El Congreso de la República que hoy rige los destinos legislativos del país y es la principal fuente de fiscalización política de la actividad de la administración pública claramente adolece de una desconexión de la realidad y de las necesidades del país.
Cierto es que su accidentada llegada al poder y su mas accidentado ingreso a funciones, al inicio de la cuarentena, deben haber confundido fuertemente a todos los congresistas que pensaron o planificaron que en ese interregno entre elecciones podían trascender políticamente y asentarse en el escenario nacional, ello porque desde el primer día adolecieron por defecto de un elemento esencial de la política: la comunicación masiva.
Los congresistas que juramentaron en la quincena de marzo eran, y son, pocas veces invitados a comentar o explicar los hechos de la política nacional porque ella está capturada por la pandemia y porque la acción sobre ésta, y en el caso nacional la enorme inacción y confusión, corresponden al Poder Ejecutivo.
En un escenario donde las luces estaban totalmente enfocadas en el coronavirus, el Poder Ejecutivo y el sufrimiento cotidiano de nuestra población, las complicaciones políticas están demás.
El Poder Legislativo Estado buscó como llamar la atención y ciertamente lo ha logrado a través de una palabra de vieja estirpe y de aún mas vieja aplicación: populismo.
El Congreso de la República que hoy rige los destinos legislativos del país y es la principal fuente de fiscalización política de la actividad de la administración pública claramente adolece de una desconexión de la realidad y de las necesidades del país.
Las normas o intentos normativos sobre pensiones, privadas y públicas, sobre acaparamiento, sobre control de precios, peajes, colegios y un largo y lamentable etcétera contienen, desde nuestro punto de vista ese centro, esa visión corta que tiene la presión masiva de una población que está sufriendo familiares fallecidos y que ve perder centros de labores, ve alejarse ingresos y siente como nuestro país siempre retador, se convierte en árido y agreste.
Hacer un pedido de orden y a la sensatez parece una tarea infructuosa, sin embargo creemos lo contrario, tenemos un enemigo en común y muy pocos recursos para combatir los estragos sanitarios, sociales, emocionales y económicos para lograrlo.
Reconozcamos que quienes deben tomar la iniciativa del trabajo conjunto están desacreditados, sea por la inacción, por sus resultados o por mostrarse confusos, sin embargo, consideramos que toca apoyarse en la formalidad y en lo dispuesto en la norma legal, las actividades de prestación de servicios públicos corresponden al Poder Ejecutivo y corresponde a éste tomar la iniciativa.
Se ha hablado del Pacto Perú, se ha hablado de retomar o reforzar el Acuerdo Nacional, nombres mas o menos lo importante es la propuesta, la regla para cualquier reunión, consideramos, dado el estado de grave emergencia del país debe ser la propuesta tangible, la solución inmediata a la enorme cantidad de problemas que nos enfrentamos hoy.
La comunicación debe ir bastante mas allá de algunas alocuciones de mediodía y de múltiples llamadas de atención en medios, cada líder político hoy es importante para cuidar la salud de las personas, para convocar al orden social ypara impulsar a la reactivación económica, entre muchísimas otras tareas, nadie sobra, la comunicación debería ser unívoca desde todos los frentes. Quizás, por lo menos, se podría consensuar dos o tres mensajes centrales para iniciar un frente común.
Quizás podríamos empezar, por ejemplo, con la discusión oportuna sobre todas las flexibilidades necesarias para que se pueda adquirir, distribuir y colocar vacunas a la población en tiempo record, para lo cual, evidentemente se requieren y aplicarán formulas administrativas excepcionales.
Los tiempos de discusión se han agotado, toca actuar, eficaz y eficientemente.