“Chinos como cancha en el paralelo 48”, gritó un famoso titular de “Última Hora” marcando el inicio del periodismo sensacionalista en nuestro país. Aludía a la concentración de tropas e intervención china en la Guerra de Corea. Hoy, podríamos gritar “chinos como cancha”, pero en todos lados.
Primero, recordemos que la historia china se remonta al inicio de la civilización. Cada cientos de años sufre conmociones, sobreviviendo a todas. La última fue el siglo XIX, provocando un período de debilidad que se prolongó hasta finales del siglo pasado.
La China nunca reconoció a las demás naciones como soberanas e iguales, admitiendo sólo relaciones de vasallaje. Las naciones lejanas eran simples bárbaros. La memoria histórica es algo poderoso. Asumamos que la idea sobrevive en sus élites.
La asertividad china en el pacífico oriental construyendo islotes artificiales y su expansión naval así lo sugieren, evidenciando el deseo de 1) excluir a los EE.UU y aliados de cualquier injerencia en Asia y 2) proyectar y ejercer poder en el resto del mundo.
En el Perú, la inversión china, canalizada principalmente por empresas estatales, es muy importante (Las Bambas, Marcona). Su flota pesquera ronda nuestras costas. Esto, tarde o temprano, planteará problemas. Juristas veteranos recordarán la “Doctrina Calvo”, formulada por el diplomático argentino Carlos Calvo en 1896, sosteniendo, en buen romance, que los extranjeros debían someterse a la jurisdicción local y renunciar a la protección de sus países de origen. Esta doctrina quizá requiera una actualización.
Rusia también debe ser prudente. Comparte una inmensa frontera, escasamente poblada de su lado y rica en recursos naturales.
En el ámbito económico, China sigue políticas mercantilistas robando sistemáticamente propiedad intelectual y adormeciendo al mundo con la droga de su inmenso mercado. En los años 90, se pensó que con el acceso a la OMC y mayores libertades económicas, las libertades políticas fluirán generándose armonía; ingenua pretensión que los hechos desmienten.
En el ámbito interno, su gobierno es cruel. La población Uigur está siendo sometida a un tratamiento propio de limpiezas étnicas. Campos de concentración encerrarían a ciento de miles de personas, según grupos de derechos humanos. Sobre el COVID basta decir que nunca conoceremos el verdadero alcance de su responsabilidad. Su política de control de natalidad, intrínsecamente asesina (un hijo por familia) mantenida por décadas, ha provocado un desbalance demográfico. La han revertido por el colapso en su tasa de natalidad.
En suma, la China plantea al mundo muchos desafíos, entre ellos evitar y llegado el caso responder a nuevas instancias de uso de la fuerza. Después de la caída del Muro Berlín, muchos pensaron que las guerras por control territorial y poder desnudo eran algo del pasado, peligroso error que la guerra en Ucrania desmiente.