OpiniónLunes, 20 de junio de 2022
Gracias, Pedro, por Naomi Teruya
Naomi Teruya
Comunicadora

Muchos esperarán que esta columna haga gala del título y se desarrolle con la perorata caviar que suele darse a favor del gobierno de turno, pero no, lean con prudencia.

Primero: gracias, Castillo, por tus actos, los cuales no deja de darnos la razón a quienes avizorábamos este panorama y que no tuvimos miedo de alertar. Decían que bailabas bien, que comías lo que el pueblo come y que, sin importar si sabias multiplicar, lo aplaudible era que aparecieras con una pala y descalzo en el campo. Tras convertirte en presidente y con los escándalos sumados, dejaste el sombrero, para entrar de madrugada con gorra a Sarratea, mientras los vigilantes callaban.

Segundo: gracias, Castillo, porque lo que le tomó a Venezuela en darse cuenta quién era Hugo Chávez, a nosotros nos tomó poco menos de un año. De hecho, Aníbal Torres decía que la oposición intentaba desprestigiar al Ejecutivo, pero la verdad es que la oposición es tan mala que no puede hacer aquello que el Ejecutivo hace por sí solo.

Tercero: gracias, Castillo, por tener ocupados con zarandajas a los periodistas. Un día hablas de 1.200 países y al otro, de si el pollo está vivo o está muerto. A veces, eres benévolo y declaras día de feriado nacional, siempre que coincida con tus citaciones a fiscalía, qué lindo ser el presidente del Perú. Por cierto, Croacia parece estar bien, pero si tu dices que están en guerra ¿quiénes somos nosotros para contradecirte?

Cuarto: gracias, Castillo, porque no ganó Keiko. Haz del país lo que quieras, tendremos hambre, no habrá trabajo, menos inversión y minería, pero no importa, queda la memoria y dignidad. “¡Fujimori nunca más!” se puede escuchar.

Quinto: gracias, Castillo, por no dar entrevistas, no necesitamos escucharte, porque o nos mentiras o dirás puras estulticias, nos ahorras el enojo la verdad. Pero, por favor, asiste a fiscalía, para que respondas sobre tus sobrinos, sobre dónde está Juan Silva, sobre los audios de Zamir Villaverde, sobre el desaparecido Bruno Pacheco, etc.

Finalmente, es contradictorio estar agradecidos con uno de los presidentes más deplorables que nos ha tocado, no obstante, hay que ver el vaso medio lleno, sobre todo cuando poco a poco vemos cómo nos roban el país, sin tocar una línea de la Constitución (pero con ansias de cambiarla), con la permisibilidad de un pueblo adormecido y una falsa oposición que mucho dicen, pero poco hacen.