semanas junto a Carla García Buscaglia y Luis Wilson Ugarte, luego de superar el inesperado retiro de más de once mil militantes por un error administrativo que, en septiembre, fue corregido. A la par, Enrique Valderrama, un joven dirigente de 38 años, ha logrado aglutinar a una base entusiasta que ve en él la posibilidad de revivir la épica de 1985: la de un candidato joven en un partido antiguo, pero aún latente.

El aprismo se adentra así en una nueva contienda, sin Haya de la Torre, sin Villanueva, sin Sánchez, sin Prialé, sin Seoane, sin Cox, sin Townsend y, por supuesto, sin García. Y ante ese vacío generacional, la pregunta vuelve a surgir: ¿qué representa hoy el partido de la estrella?

Quizá la respuesta se encuentre en el núcleo mismo de la política: volver a tener políticos. En los últimos dos quinquenios (2016–2026), el país ha sido gobernado por aventureros. Entre 2016 y 2021, por empresarios convencidos de que el Estado era solo una gran empresa en crisis; entre 2021 y 2026, por sindicalistas que lo trataron como un botín a repartir. En ambos casos, la política fue reemplazada por la improvisación.

El Perú parece necesitar, una vez más, hombres y mujeres de partido: personas que entiendan el poder no como un atajo, sino como un oficio. Que conozcan las reglas del Estado, las consecuencias de una decisión impopular y el costo inevitable de ser criticado por ejercer autoridad.

Hace unos meses, Jorge del Castillo dijo a Willax: «Con el boom de los commodities que tiene el Perú hoy, es posible reconstruir un milagro económico como el del segundo gobierno aprista, cuando crecíamos al 10% anual. Sabemos cómo hacerlo. Ya lo hicimos antes».

Una frase que despierta ilusión, aunque el reto es mayor que nunca: combatir el modelo político actual, saturado de figuras mediáticas y slogans vacíos. Entre Keiko Fujimori, César Acuña, Carlos Álvarez, Mario Vizcarra, Rafael López-Aliaga, Phillip Butters y los fragmentos dispersos de la izquierda, parecería que el espacio para los viejos políticos se ha agotado. Y, sin embargo, quizá este sea el momento propicio para volver a preguntar —sin ironía, sin nostalgia— si aún hay lugar para quienes saben hacer política.

Etiquetas: , , , , , Last modified: 9 de octubre de 2025
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