OpiniónJueves, 4 de agosto de 2022
El daño feminista, por Vanya Thais
Vanya Thais
Periodista y Editora General de votocatolico.org

“En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”. El movimiento feminista ha desacreditado con acusaciones falsas tanto a las mujeres, que de hecho, ahora somos más vulnerables. Tiene todo el sentido del mundo. También somos madres de hombres y nada nos aterra más que, llegado el momento, le quiten la presunción de inocencia a nuestros hijos solo por tener genitales masculinos. ¡Terrible! Claro, existen monstruos como Freddy Díaz (quien por cierto, parece sentirse blindado) que aprovechan este momento para cometer crímenes atroces como el ultrajo a una trabajadora de su despacho.

No cabe duda alguna: el tipo la hizo quedarse hasta altas horas de la noche, le dio licor, la dopó, abusó de ella e incluso dejó un preservativo en el baño. ¿Cómo es posible que haya podido salir de las inmediaciones del Congreso? Quizá nunca sabremos la verdadera razón, porque era bastante simple detenerlo. Cuando la trabajadora recuperó la conciencia, ya era demasiado tarde, pero al menos pudo denunciar el hecho. No ayuda en absoluto el comentario del ahora sentenciado Wilmar Elera, quien sugirió que al ser la única mujer en el despacho, se expuso a esta situación.

Vivimos una dictadura del absurdo, que lejos de proteger a la mujer (como dicen que es su objetivo), la vulnera por la cantidad de testimonios falsos y fabricados con malicia y misandria. La víctima hoy, a pesar de todas las pruebas a su favor, está más frágil que nunca en un país en que sí es posible que su agresor quede impune. Figuras internacionales que impulsan leyes como la recientemente aprobada en España “Ley del solo sí es sí”, que elimina completamente la presunción de inocencia para los hombres y solo es tomado en cuenta el testimonio de la víctima.

El mismo feminismo que promovió esa ley en España, liderado por Irene Montero del Ministerio de Igualdad (como si ese ministerio en sí, no fuese suficiente tragedia), también editó la foto de una mujer con una prótesis de pierna, poniéndole una pierna “de verdad” en photoshop. No solo usó la imagen de una reconocida influencer con discapacidad sin su autorización, sino que gastó dinero del Estado para promocionar la foto trucada en medio de una campaña de “positividad corporal” que no es más que la romantización de cuerpos con obesidad mórbida.

La “sororidad” feminista siempre fue un mito y lo he señalado siempre porque es indignante la hipocresía que muestran los supuestos “progresistas”, que tienen la monumental desfachatez de crear una bancada que se llama “Integridad y Desarrollo”, cuando no representan en absoluto ninguna de las dos palabras. No he visto a colectivos feministas, ni siquiera al Ministerio de la Mujer, pronunciarse oportunamente (lo hicieron varias horas después, con el desgano de una obligación protocolar) o protestar enérgicamente contra el abuso que sufrió esta trabajadora del Congreso.

Es tiempo de reflexionar en lo que es verdaderamente el falso “empoderamiento feminista” y lo que es el poder femenino. Debemos dejar de lado la victimización, obrar con la verdad, reconocer a las que pretenden lucrar con las mujeres vulnerables con políticas que no le sirven a nadie más que a sus ONGs y, por consiguiente, a sus billeteras. Este es el momento de separar la paja del trigo y defender a las mujeres peruanas desde la concepción y hasta la muerte, generando liderazgos y promoviendo la feminidad.

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