El periodista Eloy Marchán, del diario Hildebrandt en sus Trece, ese paladín que reparte sermones gratuitos que nadie pidió, salió hace unos días con una portada digna de novela de conspiraciones. Según él, Carlos Espá sería el nuevo candidato secreto de las élites limeñas, la “carta bajo la manga” de la derecha peruana. El único problema es que el texto dice muchas cosas menos desnudar ese supuesto entramado elitista.
Para empezar, el periodista de pasquín dedico cuatro o cinco párrafos enteros no a Carlos Espá, sino a su padre, Fernando Espá y Cuenca. Ahí Marchán despliega su talento innato para la genealogía innecesaria, pues cuenta cómo el padre de Carlos llegó al Perú después de la Guerra Civil española, cómo se movió entre ciertas élites en la época de Augusto Leguia, cómo enviudó joven heredando una casona en la Av. Arequipa y cómo volvió a casarse con la cual tuvo a cinco hijos, donde uno de ellos fue Carlos Espá. En fin, un relato más propio de telenovela turca, posiblemente interesante, sí, pero nada relevante políticamente.
¿Qué importara, con todo el respeto que merece, Fernando Espá y Cuenca con la candidatura de Carlos Espá?
Lo peor es que también de forma maliciosa insinúa que el padre de Carlos Espá habría sido un cazafortunas y, peor aún, que, por haber sido médico militar del gobierno de Francisco Franco, automáticamente este era carlista, reaccionario y que por consiguiente Carlos Espá también, de hecho, el titular de su artículo es “Carlismo Peruano”.
Después de dedicar medio reportaje al Padre, Marchán decide pasar al hermano. Otra vez un familiar, no el candidato como tal. Nos cuenta que Fernando Espá, el hermano mayor, trabaja en minería y es gerente general de Minera Enproyec S.A.C. Además, que es uno de los fundadores de Sí Creo, el partido de Carlos Espá.
La gran incógnita que habría que plantearle a Eloy Marchán es simple: ¿qué exactamente tiene de malo que un minero participe en un partido político? ¿Qué tiene de importante periodísticamente hablando que su hermano sea fundador del partido y además minero?
Luego de hartarse del árbol genealógico de Espá y enumerar los inmuebles que tuvo la familia, habla un poco del candidato en cuestión. Cuenta su paso por la prensa junto a los inspiradores “Jóvenes Turcos” junto con Jaime Bayly, Enrique Ghersi y otros más. Hace hincapié en la disputa con el presidente de aquel entonces, Alejandro Toledo y la renuncia a Canal 4. Luego, subraya Eloy Marchan que no se le volvió a ver ni a sentir en medios y que comenzó a trabajar para la embajada de Estados Unidos. Y es precisamente ahí, donde vuelven las retoricas alarmistas y esta prosa de literatura noir, donde prácticamente afirma que Carlos Espá se volvió un agente de Estados Unidos, una suerte de Jason Bourne hispanoparlante.
Francamente, tanto la portada como el periodista que la firmó dejan muchísimo que desear. ¿Cómo puede venderse como un gran “destape político” algo que, en realidad, es solo un inventario de la vida de los parientes del candidato? Parientes, además, sin una sola investigación abierta. Y para rematar, se construye tal cual película de Hitchcock la insinuación de que Carlos Espá podría ser un agente norteamericano. Entonces, bajo esa lógica delirante de Eloy Marchán, mi tía, que lleva años trabajando en la embajada de Estados Unidos, sería poco menos que J. Edgar Hoover.
El reportaje no aportó absolutamente nada relevante para entender la campaña de Carlos Espá y francamente es más chismografía que otra cosa. Le vendió a sus lectores gato por liebre.
Es cierto que César Hildebrandt tenía y tiene hasta el día de hoy una obsesión ideológica con el socialismo, pero al menos siempre procuró mantener el rigor periodístico que distinguía a su oficio. Eloy Marchán, en cambio, parece ser que quiere volver al diario en el próximo “Ajá”.
