Nos quedamos cortos al afirmar que el Perú vive una de sus peores crisis políticas y morales. Nunca antes en nuestra historia un presidente en ejercicio ha sido objeto de seis investigaciones fiscales. Lo de Castillo Terrones hace rato que dejó de ser “indicios de corrupción” para convertirse en una espantosa realidad. Que un grupo de fiscales ingrese hasta Palacio de Gobierno para capturar a la cuñada del Jefe de Estado por supuestamente ser la testaferra de éste, es un hecho inédito como escandaloso.
Y pese a todo esto, que se suma a la lista de señalamientos a Pedro Castillo, pareciera que nada pasara. Es como si nos estuviésemos acostumbrado al desparpajo presidencial, como si fuéramos un pavo navideño a la espera de su ejecución.
Consciente que la indignación ciudadana no encuentra un cauce, Castillo acorralado por las pruebas toma la ofensiva y desde su precariedad se atreve a pechar al Congreso y a amenazar a la democracia. Conocedor de sus limitaciones, recurre al matón de la clase para amedrentar: “Si van a continuar con sus actitudes de vacancia, de suspensión, de juicio político […], entonces al pueblo no le queda otra cosa; el pueblo tiene que defenderse y, si es necesario, con la propia vida”. Así se expresaba el Primer Ministro Aníbal Torres ante un grupo de dirigentes comunales de Lima en Palacio de Gobierno el último miércoles.
Esa misma noche, el Premier exhortaba a su audiencia: “Si cada uno de ustedes, con esa energía, con esa capacidad, con esa voluntad que tiene para defender los intereses de sus hijos, de los hijos de sus hijos, con esa voluntad; trajeran a Lima 50 personas cada uno harían arrodillar a los golpistas. Obligarían a los golpistas para que tengamos una Constitución que beneficie a todos los peruanos y no solamente a una determinada clase, a un sector del poder económico”.
El jueves, Torres continuó con la amenaza: “el pueblo dice ‘cierre el Congreso’, ¿le voy a tapar la boca al pueblo?, el pueblo dice asamblea constituyente, ¿le voy a tapar la boca al pueblo?”.
¿Y cuál es la respuesta del Congreso? Acciones declarativas y tímidas citaciones. Los parlamentarios deben entender de una vez por todas que ellos representan a los ciudadanos que los eligieron y por tanto les exigimos respuestas concretas y contundentes.
La política son gestos, ¡Basta de decir que no tienen los 87 votos para la vacancia! No exhiban su debilidad, más bien desenmascaren a quienes se venden al mejor postor y tomen acciones concretas, redacten al menos una tercera moción de vacancia, ocúpense de Dina Boluarte, pero, ¡hagan algo por favor!
Los ciudadanos nos sentimos atrapados entre las amenazas de un gobierno corrupto y la inacción del Parlamento. Por el momento, nuestra única esperanza se centra en la acción de la Fiscalía de la Nación y la prensa independiente.
No podemos seguir permaneciendo en el medio como espectadores de una película de terror, esperando a que la ola gigantesca acabe con nosotros.
Si no actuamos ahora no vale lamentarse mañana.