El lector recordará que en mi artículo del pasado julio solicitaba un debate público para conocer la efectividad real de unos medicamentos experimentales contra el Covid-19. Desgraciadamente, no solo no ha ocurrido, sino que, además, en Europa los gobiernos han iniciado una campaña de pisoteo de los derechos humanos bajo la excusa de la pandemia.
En Europa, primero se nos “vendió” por la Big Pharma, los gobiernos y los medios de comunicación que estos medicamentos inmunizaban. Cuando se demostró que no era cierto, se indicó que evitaban las fases graves de la enfermedad y la muerte. Desgraciadamente, tampoco ha sido verdad, como acreditan las muertes de vacunados por pauta completa desde hace meses.
Llevan meses apareciendo estudios en revistas científicas (el último, publicado el 19 de noviembre en The Lancet), que advierten que los vacunados tienen mas posibilidades de desarrollar la enfermedad que los no vacunados e, incluso, que podría ser mas grave. Y la creciente cantidad de efectos secundarios detectados, han sido recogidos a regañadientes en bases de datos sanitarias y por las productoras de estos medicamentos.
Cada vez mas ciudadanos en toda Europa, convergiendo vacunados y no vacunados, denuncian que estas medidas tiránicas son la forma con la que los gobiernos europeos tratan de evitar el debate sobre la eficacia real de estos medicamentos y las medidas tiránicas que están adoptando. Sirvan de ejemplo, la activista @BeatrizTalegon o el periodista Cesar Vidal, la primera desde su twitter y, el segundo, por medio de su programa “La Voz”, quienes desmontan la idea de que la oposición a las medidas tiránicas proviene de extremistas o insolidarios.
Que los pasaportes Covid no sirven para reducir los contagios, lo reconocen ya hasta los expertos de la Ponencia de Alertas del Gobierno de España (ELDIARIO.es, 30 noviembre). Y por ello, diversos tribunales en Europa están anulando o limitando dichos pases de la vergüenza, por vulneración de derechos.
Los vacunados y los no vacunados tenemos derecho a la verdad, a no ser aterrorizados para justificar la venta de medicamentos y el enriquecimiento de algunos, y a preservar nuestra libertad y dignidad humana.