Los viejos demonios del posvizcarrismo vuelven a tomar el espacio público. Esta especie de golpe en las calles es, en teoría, una partida electoral paralela. Y en la práctica, una toma de poder a punta de fuego. No hay urnas, ni ONPE, ni jurados: hay adoquines rotos, banderas de luto y muertos. Es decir, nada de pelotudeces democráticas como reza el credo de Guillermo Bermejo y muchos ríos de sangre como advirtió Aníbal Torres. Al final las marchas pacíficas no sirven para nada, palabras mayores de Sigrid Bazán. Pero seguro dirán que han sido descontextualizados.
El primer simulacro fue en noviembre de 2020 cuando se vacó a Martín Vizcarra y se dio lugar a la presidencia de Manuel Merino. La izquierda, con su moralina y su piromanía, encontró en el acto de patear el tablero un mecanismo informal para alcanzar la máxima investidura, así implique un costo mortal (hubo dos muertos) con tal de materializar su objetivo político (terminó asumiendo el moradito Francisco Sagasti, una asunción casi en tiempo real).
Cinco años después, esa lógica del plebiscito informal y sin reglas quiere repetirse, aprovechando el momento de fragilidad. El poder, ya lo saben, en este tipo de intervalos, es un botín. Y están contra el tiempo.
Pese a que Jerí entendió la urgencia de las reformas de fondo y para esto reclutó a un gabinete más ténico, no le dan espacio para nada. Incluso esta policía moral lo quiere atenazar por su pasado digital: algunos tuits muy acalorados. A estas altura, es evidente, todo gesto para buscar gobernabilidad o cualquier síntoma de reconstrucción desde Palacio es transformado en las redes sociales por esta comunidad en un gesto de provocación. El libreto está otra vez bien secuenciado y los satélites, esos canales multicolor, están atentos para la distribución.
“¡Que se vayan todos!” fue el estribillo de los soldaditos del 15 de octubre. En su imaginario, cada crisis es un portal para refundar la república… aunque en la práctica solo sea un loop entre el desorden y el oportunismo. Lo hacen no porque crean en una utopía, sino porque funciona sin darse cuenta para quiénes están jugando.
Presidente, no se duerma ni los subestime. Ellos ya vieron la falla estructural. Si usted cae es porque se dejó caer.
Presidente Jeri, se deslindó de los Caviarones, y quiere pasar a la historia como un buen gobernante, Dios lo oiga. No debe bajar la guardia , de usted depende nuestra continuidad en democracia y combatir, hasta con medidas radicales, la inseguridad en la que nos han sumido estos delincuentes y como no los azuzadores detrás de la pantalla de TV.y redes sociales.
Es una muy buena reacción del presidente Jerí al nombrar un buen equipo técnico de ministros, sigan adelante controlen la delincuencia y declaren persona no grata al embajador de Cuba en el Perú, el tiene mucho que ver con estos actos de vandalismo