Este artículo explica el manejo de la xenofobia como instrumento político.
Xenofobia en campaña
Las campañas de Donald Trump y Boris Johnson.
El año 2016 nos trajo las campañas por el Brexit y por Donald Trump. Los inmigrantes ilegales, los chinos y las minorías étnicas eran los culpables de todos los problemas de los Estados Unidos, la nación más poderosa de la tierra. “Make America Great Again” implicaba la deportación y detención de los inmigrantes ilegales, la guerra de aranceles con China, el descarte de extranjeros en altos cargos cuando estadounidenses postulaban por el mismo y su tácito apoyo a los grupos de supremacía blanca a quienes nunca condenó a pesar de sus métodos fascistas, el desprecio por otras etnias y minorías así como la construcción de un muro en la frontera con Méjico. Por otro lado, en el Reino Unido la inmigración también era la gran culpable de problemas tales como el copamiento de los servicios de salud, educación y ayuda económica del gobierno, así como de acciones violentas contra ciudadanos y bienes Británicos. Pero la Unión Europea era aún más culpable por exigir el libre tránsito dentro de sus fronteras como una de las condiciones para ser miembro de la misma. “Taking back control”; sacó al Reino Unido de la Unión Europea en el referéndum el 23 de Junio del 2016 por un margen de 1.9 puntos. Y como se sabe Donald Trump ganó las elecciones de ese año.
Ambas campañas tuvieron en común su retórica xenófoba y el uso de millones de perfiles robados a Facebook y a WhattsApp para manipular el voto de los indecisos a través de noticias falsas e información sesgada. Como se sabe la ira y el temor son dos aspectos de la misma emoción y direccionados hacia lo percibido como culturalmente diferente, ajeno o extranjero constituyen la experiencia de la xenofobia. Johnson y Trump atizaron la xenofobia para generar un “enemigo común” que constituía una amenaza para el bienestar de los “verdaderos” habitantes de sus respectivos países. Señalando los peligros puntuales de la permanencia, dependencia y/o crecimiento demográfico del referido “enemigo”. Ello permitió que ambas campañas transformaran el miedo en odio y a su vez lo convirtieran en apoyo y votos a su favor. Por otro lado, como se también se sabe, la realidad virtual es fácilmente manipulable con información sesgada y noticias falsas. El éxito de las dos tácticas fue confirmado por los triunfos políticos de ambos líderes.
Xenofobia desde el poder. La persecución nazi contra los judíos fue el caso xenófobo emblemático del siglo pasado. Veamos qué nos trajo este siglo en China e India.
China contra los Musulmanes Uigures. Constituyen el 0.8 % de la población china y están concentrados en el estado de Xinjiang al noreste del país. Han sido acusados de terrorismo, extremismo religioso y separatismo. Su apariencia, idioma y cultura son más parecidos a los de los pueblos de Asia Central que a los de la etnia mayoritaria Han. La campaña del Partido Comunista Chino contra la minoría Musulmana Uigur en Xingjiang consiste en despojarlos de su cultura, ergo, de sus costumbres, lengua, religión, tradiciones y creencias, para ateizarlos, enseñarles chino mandarín y asimilarlos a la cultura china. En consecuencia, (1) se han creado campos de “reeducación” donde los internan para transformar su pensamiento, capacitarlos laboralmente y liberarlos de su “adicción religiosa”, (2) se han demolido mezquitas, santuarios, cementerios, lugares religiosos y sagrados y hay casi un millón de detenidos, (3) Xinjiang está siendo repoblada con la etnia Han y (4) el gobierno chino está desarrollando económicamente el estado.
India contra los Musulmanes. Constituyen el 14% de la población. Se les considera desleales. El primer ministro Narendra Modi quiere diluir la influencia musulmana en la India. Empezó (1) retirando la autonomía a Cachemira, región mayoritariamente musulmana, (2) rebautizando con nombres hindúes ciudades con nombres islámicos, (3) aprobando la “ley de ciudadanía” mediante la cual se aceptan migrantes Bangladesh, Paquistán y Afganistán de cualquier religión excepto la islámica, (4) está por aprobarse el “registro nacional de ciudadanía” el cual exigirá que los residentes musulmanes de la India demuestren que eran residentes originales del país y no refugiados. Se teme que muchos no podrán hacerlo como ya ha sucedido en el estado de Assam. La acción combinada de ambas normas dejaría a muchos musulmanes sin nacionalidad por falta de acreditación y sin asilo por ser musulmanes. Perdiendo sus derechos ciudadanos y pudiendo ser deportados. Hay disturbios, choques entre musulmanes y nacionalistas y ataques a musulmanes, a sus casas, tiendas y mezquitas.
En síntesis, los dos países más poblados del planeta aplican políticas xenófobas. Y dos de las democracias tradicionalmente más sólidas han premiado con el triunfo a líderes políticos xenófobos. La xenofobia es inherente al hombre. Nació con la humanidad y está plenamente vigente. No se puede eliminar, solo se puede manejar. En los Estados Unidos se manejó hacia la tolerancia cultural desde la promulgación de la Ley de Derechos Civiles en 1964 hasta el gobierno de Barack Obama. Sin embargo, el manejo de la xenofobia hacia la intolerancia cultural pareciera ser ahora el paradigma a nivel mundial.