OpiniónDomingo, 1 de mayo de 2022
Luis Giampietri
Carlos Hamann
Abogado y Analista Político

Existen peruanos que por su recorrido vital representan una lucha, un suceso, una época. Así, San Martín representa la independencia del Perú; Sánchez Carrión el ardor republicano; Grau, Bolognesi y Cáceres la gloria y resistencia en la Guerra del Pacífico; Ricardo Palma y Manuel González Prada son nombres ineludibles cuando se conversa sobre la Biblioteca Nacional, como lo son Maria Alvarado o Teresa González de Fanning cuando se reflexiona respecto al papel de la mujer en el Perú.

Fueron miles los peruanos quienes de manera mayoritariamente anónima ofrendaron su vida enfrentando la peor lacra que ha vivido el Perú en su historia: el terrorismo. Entre ellos, uno de los nombres que se destaca -quiza por que su participación se prolongó durante todo el conflicto y tuvo varios momentos protagónicos, desde 1980 hasta 1997, cuando lideró la resistencia de los rehenes en la embajada de Japón- es el del Vicealmirante Luis Giampietri Rojas.

El vicealmirante Giampietri, quien además ha ocupado con dignidad el cargo de Primer vicepresidente de la República y de congresista, es -ante todo- un patriota. Su nombre se confunde con el de aquellos peruanos de bien que, con y sin uniforme, dieron sus talentos, cuando no sus vidas, para vencer al peor enemigo del Perú.

Luis Giampietri bien puede ser quien hoy representa aquella victoria sobre el terrorismo; por ello su sola presencia constituye para los enemigos de la democracia, para los enemigos del Perú, un recordatorio de su derrota, por ello su necesidad de insultarlo, de perseguirlo mediatica y judicialmente, de enterrarlo en vida.

No sorprende que esta semana haya sido insultado en el Congreso por un antiguo custodio hogareño de anfo y dinamita, investigado por terrorismo, hoy convertido en lamentable “padre de la patria”.

Ciertos congresistas, a quienes reconocemos su valerosidad, lo defendieron en el momento. Me sumo a ellos y, además, me pongo de pie para extender mi solidaridad a quien considero un héroe vivo, alguien que debería recibir homenajes del Congreso y agradecimiento de la población, al igual que todos quienes combatieron la lacra terrorista, y no improperios por parte de quienes pretenden relativizarla.

Para concluir, rescato esta cita del distinguido jurista e historiador Vicente Ugarte del Pino, quien, en la introducción al libro “Rehén por Siempre. - Operación Chavín de Huántar” (Fondo Editorial del Congreso, 2011), libro que les invito a leer si no lo han hecho aún, anotó: “Dios nos pone muchas veces en ocasión de dar un testimonio; y hay que darlo. Algunos lo dan con sangre; otros, con la línea recta y constante de su vida. Lo importante es no negarse a ser testigo. El caso contrario equivale a negar la verdad. Y el almirante Luis Giampietri, con este libro, nos brinda una prueba de su amor al Perú y su sentido de heroísmo”.

Si tienen la ocasión de encontrarse con Luis Giampietri o con otro héroe de la lucha contra el terrorismo no dejen pasar la oportunidad de darle las gracias.