OpiniónJueves, 7 de abril de 2022
Las ratas abandonan el barco

Dice mucho de nuestra política cortesana y puñalera que los principales socios del desgobierno de Pedro Castillo, voceros y “vigilantes”, estén llenando los barcos salvavidas, cubriéndose el rosto y negándole como Pedro a Cristo con tal de abandonar el naufragio que ya cobró vidas humanas. Mis condolencias a los familiares de los fallecidos en Ica y en Junín.

Más allá de los votos necios y fanáticos, Castillo fue aupado por el contubernio caviar, que agrupa a socialistas, socialdemócratas y liberales proclives a las agendas progresistas. A todos ellos, más allá de sus diferentes posturas sobre el modelo de producción, les une el cartón de universidades de “élite”, posgrados en el extranjero y su desprecio por el fujimorismo, otro cáncer que espero pronto sea vencido por la quimioterapia de una derecha alternativa.

Y menciono a los caviares, ya sean los de color rojo desteñido o simplemente morados, porque están queriendo vendernos, una vez más, gato por liebre para salir sin mancha por más que estén todos embarrados. ¡Que se vayan todos!, gritan y convencen a la masa enardecida que una vez más será llevada de la mano al matadero como en noviembre de 2020.

Castillo tiene las horas contadas, y puede que termine prófugo o detenido. No fue más que el peón de un juego que pensó, estúpidamente, que podría ganar, cuando solo era una pieza en el tablero. Y si la izquierda sobrevive políticamente a esta catástrofe, será culpa exclusiva de la derecha que no supo capitalizar el descontento y darle cabeza -liderazgo- al músculo de la movilización ciudadana.

Si la izquierda gana de nuevo, la derecha tendrá que colgarse del cuello el letrero con las siglas DBA, y esta vez no por bruta y achorada, sino por boba y amilanada.